CIUDAD ON
Cluedo en vivo: sienta a un asesino en la mesa
Aquí tienes las mismas probabilidades de que te carguen con un muerto que la familia de Franco. Es lo que se lleva en EEUU: el Cluedo en vivo. Quedas para cenar y te encuentras un crimen por resolver

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Ana Sánchez
Ana SánchezPeriodista
En vez de “¿cómo estás?”, a ella le preguntan “¿que has hecho qué?”. No sabe cocinar, pero sí tirar hachas. Si le haces una pregunta retórica, lo más probable es que la responda. Autora de ‘Barcelona increíble’ (Ediciones B).
Ana Sánchez
"El señor Collins ha muerto», te sueltan de sopetón nada más llegar. Tú arqueas la ceja a lo Sobera, como cuando escuchas una declaración de Pablo Casado. Tragas saliva, miras de reojo al resto de invitados. Aquí tienes las mismas probabilidades de que te carguen con un muerto que la familia de Franco.
Te cuelas de golpe en una novela de Agatha Christie: salón regio, atrezo de época y una docena de invitados con pinta sospechosa. Ahí están los hermanos del señor Collins, también el gestor del muerto, su médico, un ama de llaves tan inquietante como la de Rebeca y un mayordomo que sabe más cotilleos que Jorge Javier Vázquez. «Buenas noches, madame». El mayordomo te saluda con confianza doméstica. Si te miraras al espejo, verías a una ricachona con pamela negra. Eres la reciente viuda: otra potencial heredera y asesina.
Aquí te sientes como la señorita Amapola del Cluedo con un candelabro encima. El juego de mesa de toda la vida ahora se expande por el mundo real. Cluedo en vivo. «Cena con asesinato», ofrecen por internet como si fuera el último grito foodie. Es lo que se lleva en EEUU: el murder mystery. Quedas para cenar y te encuentras un crimen por resolver.
«La gente se mete en el papel», resopla el mayordomo sabelotodo tras aflojarse la pajarita. Es Louis Bueso cuando no es sospechoso de un crimen. Él y Marina López son diseñadores de juegos en vivo. Se conocieron trabajando en un crucero de Disney, así que son de los que comen perdices cuando quieren. Hace un año que montaron 123 Action Barcelona. «Aquí no había este tipo de ocio», recuerda Marina. ¿Su objetivo? «Montarte una película», resumen.
Te sientas a la mesa con el mismo recelo que si hubieras quedado a cenar con Villarejo. Hace un par de días te llegó un mail con «información confidencial». Ahora mismo guardas más secretos que un invitado de Sálvame antes de cobrar. En breve tendrás que contestar a un interrogatorio, investigar en plan CSI, rebuscar pistas en la biblioteca, trapichear con secretos ajenos. Aquí se lanzan más pullas que en una sesión de control en el Congreso. Sí que te metes en el papel, sí. «La gente cuando es otra persona se libera», garantiza Marina. ¿Lo que más gusta? «La ambientación», enumeran los jugadores, «compartir secretos», «el pique que se crea».
Juegos a medida
Juegos en vivo –los llaman–, real games, juegos de inmersión. Se empiezan a abrir paso a codazos en Barcelona entre la plaga bíblica de escape rooms. «El objetivo es que te sientas dentro de una peli», insiste Marina. Ellos ofrecen «juegos a medida»: desde resolver un crimen a lo Jessica Fletcher hasta misiones SWAT. «Vas por la calle y debes encontrar las pistas que dejó un científico loco y a sus conocidos». Más de un jugador ha acosado sin querer a un transeúnte.
Empezaron con cumpleaños y despedidas, ahora hacen mucho team building y hasta bodas donde poder colgarle el muerto a la suegra. Adaptan los juegos al espacio que se requiera. «Lo hemos hecho hasta en un pueblo entero», dicen. Con 100 personas correteando por la calle para desactivar una bomba.
El Cluedo en vivo lo suelen instalar en este salón que parece sacado de un castillo. Está en la cafetería Pudding Diagonal. El juego incluye una cena para chuparse los dedos aunque tengas las manos manchadas de sangre. 50 euros (entre 2 y 3 horas de juego + atrezo + cena y bebidas). «Los manjares –te garantizan– están libres de veneno».
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