El 10 de marzo se cumplen cien años del asesinato del Noi del Sucre. En el mismo atentado cayó herido de muerte Francesc Comas, Paronas, hoy casi olvidado.

EL PERIÓDICO reconstruye aquellos días turbulentos.

Salvador Seguí, el Noi del Sucre, fue acribillado a balazos en la calle de la Cadena de Barcelona. Era el principal líder anarcosindicalista del momento, un puntal de la incipiente CNT, que con él al frente se convirtió en una organización con un peso político determinante.

Pero Seguí no fue el único que cayó el 10 de marzo de 1923. Junto a él iba Francesc Comas, Paronas, un vidriero de 26 años. Habían estado tomando café poco antes en la plaza Universidad con Lluís Companys y otros dirigentes obreristas. Paronas también recibió varios disparos esa tarde, y falleció a consecuencia de ellos tres días después.

Preocupadas por evitar algaradas, las autoridades corrieron para enterrar casi de incógnito a Seguí. Pero no pudieron evitar que el funeral de Francesc Comas, celebrado el domingo 18 de marzo, paralizase Barcelona y reuniese a decenas de miles de personas.

Las muertes del Noi del Sucre y Paronas constituyen el epítome de unos años convulsos y llenos de contrastes, en los que el florecimiento cultural y económico convivió con la resistencia armada de una patronal que se resistía a reconocer derechos a los trabajadores.

Tiempos de agitación social

La neutralidad de España en la Primera Guerra Mundial había proporcionado al país un rápido desarrollo, sobre todo en algunas zonas urbanas, pero también un aumento de los encontronazos sociales.

El crecimiento de la CNT -el sindicato anarquista, fundado en 1910, contaba en 1923 con más de medio millón de militantes- estuvo marcado por su liderazgo en la huelga de La Canadenca, que constituyó uno de los conflictos laborales más importantes de la historia de España y fue todo un éxito del movimiento obrero.

También puso a la organización en el punto de mira de la patronal, que con el Sindicato Libre trató de contrarrestar esa pujanza en su hábitat, las calles de Barcelona, y a tiros. Hubo unos 300 asesinatos políticos en los tres primeros años de la década de los 20. Dos de ellos, uno por cada bando, fueron muy significativos y prologaron la caída del Noi del Sucre. En noviembre de 1920, pistoleros del Libre acabaron con la vida del abogado libertario Francesc Layret, que había defendido entre otros a Seguí y a Companys; cuatro meses después, militantes anarquistas mataron en Madrid al presidente español, el conservador Eduardo Dato.

El héroe de La Canadenca

El Noi del Sucre, como era conocido Salvador Seguí quizás por su costumbre de comerse los terrones de azúcar que acompañan al café, destacó desde la adolescencia como un brillante orador. Pintor de paredes de profesión, Seguí sobresalió como uno de los dirigentes más pactistas de la CNT, de la que llegó a ser secretario general en Catalunya. En 1919 la huelga de La Canadenca lo consagró como uno de los principales líderes sindicales del país; por su intervención en ese conflicto, que paralizó Barcelona durante semanas y que propició derechos laborales aún hoy vigentes, fue deportado en 1920 al castillo de La Mola de Maó.

El prometedor activista

La biografía de quien fue abatido junto a Seguí es más modesta. Francesc Comas, llamado Paronas por la 'casa pairal' de su familia en L'Hospitalet, era vidriero y un prometedor sindicalista. Prueba de ello es que representó a los cristaleros barceloneses en el histórico Congreso de Sants de la CNT en 1918, y que era uno de los 39 activistas -junto al Noi del Sucre y también Lluís Companys- deportados a Maó en 1920.

La tarde del día de la muerte de ambos, Paronas va a buscar a Seguí a su piso de la calle Valencia de Barcelona, y juntos cogen el tranvía en dirección a la plaza Universidad.

En aquellos años 20 del siglo pasado, Barcelona es un hervidero social y cultural cuyos principales puntos neurálgicos se extienden por el centro de la ciudad. Numerosos cafés y teatros se disputan a un público creciente, alentado por los tímidos progresos culturales y económicos.

Hace unos años que el modernismo ha empezado a salpicar de edificos majestuosos el corazón de la ciudad, y revistas y zarzuelas llenan las salas del Paralelo. Pero, acabada la guerra, la bonanza disminuye y se avecinan cambios.

La patronal quiere cerrar el grifo de las concesiones, después de que la huelga de La Canadenca convirtiera a España en uno de los primeros países en instaurar la jornada laboral de ocho horas.

En ese contexto, en la tarde del 10 de marzo de 1923, el Noi del Sucre y Paronas hablan de la situación laboral en el café Tostadero de la plaza Universidad. Pocos días antes había sido asesinado Josep Martí Arbonés, dirigente del Sindicato Libre.

Tras departir con Lluís Companys, entre otros, los dos salen del Tostadero en dirección al sindicato del ramo de la construcción.

Bajan por La Rambla.

En la esquina de las calles Cadena y San Rafael, donde hoy está la Rambla del Raval, Paronas entra en un estanco para comprar tabaco. Hace rato que los siguen discretamente.

Mientras está dentro, Paronas oye tiros en el exterior. Tres hombres han disparado a Seguí. Son pistoleros de la patronal.

Paronas sale a la calle y a él también le disparan en un costado. Escapa corriendo y, cuando va a entrar en una carnicería de la calle Cadena, otro tiro le alcanza en la pierna.

Esa última bala traspasa también la libreta en la que anotaba los pedidos que le hacían como vidriero.

El Noi del Sucre muere casi en el acto, y deja un gran charco de sangre en la calle. Según algunas investigaciones históricas, los pistoleros que matan a Seguí y Paronas son Carlos Baldrich, Manuel Simón y Amadeo Buch. Otra versión vincula con el atentado al célebre asesino del Sindicato Libre Inocencio Feced.

Paronas pasa primero por la casa de socorro de la calle Barberà, y después le llevan al hospital de la Santa Creu, donde le operan. Tiene el hígado destrozado y su estado es gravísimo.

Paronas pasa sus últimas horas en el hospital Clínic,
donde fallece el 13 de marzo.

Rosa Comas habla del asesinato de su padre. (Vídeo: Ivan Miró)

Rosa Comas habla del asesinato de su padre. (Vídeo: Ivan Miró)

Al día siguiente, el asesinato fue la principal noticia de todos los periódicos de la época.

Item 1 of 6

Un funeral que congrega
a 200.000 personas

Tras una negociación entre las autoridades y la CNT, se acordó que el funeral de Paronas se celebrase el domingo 18 de marzo. Las crónicas de la época dan cuenta de la magnitud de la muchedumbre que le despidió: algunos diarios hablan de 200.000 obreros en la calle, y los servicios de transporte quedaron interrumpidos por el gentío y en solidaridad con las víctimas. Porque aquel día el homenaje era tanto para Paronas como para Seguí, al que sus compañeros no habían podido despedir. El cuerpo de Francesc Comas, siempre acompañado por una multitud dominada por la emoción y el respeto, salió del hospital Clínic en un coche de tercera clase y bajó por la calle Villarroel hasta la calle de las Cortes, la actual Gran Via. Por allí llegó a la plaza España, desde donde se adentró en Sants, el barrio de Paronas. En la carretera de Sants, algunos vecinos lanzaron ramos de flores sobre el coche mortuorio.

Los periódicos recogieron también el entierro de Paronas.

Los periódicos recogieron también el entierro de Paronas.

Rosa Comas habla del funeral de su padre. (Vídeo: Ivan Miró)

Rosa Comas habla del funeral de su padre. (Vídeo: Ivan Miró)

La comitiva llegó finalmente al cementerio de Sants, que, pese a su nombre, está administrativamente en L'Hospitalet. Según explicó la hija de Paronas, Rosa Comas, una suscripción popular entre los sindicalistas más allegados a su padre pagó el nicho. Ella no estaba allí: había nacido el 16 de marzo, tres días después de la muerte de su padre y dos días antes del funeral. El último en hablar durante el acto fue Joan Peiró, entonces secretario general de la CNT y que años después se convertiría en ministro durante la Segunda República. Rosa Comas, que falleció en 2017, y su hija Àngels Ollé, que ahora tiene 69 años, siempre pensaron que Francesc Comas no había recibido el reconocimiento que merecía, al contrario de lo que pasó con el Noi del Sucre. La familia espera empezar a subsanarlo con los homenajes previstos para el centenario de su asesinato.

Àngels Ollé, nieta de Paronas, explica la relación entre su abuelo y el Noi del Sucre.

Àngels Ollé, nieta de Paronas, explica la relación entre su abuelo y el Noi del Sucre.

Un reportaje de EL PERIÓDICO

Textos: Daniel G. Sastre
Ilustraciones: Ramon Curto
Imágenes: Elisenda Pons
Coordinación: Rafa Julve
Agradecimientos: Familia Comas y Ferran Hortigüela