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Los últimos brindis del año: ¡champán, vino natural y whisky para despedir 2024!

Siete restaurantes de Barcelona que lo petarán en 2025

La Whiskería

La Whiskería / @lawhiskeriabcn

Òscar Broc

Òscar Broc

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Tic-tac. Tic-tac. No es Josep Pedrerol, es la cuenta atrás de 2024. El año está llegando a su fin, y estamos en esos días efervescentes que preceden el estallido de la nochevieja. Los días en los que más disfruta uno de su copita fuera horas, porque yo lo valgo. Si también estás en la fase “me da igual todo”, en estos tres espacios podrás disfrutar de un champán, un vino natural o un whiskito para tus últimos brindis de 2024.

El sitio al que yo iría directo es el Celler Panotxa (Sant Joan de Malta, 53), en el Clot. Hablamos de un museo del heavy metal que también es una de las mejores bodegas de la ciudad. La mascota de Iron Maiden, el aterrador Eddie, observa al peregrino desde lo alto. El interior del garito es un altar rebozado de memorabilia metalera. Al mando, el mosén Panotxa, es decir, David Huerta, uno de los tipos más locuaces y divertidos que me he cruzado en el negocio de la restauración, un soldado del rock duro con un paladar finísimo para los vinos, cavas, champagnes, vermuts y conservas. En Panotxa solo hay calidad: desde las anchoas caseras a los berberechos, pasando por el pulpito o los bígaros; todo es de una finura excepcional. Y en la copa siempre tendrás ambrosía, deja que el mosén del Santo Guitarrazo se encargue de todo.

Si te gustan los vinos naturales, olvídate de bares hipsters y desplázate hasta Sant Gervasi, base de operaciones de Contrabando (Madrazo, 95), un espacio de múltiples personalidades, unidas por un vínculo claro: los mejores vinos naturales de Catalunya y Francia, que no los más cool o populares. Contrabando es un club de vinos, una tienda y un bar informal al que puedes entrar cuando te plazca y dejarte llevar. Su propietario, Xavi Rutia (ex Monocrom), se encargará de buscar la referencia adecuada para tu copa y, si aprieta el hambre, te ofrecerá conservas premium o un surtido pecaminoso de quesos artesanos de la prestigiosa tienda Pinullet. Una trinchera del buen gusto, en la que Rutia quiere acercar el vino a todo tipo de perfiles, desde recién llegados a expertos bebedores. La barricada perfecta para ver cómo se apaga el año.

Y si la única medicina que te funciona en las postrimerías del año es el lingotazo duro, en La Whiskeria (Casp, 39) encontrarás una de las colecciones de whiskies más abrumadoras de Barcelona. Este espacio ambarino, repleto de muebles antiguos de madera, está literalmente rebozados de botellas de whisky de todas las clases y procedencias. Hay piezas que cuestan salarios. Y si el oro líquido no te entra a palo seco, siempre podrás sumergirte en su carta de cócteles… con whisky, claro, no será con leche condensada. Feliz año, va.