EL desfile del
12 de octubre
como nunca te lo han contado
Claves y secretos de la principal parada militar española
Madrid acoge el desfile
número XXXVIII
de la Fiesta Nacional de España
Una ley emitida el 7 de octubre de 1987 se publicó en el BOE firmada por el Rey Juan Carlos y el presidente Felipe González con un solo artículo: “Se declara Fiesta Nacional de España, a todos los efectos, el día 12 de octubre”. Desde entonces se han sucedido 37 desfiles de lo que en las Fuerzas Armadas llaman, con su costumbre de abreviar, “el DFN”.
La parada militar tiene su hora fijada con los 21 cañonazos que avisan de la llegada de los reyes. A partir de ese momento, y tras ceremonias de honores, salen al eje central de Madrid, entre la estación de Atocha y la plaza de Colón.
Participan:
- 3.847 hombres y 524 mujeres
- 229 caballos
- 6 perros
- 1 borrego
- 123 vehículos de guerra
- 39 motos
y, por encima, 45 aviones y 29 helicópteros.
📹 Para militares como la cabo paracaidista Lidia Sánchez, el desfile es un momento difícil de explicar, mezcla de entrega y orgullo.
(Vídeo ↓)
El recorrido
Un origen perdido en el tiempo
La tradición de grupos de seres humanos armados mostrándose en orden ante otros humanos de su misma tribu pudo iniciarse en la prehistoria y se perfeccionó en Grecia, Roma y China, pero en España el primer desfile militar sobre el que hay datos históricos tuvo lugar el 19 de noviembre de 1485. Fue la entrada en Madrid de los reyes Isabel y Fernando celebrando victorias -aún no la conquista- sobre el reino de Granada.
El primer desfile español moderno que se ha datado imitó los que montaba Napoleón para enervar al pueblo francés. Tuvo lugar el 23 de agosto de 1808 en Madrid, tras la victoria de Bailén sobre los franceses.
La Rendición de Bailén. Cuadro de Casado de Alisal
La Rendición de Bailén. Cuadro de Casado de Alisal
Cada uno en su lugar,
cada cual a su ritmo
Todo desfile es, en el fondo, una danza, y tiene su coreografía. Como los guerreros neolíticos bailando con sus armas alrededor del fuego, cada cual ocupa una posición y se ajusta a una cadencia.
Una tradición castrense pone orden por la antigüedad (oficial) de los ejércitos. La Guardia Real proviene del cuerpo de alabarderos que custodiaba a los Reyes Católicos desde 1502. El Ejército de Tierra, de una ordenanza militar de 1503, tras la guerra de Granada. La Armada se consolida en 1509, con la primera acción conjunta de las marinas de Castilla y Aragón: la toma de Orán a los piratas berberiscos. El Ejército del Aire nace, por ley, el 7 de octubre de 1939.
La prelación del más antiguo se ve al pasar las banderas y estandartes de las unidades participantes: primero el emblema de la Guardia Real, después los de las unidades de Tierra, navales y del Aire. Y luego la UME, Guardia Civil, Policía…
El orden de antigüedad también se refleja en el paso de las unidades motorizadas, pero ya no en el del personal a pie, que rota por años.
Lo que no cambia es la velocidad: a 15 kilómetros por hora los vehículos y a 124 pasos por minuto los hombres y mujeres. Excepciones: la Legión, a 160 pasos por minuto, y los Regulares, a 90 por minuto.
A caballo se desfila a 11 kilómetros por hora.
Composición del desfile terrestre
Unidades motorizadas
Agrupaciones a pie
Composición del desfile aéreo
Una bandada de mirlos
y una manada de uros
En tierra, los desfiles españoles no suelen desplegar numerosas unidades acorazadas y de artillería. Son más danza que alarde.
En el aire, por el contrario, hay más alarde que danza: se muestran sus armas más potentes, en este caso los cazas Eurofighter, F-18 y Harrier, pero corresponde a aeronaves más pequeñas cerrar el espectáculo.
En el desfile terrestre, este año tiene protagonismo un vehículo de infantería. Su nombre técnico es VAMTAC (Vehículo de Alta Movilidad Táctica), y el que recibe al salir de su fábrica de Valga (Pontevedra) es Uro. Según las prestaciones que monte y su blindaje puede costar hasta 600.000 euros.
En la parada pasarán 29 de muy diversos tipos.
Este año, por primera vez no se verá a la Patrulla Águila, que protagonizaba un momento cumbre al volar sobre la parada militar formando con humo la bandera de España. Sus cazas de entrenamiento C-101 se jubilaron en junio.
Es el momento del Pilatus, que no es un reactor sino un turbohélice, pero que tiene una de las aviónicas más avanzadas y que ha escogido el Ejército del Aire y el Espacio para formar a los pilotos de su Academia General, incluida la alumna Leonor de Borbón.
Cinco E.27 Pilatus PC-21 sobrevolarán el desfile en la Formación Mirlo. Aún no están integrados como escuadrilla acrobática.
📹 Para el teniente canario Dominik Hatlova, piloto de un caza F-18, desfilar en el aire “es un momento que no se olvida en la vida”.
(Vídeo ↓)
Cuernos, cascos,
colmillos y garras
Uno de los momentos más visionados del desfile del 12-O en televisión es, cada año, la aparición de la mascota de la Legión. Este año es un borrego. Tiene tres años y se llama Baraka, que significa buena suerte en dialecto bereber.
El borrego Baraka, que desfila este año.
El borrego Baraka, que desfila este año.
La tradición de las mascotas en las unidades militares procede del tiempo en que los grandes despliegues llevaban ganado para su sustento. Siempre algún animal era indultado porque le cogían cariño los soldados.
En todos los ejércitos del mundo hay unidades con mascotas, o que eligen como símbolo a un animal. Es frecuente el león en las británicas, el oso en las rusas, el tigre (símbolo del Ala 15 de cazas F-18 del Ejército del Aire, y que da nombre a los helicópteros de ataque del Ejército), el leopardo (que nombra al carro de combate europeo más potente) ...
La primera cabra legionaria que desfiló lo hizo ante el presidente de la República Niceto Alcalá Zamora. Fue en Ceuta, en el verano de 1933.
La Unidad Militar de Emergencias tiene como mascota a Lume, un búho real. Los boinas verdes del Mando de Operaciones Especiales tienen un pastor malinois, Zero. El perro ha estado desplegado con ellos en Irak.
📹 El cabo de la Guardia Civil Luis Delgado Ludueña lleva ya 17 desfiles a caballo. El instituto armado tiene un escuadrón especial de sables con caballos de raza Pura Sangre Española. En la unidad, entre hombre y animal se establece un vínculo especial, imprescindible para operar. Luis se sabe los nombres de todos los caballos que ha tenido en 20 años de jinete: Talud, Coracero, Fakir, Refugio, Gigante, Oneale y, ahora, el potro Verdón.
(Vídeo ↓)
Los escogen en la Yeguada Militar con tres años de edad y los doman durante seis meses. Alguna vez se han incorporado caballos requisados a criminales. Tras entre 15 y 20 años de servicio, pueden quedárselos los jinetes o vuelven a la yeguada, o se subastan (precio de salida, unos 1.000 euros) para escuelas hípicas, o se los quedan oenegés como la catalana Retired Heros, que los cuidan hasta su muerte.
Secretos de las vestimentas
Un desfile, además de una danza, es un peculiar pase de moda, sin cambios de temporada, pero en el que la uniformidad proporciona identidad, y en el que numerosas prendas y colores son fruto de tradiciones.
El chapiri, el gorro legionario (FOTO ↓), es hijo de una de ellas. Su nombre procede del chaperot francés, una barretina picuda, acabada en una borla que, al oscilar demasiado en carrera o a caballo, molestaba a los soldados, hasta que decidieron remeterla por un borde, quedando en gorro rectangular. Una leyenda de la Legión difiere de esta explicación y ancla la palabra “chapiri” en la lengua tamazirt del norte de Marruecos, que llama Sapir al sombrero picudo.
En la parada militar abunda la tela de color azul, y varias de sus tonalidades tiene un origen monárquico. Los oficiales de Estado Mayor llevan faja azul celeste, el color del chal que le regaló la reina María Luisa a Manuel Godoy. El valido se lo ciñó en la cintura, a la manera francesa. Y desde entonces…
Hay otros azules en filas. Los guardias reales a pie llevan uniformes azul turquí (FOTO ↓), y los lanceros a caballo visten un tono exclusivo, el “azul Cristina”. Fue el color que eligió para la caballería real la reina regente del mismo nombre, viuda de Alfonso XII.
Unidades a caballo de la Guardia Real, con el uniforme en azul María Cristina .
Unidades a caballo de la Guardia Real, con el uniforme en azul María Cristina .
El vuelo más difícil
Aún no es tradición, sino costumbre. Se instauró en el desfile del 12-O de 2006, tratando de darle más brillantez. Ahora es uno de los picos de audiencia televisiva de la parada militar.
El paracaidista debe llegar a tierra en el punto exacto ante la tribuna de los reyes y las autoridades tras desplegar en el descenso una bandera española de 24 metros cuadrados y 15 kilos de peso.
El viento madrileño puede jugar malas pasadas: en 2019, el paracaidista que traía la enseña chocó con una farola.
Hace dos años se estrenó la primera mujer en esta misión, la cabo Carmen Gómez Hurtado.
Este es encargo para la PAPEA (Patrulla Acrobática de Paracaidismo del Ejército del Aire y el Espacio). Forman esa exclusiva unidad 14 hombres y una mujer. Los más noveles acumulan 2.100 saltos. El que más ha saltado es el cabo 1º Vicente Martínez: 9.500 veces.
Los cañonazos y el rito fúnebre
Al inicio de los actos del Día de la Fiesta Nacional hay una escena que pocos ven, pero que todos oyen: una salva de 21 cañonazos resuena cuando llegan los reyes.
Los dispara una batería de cinco cañones Oto Melara del calibre 105/14 de la Guardia Real.
La tradición procede de la Armada. En el siglo XV, cuando un barco se acercaba a un muelle de otro país, disparaba sus cañones sin proyectil. Con esa salutación (salva) demostraba que no traía malas intenciones: si disparaba, no le daría tiempo a volver a cargar cañones antes de llegar al alcance de las defensas.
La salva quedó establecida en un número bíblico: 7 cañonazos. Y desde puerto se contestaba con tres veces 7. Por eso son 21 cañonazos.
Con el tiempo la ceremonia se limitó solo a las visitas de reyes y jefes de Estado.
📹 Al nadador de rescate de la Infantería de Marina José Luis Mestre le parece que, además de rituales y valores, lo valioso es el compañerismo
En toda parada militar española se homenajea a los que dieron su vida por el país con la colocación de una corona vegetal junto a un monolito, llama perpetua o bandera.
Se entona entonces un himno, “La muerte no es el final”, que se fue haciendo conocido por su trágica repetición en entierros de víctimas de ETA.
Se inspira en una reflexión de San Agustín de Hipona: “La muerte no es nada, sólo he pasado a la habitación de al lado...”
Lo compuso un cura guipuzcoano, Cesáreo Gabarain, que creó muchas canciones para misas católicas y que tuvo un oscuro final de carrera al aflorar denuncias sobre viejos abusos sexuales a menores.
En 1981 las Fuerzas Armadas tomaron la parte central del himno. Fue por iniciativa del general José María Sáenz de Tejada, que lo había oído en un funeral en Navarra. Sáenz de Tejada contribuyó a parar el golpe de Estado de febrero de 1981.
Un reportaje de EL PERIÓDICO
Textos:
Juan José Fernández
Vídeos:
José Luis Roca
Diseño e infografías:
Alex R. Fischer
Coordinación:
Rafa Julve y Ricard Gràcia