¿Por qué el huevo cuesta un huevo?

Al hacer una tortilla no pensamos que 5.000 granjas del país están amenazadas por falta de rentabilidad, hay pasteleros que no harán turrones o el Banco de los Alimentos de Barcelona se ve obligado a suministrar dos huevos al mes en vez de cuatro.

No hay huevos

No los suficientes. "Durante la pandemia no sabíamos dónde meterlos, ahora si me piden 100 cajas, no las puedo servir", lamenta Josep Escoda, dueño de una de las pequeñas explotaciones que quedan en pie en Catalunya, en Mora de la Nova (Tarragona). Tiene 12.800 ponedoras que han 'sobrevivido' a las oleadas de calor –"a 42º, ponían un 30% menos"–, y encaran el invierno, en el que entran en una especie de hibernación y rinden menos. Y como en Europa hay gripe aviar, las granjas están en alerta máxima. Si las aves enferman, hay que sacrificarlas. Y vuelta a empezar.

El virus de influenza aviar es una de las causas de la escalada del precio. LA que más, en opinión de Maria Rosa Bonet, dueña de DBonet, mayorista de huevos de Marcabarna, que surte a restauradores, y provee a clientes del sur de Francia, Holanda, Canarias y Baleares. "Europa está a tope de gripe aviar, no hay tanta pollita para reponer a las sacrificadas y, por tanto, hay menos huevos circulando –explica–. Quieres llenar el almacén y no puedes".

Los pequeños pierden

En España hay 47 millones de ponedoras (cuatro en Catalunya, cuando en 2002 eran 6'3 millones). "El huevo no es negocio porque está quedando en manos de cuatro”, se queja Escoda. En España, en las del Grupo Guillén, con una cabaña de 6 millones que proveen a Mercadona; y de Granja San Miguel, con 3 millones, que surte a Lidl, Aldi y Carrefour.

"Por economía de escala, los grandes resisten mejor y los pequeños sufren, y sufrirán más", observa Anna Toda, directora de la Federació Avícola Catalana (FAB), que agrupa a 260 productores. Y más apuros pasarán si la Comisión Europea acaba imponiendo la eliminación de jaulas y deben afrontar el coste de la adaptación a la normativa.

El 'fardo' del pienso

Explica Maria Carme Soler, directora de la Associació Catalana de Fabricants d'Aliments Compostos (ASFAC), que reúne al 90% de los industriales catalanes, que el sector arrastra desde 2021 los desvaríos de la energía. "Entre enero del 21 y enero del 22, antes de la guerra de Ucrania, el precio en euros/kilovatio aumentó un 110%; el gas, un 350%, y el gasoil, un 32% –enuncia–. Entre enero del 21 y agosto del 22, la electricidad subió un 170%; el gas, un 640% y el gasoil un 60%".

Además, el precio de los cereales se decide en el mercado de Chicago, con la participación del Marché a Terme Internacional de France (MATIF), una corporación privada que es a la vez una bolsa de futuros. Están sometidos a la especulación (los futuros del trigo y el maíz subieron en noviembre a su nivel más alto desde junio tras la voladura del puente de Crimea, por ejemplo).

A esto hay que sumar que el principal puerto español de descarga de cereales es el de Tarragona está tensionado por un conflicto laboral. Los barcos esperan a descargar el maíz que "procede de Ucrania (36,4%), Brasil (30,3%) y Rumanía (25,7%), mientras el trigo viene de Bulgaria (38,8%), Rumanía (14,7%) y Lituania (14,5%)", desglosa la ASFAC. La tonelada de pienso –ración anual de la ponedora– costaba en 2021 225 euros, y hoy se paga a 480.

1,45€ a pie de granja

"A pie de granja, el coste de la docena es de 1,45 euros, así que la ganancia por docena es de 10 céntimos, cuando antes de la pandemia era de 20", calcula el avicultor Escoda. "El coste de una pollita ponedora es de 6,56 euros", fija Antonio Agut, de Granja Crusvi, SA, empresa de incubación y cría de aves. Ocho tras la cría.

"Si compras 10.000 pollitas a 8 euros, necesitas una póliza de 80.000 euros –con intereses al 8%–, que sumada al pienso, suponen 150.000 euros para empezar", señala Escoda. Y hay que embalarlos –"los envases han subido un 50%", anota la FAC–, y trasportarlos hasta el consumidor, que paga una media aproximada de 2 euros.

¿Quién lo puede pagar?

Según Equalia, el 80% de los huevos que se consumen son de gallinas enjauladas. Pero hay quien, como Oriol Martínez, dueño de The Egg Lab Brunch (Sepúlveda, 80, Barcelona), emplea al mes unos 15.000 huevos de aves criadas en libertad en una granja de Calaf (Anoia). "En los últimos meses me han subido 40 céntimos la docena, pero mis platos rondan los 12-14 euros, son parte de una experiencia gastronómica y los clientes no lo cuestionan. "La pregunta es: ¿Cuánta gente se lo puede permitir?". Jordi Nogués, del Forn Magí de Mora la Nova, ha tomado una decisión: "Este año no he hecho 'panellets' i no fabricaré turrones".