EDUCACIÓN TECNOLÓGICA

¿Conoces (y cumples) las normas de cortesía con tu 'smartphone'?

Si volviéramos 20 años atrás, nos daríamos cuenta de que tenemos conductas totalmente interiorizadas que hace tiempo eran impensables

La introducción de los 'smartphones' ha comportado un cambio en las normas de etiqueta.

La introducción de los 'smartphones' ha comportado un cambio en las normas de etiqueta. / periodico

Beatriz García Manso

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Únete al movimiento de la buena educación tecnológica: es un propósito de Año Nuevo fácil de cumplir, al alcance de todos y que contribuiría en gran medida al bienestar de todas las personas de nuestro entorno.

¿Nuestros hijos están tan adorables cantando villancicos que vemos los vídeos en el autobús y nos enorgullece que los oiga todo el mundo? ¿Estás tan (pero tan) enamorada de tu nuevo novio que no puedes dejar de revisar el WhatsApp durante la cena de Nochevieja para ver si te ha mandado algún 'mensajito' romántico? ¿Te han mandado un chiste tan bueno que no puedes evitar compartirlo en el grupo de compañeros de trabajo? Seguramente muchos podemos reconocernos en alguna de estas situaciones y todas ellas incumplen las normas de 'tech-etiquette', también conocidas como normas de cortesía para el uso del móvil.

El 'smartphone' y las nuevas tecnologías llegaron para hacernos la vida más fácil pero es importante mantener un control en su uso. El abuso tiene efectos secundarios: afecta a nuestra salud y a nuestro equilibrio emocional, disminuye los niveles de concentración e interfiere en nuestras relaciones familiares, sociales y hasta laborales. Para que la experiencia tecnológica sea del todo satisfactoria, es fundamental hacer un uso seguro, sano y responsable. Este es el objetivo del proyecto promovido por Orange, Por un uso 'love' de la tecnología, cuya campaña navideña nos recuerda la importancia de adoptar buenos hábitos en lo referente a nuestra vida en línea.

Por eso hemos recopilado un pequeño manual de usos y costumbres adaptado a la era del 'smartphone'.

1. Nunca en la mesa. Por norma general, el móvil no está admitido sobre el mantel (ni en cenas o comidas formales ni en reuniones de cañas con los amigos). El motivo es muy sencillo: la personas que tenemos al otro lado de la mesa merecen toda nuestra atención y respeto. Estar pendientes del móvil, atender llamadas o chequear cada dos por tres nuestros mensajes es sumamente descortés porque da a entender que nos importa más quién nos llama o escribe que las personas que tenemos al lado. Si esperas una llamada importante, adviértelo a los demás y atiéndela rápidamente sin alargar la conversación.

2. Preserva el 'espíritu' de los grupos de WhatsApp. La buena educación exige respetar la finalidad para la cual fueron creados (organizar un viaje, comprar un regalo de Reyes, tratar asuntos del colegio de los niños…). Esto significa que no es adecuado inundar los chats con chistes, bromas, vídeos o cadenas de favores virales.

3. En espacios públicos: auriculares. Estamos en días de envíos masivos de vídeos, mensajes de voz, villancicos y actuaciones de colegio o similares… Si aprovechamos para verlos durante los trayectos en transporte público, en una sala de espera o mientras nos tomamos algo en una cafetería, el uso de auriculares es imprescindible. La misma norma rige cuando escuchas música. Tampoco es respetuoso utilizar el móvil mientras pagamos en la cola del supermercado, o mientras nos atienden en la frutería: es descortés para el empleado que nos está sirviendo, ralentiza el ritmo de trabajo y hace perder el tiempo a quienes esperan detrás de nosotros.

4. En el trabajo: información, sí; distracción, no. 'Tablets' y móviles son bienvenidos en las reuniones siempre que sean necesarios para compartir información, hacer presentaciones o si se espera una llamada realmente crucial. Además, levantar la cabeza y mirar cara a cara a nuestros compañeros no solamente es cuestión de educación, también recabaremos información importante que se transmite con lenguaje no verbal.

5. Predica con el ejemplo. Los hábitos se forman en la infancia y perduran para toda la vida. No se trata de prohibir el uso de la tecnología sino de establecer límites. Las normas son para todos y la mejor manera de inculcarlas es predicar con el ejemplo: ¿Qué autoridad puede tener un padre que le pide a su hijo que coma verduras si él mismo no las prueba? Con la tecnología pasa igual: no habrá manera de que los chavales suelten el móvil si los padres estamos todo el día pegados a este.