S-81

El buque
más deseado
por la Armada

España multiplica su potencia naval con el submarino S-81 Isaac Peral

La recepción del submarino S-81 Isaac Peral es un importante acontecimiento militar e industrial. La Armada sube un escalón estratégico clave, Defensa inicia el despliegue de su programa de submarinos convencionales oceánicos de última generación, la clase S-80, y España entra en un reducido grupo internacional de potencias industriales.

El primer submarino íntegramente diseñado y fabricado en España ha tenido que superar diversas dificultades industriales, empresariales, de tamaño y flotabilidad desde 2013. La entrega de este arma multimillonaria en inversión se produce tras una larga espera, flanqueda por diversos retrasos; el último, de cinco meses este mismo año.

Pero es la obra tecnológicamente más compleja que ha abordado este país, con más de 19,9 millones de horas de trabajo en producción y 6,6 millones en ingeniería para 2.000 empleos directos, que a su vez han generado más de 6.000 indirectos e inducidos en industrias auxiliares y en centros de decisión y diseño de España y Europa.

En el área de Cartagena (Murcia) es ya un tractor industrial. En el PIB español, el nuevo submarino genera un impacto anual (entre contribución directa, indirecta e inducida) de más de 250 millones de euros.

Serie S-80: las partes principales

Retrato robot

Botadura: 22 de abril de 2021

Entrega: 30 de noviembre de 2023

Velocidad máxima: 20 nudos en inmersión y 12 nudos en superficie

Propulsión prevista: sistema AIP. Mientras se le instala, electricidad producida por diésel.

Combustible: hidrógeno producido a partir de bioethanol ST .

Profundidad máxima: 300 metros

Autonomía: en superficie, 55 días (por los alimentos que puede embarcar) y 45 días en misión tipo. De esos 45 días, 25 se emplean en tránsito a la zona (ida y vuelta) y 30 en la propia misión. El tiempo real que el S-81, gracias a la AIP, será capaz de mantenerse bajo el agua sin salir "a respirar" es secreto militar. Se ha difundido un cálculo medio: es capaz de sumergirse durante cuatro semanas si se mantiene navegando a cuatro nudos. El tiempo se reduce a días si va a más velocidad. Esta capacidad multiplica la de la clase Agosta, o S-70, submarinos anteriores de la Armada (Galerna, Siroco, Mistral y Tramontana), que aguantan 75 horas a 200 metros de profundidad.

Su sistema de combate SCOMBA es de producción nacional y combatible con el SCOMBA que utilizan las fragatas F-110. Se reparte en 200 nodos informáticos por todo el buque.

El submarino está blindado no solo en el casco, también en la ciberseguridad de sus sistemas.

Su diseño y la motorización AIP le proporcionan lo que los marinos llaman "firma acústica" muy reducida, además de capacidad de operar en aguas poco profundas.

ARMAS

Seis tubos ambivalentes de Babcok (británicos). Son capaces de disparar otras armas, además de torpedos, entre ellas el misil Tomahawk si alguna vez lo llevara.

Torpedos: DM2 A4 Atlas (alemanes). Filoguiados con cable de fibra óptica. Alcance: 50 km a 90 km/h. Potencia explosiva: 450 kilos de TNT.

Capacidad para lanzar misiles de ataque selectivo en tierra. En el futuro, quizá cohetes del sistema Harpoon, o del NSM, Naval Strike Missile (noruegos), que son los mismos que lanzarán las fragatas F110.

El buque ya tiene comandante, el capitán de corbeta Manuel Corral. La dotación alistada es especialmente reducida por la alta automatización del sistema de combate y el sistema de control de plataforma.

OCHO MISIONES

En tiempo de paz:

1.- Disuasión en aguas territoriales.

2.- Inteligencia, control y vigilancia de otros buques.

En tiempo de guerra:

3.- Caza de buques de superficie mediante lanzamiento de torpedos, minas o misiles.

4.- Minado de aguas.

5.- Caza de otros submarinos mediante disparo de torpedos o minas.

6.- Ataque a puertos mediante torpedos y misiles o de fuerzas e instalaciones en tierra mediante misiles.

7.- Introducción o evacuación en el teatro de operaciones de unidades de Fuerzas Especiales o personal civil.

8.- Integración en grupos navales de combate.

Valor estratégico

Tras 35 años sin recibir un submarino nuevo, España sufre una carencia en la capacidad de guerra submarina que se volvió muy severa en los últimos 15 años.

Las causas: el envejecimiento de sus S-70, la agonía presupuestaria originada por la crisis de la burbuja financiera de 2008 y el retraso en el desarrollo del S-81.

Dados de baja en 2012 y en 2020 el Siroco y el Mistral, a la Armada le quedaban solo dos submarinos de la clase S-70, el Galerna y el Tramontana, de los que está operativo solo el segundo, pues el otro está en reparación.

Entre tanto, en el entorno físico de España:

  • Marruecos avanza en negociaciones para dotarse de sumergibles Scorpéne franceses o Amur rusos.
  • Argelia tiene cuatro submarinos de la clase Kilo de fabricación rusa, y mantiene encargados otros cuatro. Es el país del Magreb con la marina de guerra más potente.
  • Portugal tiene dos submarinos clase Trident alemana, el Tridente y el Arpao. Es una flota deficitaria, dada su enorme superficie marina de interés -hasta Azores y Madeira- y su economía dependiente del tráfico marítimo.
  • Francia tiene 10 submarinos nucleares, repartidos en las clases Triomphant, Rubis y Barracuda.

Pruebas con el S-81 en Cartagena. Foto: Navantia

Pruebas con el S-81 en Cartagena. Foto: Navantia

Un submarino es un arma potentísima no solo por su capacidad de ataque, también por la de disuasión. Uno solo de estos buques es capaz de mantener parado el tráfico de aprovisionamiento y mercancías de toda una costa, (como la Mediterránea española) o un eje marítimo (como el Estrecho – Canarias).

La Armada aspira a contar con cuatro S-80 en 2029:

Cuatro submarinos es el número mínimo para una disuasión efectiva, porque cada uno de estos sumergibles pasa ciclos de tres en tres años: uno de alistamiento, otro de trabajo operativo, otro de carena o revisión y reparaciones.

Teniendo en cuenta este ciclo, con cuatro submarinos se pueden tener plenamente operativos dos a la vez.

La Armada conservará al menos hasta 2027 uno de los viejos S-70, de clase Agosta, el Galerna, que en 2022 acabó una gran carena (o gran reparación y reforma) que le dará otros cinco años de vida. El otro S-70, el Tramontana, está ya en fase de desarme y no se puede contar con él. La Armada pues, con el Galerna y los nuevos de la serie S-80, tendrá cinco de estos buques.

Todos los submarinos
de la Armada Española

Valor industrial

Primero. Todo el programa tiene un coste de 3.980 millones de euros, a dividir entre cuatro submarinos no nucleares… o cinco, si se fabricase uno más de esta clase.

Segundo. El S-81 es una obra de una enorme complejidad técnica: un tubo de acero capaz de albergar y transportar personas en un entorno completamente hostil para la vida humana, y captar y enviar señales, elaborar inteligencia, hacer maniobras en espacios poco propicios para la navegación, moverse rápida y silenciosamente, defenderse y atacar objetivos. En materia de ingeniería, es una obra de dificultad similar a la construcción de una nave espacial.

Tercero. El S-81 es el primer submarino construido y diseñado íntegramente en España. Han participado en la obra de Navantia más de 100 empresas españolas; entre ellas, Bionet, Gamesa, Mecánicas Bolea, Herjimar, Suardiaz, Indra, Abengoa Innovación, Cidaut, Sainsel, SAES y Applus.

Con este buque, España ingresa en un club muy exclusivo de 11 potencias industriales capaces de construir en solitario su propio submarino: EEUU, Reino Unido, Alemania, Francia, Rusia, Japón, China, Suecia, Corea del Sur y (presumiblemente) Corea del Norte.

Cuarto. La entrega del S-81 a la Armada abre la puerta a la empresa pública Navantia a ofrecer con más factores a favor este producto a los países que de momento se han interesado en el buque, entre ellos Polonia, Canadá, India y Filipinas. Y es ahora y no antes: "Ninguna nación va a adquirir un submarino que no esté navegando", explica un alto oficial de la Armada. Por eso, a partir de diciembre serán invitadas delegaciones internacionales a visitar el Isaac Peral.

Item 1 of 2

Valor científico

Los ingenieros han tenido que superar 11 retos tecnológicos:

1/ El diseño de su casco exterior y casco interior resistente.

2/ Diseñar un Sistema de Combate (SCOMBA) Integrado exclusivo. Es capaz de seleccionar centenares de blancos a partir de los datos que recibe.

3/ Enlazar ese sistema de combate con una Suite Sonar -los ojos, o en realidad oídos, del buque- que lleva antenas en los flancos, una antena principal en la proa y una antena remolcada que se recoge (Chigre).

4/ Desarrollar un motor de funcionamiento independiente del aire, que consume hidrógeno a base de la quema de bioethanol y oxígeno, para alimentar con electricidad las baterías del buque.

5/ Diseñar un software de control de toda la plataforma de navegación.

6/ Diseñar un motor eléctrico muy discreto, de imanes permanentes , como propulsor. Este reto le correspondió a Gamesa.

7/ Diseñar simuladores -alguno de hasta 12 metros y 40 toneladas- para las pruebas del buque.

8/ Diseñar e integrar espacios de carga de torpedos, misiles y minas para seis tubos de lanzamiento.

9/ Diseñar el sistema de lanzamiento para esas armas y enlazarlo con el SCOMBA.

10/ Mejorar la habitabilidad para una dotación que, además, ha de ser más reducida de lo habitual, e integrar un pequeño hospital entre los alojamientos. La firma Gabadi, de Ferrol, se encargó de diseñar la zona de habitabilidad.

11/ Diseñar un periscopio optrónico. Eso implica que no hay un tubo que sube y baja, entra y sale en el submarino, sino un mástil fijo que transmite la imagen por cable al interior.


El submarino S-81 integra 180 sistemas, lleva 12.000 tuberías y 6.000 cables. El trazado es tan complejo que sus creadores han tenido que fabricar un robot capaz de guiarse en medio de esa maraña.

La dificultad tecnológica hermana al submarino con el transbordador espacial: ambas naves deben operar en total aislamiento y en un entorno hostil extremo… y manteniendo viva a la tripulación.

Escollos
y carencias

En mayo de 2013 el S-81 encalló en un error de cálculo. Dos años se sumaron al retraso en la entrega sobre la fecha inicialmente prevista. Navantia lo explicó como "desviaciones relacionadas con el balance de pesos del submarino". Esas desviaciones eran de entre 70 y 100 toneladas. Comprometían la capacidad del buque de emerger una vez sumergido. Solo se presentaba una solución: hacerlo más grande, de 71 metros a sus actuales 80.

Sobre el sobreprecio que representó este contratiempo hay versiones. La más extendida: siete millones de euros por cada metro alargado.

El nuevo buque de la Armada pertenece a la serie S-80, de submarinos que navegan con AIP pero no incorpora aún esa capacidad; Navantia se la tendrá que añadir más tarde, en 2028.

La razón: aunque el diseño del submarino y el de la propulsión comenzaron a la vez, el primero avanzó más rápido a la fase de "madurez tecnológica" que el segundo.

El diseño del motor, tras tropiezos empresariales con la crisis de Abengoa por medio, recibió un impulso clave de técnicos del Centro de Innovación de Automóvil, en Valladolid.

Tras entregar el Isaac Peral, Navantia botará el S-82 Narcís Monturiol, y después el S-83 Cosme García. Será este tercero el que ya llevará el sistema AIP integrado, "nativo" o de serie. A los dos primeros se les instalará en su primera gran carena, o sea, a los seis años de funcionamiento u "operación".

Un reportaje de EL PERIÓDICO

Textos:
Juan José Fernández
Diseño e infografías:
Alex R. Fischer
Coordinación:
Rafa Julve