Entrevista
Santi Vila: "Junts per Catalunya tiene muy buenos alcaldes y pésimos parlamentarios"
El exalcalde de Figueres y exconseller de la Generalitat de Catalunya lamenta que "el 1-O expusiéramos a la gente a la agresión de la policía"

El historiador Santi Vila Vicente, exalcalde de Figueres i exconseller de la Generalitat de Catalunya. / Santi Coll
Santi Vila Vicente (Granollers, 1973) es doctor en Historia, ejerce la docencia en la Universitat Ramon Llull y participa en la gestión de la empresa Aigües de Banyoles en el ámbito privado. Fue regidor y alcalde de CiU en la ciudad de Figueres. Diputado en el Parlament de Catalunya, ocupó las consellerias de Territori, Cultura y Empresa del Govern de la Generalitat entre 2012 y 2017. Implicado en el proceso independentista, fue juzgado por el 1-O y está imputado por el caso de Sixena.
¿Dónde y en qué contexto debemos ubicar sus inicios políticos?
La vida es vocación, circunstancias y suerte. ¿La vocación se despierta o se forja? Yo creo que un poco se forja, porque yo no tenía ningún tipo de vínculo familiar con la política. Me llegó, quizás, porque desde muy pequeño estuve vinculado con el escultismo, y esa vocación de servicio que tienen, el interés por el bien común, se me fue impregnando. Después, las circunstancias y la suerte. Si Maria Àngels Perxas no se hubiera presentado como candidata a la alcaldía por CiU y, por amistades comunes, alguien le hubiera hablado de mí, quizás nunca en la vida habría entrado en política municipal como lo hice.
Joven e idealista, antes también dirigió Esquerra. Aún recuerdo un encuentro con usted y Àngel Colom en la sede de Figueres, en la calle Colom, precisamente. Ambos fueron a parar a Convergència. ¿Un síntoma o un cambio de rumbo personal?
Cuando estudiaba la carrera fui militante de Esquerra y la dejé justamente por las peleas que tenían entre independentistas y partidarios de la España plurinacional. Entre los partidarios de Àngel Colom y los que en aquel momento apoyaban a Joan Puigcercós y Josep Lluís Carod-Rovira y que se encarnaba aquí en Figueres con un enfrentamiento muy fuerte entre los dos regidores del momento. Yo, en aquel momento, estaba acabando la carrera y recuerdo que el doctor Jordi Canal me dijo: "Déjate de peleas de partidos, ahora, y dedícate a la carrera académica".
Siempre que le he entrevistado me ha dicho que la política municipal es la auténtica política que ayuda a la gente, ¿lo sigue pensando?
Sin duda. Donde yo he sido más feliz es en mi condición de alcalde de Figueres. Y algo que a veces me ha sabido mal es cuando alguien ha presupuesto que, porque yo he ejercido con discreción mi papel de exalcalde, no quería mucho a Figueres. Siempre digo que yo se lo debo todo a Figueres. Todo, desde el punto de vista de la carrera política. La visibilidad, la confianza y el cariño de la gente, incluso en los momentos más locos del Procés, cuando mis decisiones costaban de entender. A mí nunca me ha gustado la función de ex. Ni de exconseller de Territori, ni de exconseller de Cultura, ni exmarido, ni… Son pantallas pasadas. Yo le dije a Jordi Masquef un día: "Tienes toda mi confianza, todo mi afecto, te deseo lo mejor, pero tú tienes que hacer tu camino". No tiene ningún sentido eso de intentar alargar tu sombra.
¿Cómo recuerda su primer paso por la sala de plenos en 1999? Había pesos pesados de la política local: Armangué, Palma, Balada, Ymbert, Camps, Prats, Puig...
Era un momento en que el Ayuntamiento de Figueres estaba como estaba, ya se empezaba a intuir un cambio. Me incorporé con la etiqueta de enfant terrible, yo era el jovencito y estaba llamado a jugar ese papel. Las circunstancias de Convergència i Unió precipitaron que me propusieran ser cabeza de lista. Y yo, propio de la edad juvenil, en aquellos momentos tenía mucha ambición, y me vi con ánimos. Y... mira, lo hicimos tan bien como supimos.
¿Quién le había de decir entonces que en 2007 cerraría la larga etapa de Joan Armangué (PSC) y que en 2011 obtendría la primera mayoría absoluta de la nueva democracia en Figueres? Las fotos de aquella noche electoral lo explican todo.
Aquella es una de las noches más felices de mi vida. Era también el premio a un esfuerzo descomunal de cuatro años, lo habíamos dado todo. Además, yo siempre había advertido que solo sería alcalde durante ocho años. Por principios, por convicción democrática. No hay nadie imprescindible. Y yo, significativamente, ya me hice acompañar de la número 2, Marta Felip, que estaba llamada, si todo hubiera ido normal, a que al final del segundo mandato fuera candidata. Los hechos se precipitaron cuando me llamaron para ir al Govern de la Generalitat. La vida no siempre la dominas, ¿no? Durante un tiempo me supo mal esta decisión, porque me daba la impresión como de no haber cumplido el contrato que tenía con la ciudad. También es verdad que en aquel momento yo gané mucha notoriedad, mucha confianza del presidente Artur Mas. Él me quería hacer, tanto sí como no, conseller. Y le dije, si me tienes que hacer, hazme ahora, porque si te esperas, cuando yo deje la alcaldía, se habrá acabado la posibilidad de que yo me dedique a esto porque retomaré mi vida.
De su paso como gobernante local, ¿cuáles serían los aspectos que más destacaría? Aquello que íntimamente le permite decir: es mi legado.
Sí, quizás es algo muy anecdótico, pero en mi recuerdo está la ilusión de poner en marcha la transformación de la plaza Catalunya con una visión de conjunto que ha quedado un poco incompleta. Cuando nos lo miramos, el propósito era intelectualmente muy potente. ¿Cómo conseguimos que toda la corona del primer ensanche, la Font Lluminosa, la plaza de Catalunya y la plaza del Gra, no sea solo una zona de servicio al centro histórico, sino que tenga personalidad en sí misma? Yo creo que esto se consiguió bastante. Siempre me gusta presumir de ello cuando vienen amigos de fuera. Todo esto es un elemento de transformación que debería tener continuidad, tarde o temprano.
La Figueres de aquella época vivió con mucha intensidad toda la polémica por el proyecto de la avenida Nova Estació. ¿Fue una oportunidad perdida para configurar una nueva Figueres del siglo XXI? ¿Cómo ve ahora el proyecto de transformación ferroviaria con una sola estación intermodal?
Te responderé como exalcalde y como exconseller de Territori. Yo, como conseller, encargué un proyecto de soterramiento de la antigua estación. Porque el dato objetivo es que la ciudad tiene que resolver de una vez por todas los dos pasos a nivel y sus efectos sobre una trama urbana muy consolidada. Por tanto, este examen es urgente de resolver. Es comprensible la posición pragmática del Ayuntamiento de Figueres actual y es chocante un poco la falta de criterio del Ministerio de Fomento. El Ministerio de Fomento empezó este mandato haciendo una propuesta impropia de un ministerio con una solución de compromiso de superación de los pasos a nivel que confirmaba que solo se movía por el oportunismo de ir contentando a los diversos grupos parlamentarios en Madrid. Por tanto, que abandonaba su responsabilidad. Pues, que el Ayuntamiento de Figueres, cansado de ocurrencias, apueste por una solución compleja, que tiene pros y que tiene contras, pero que al final resuelve, y no solo resuelve, alinea de una vez por todas las tres administraciones implicadas, es muy valioso y eso se tiene que subrayar. Lo otro es, efectivamente, la magnitud y la ambición del proyecto, la liberación de suelo, si la ciudad estará en condiciones de trabajar para que esté, que este suelo se pueda transformar rápidamente y que no sea algo a tres generaciones vistas. Fíjate que, significativamente, esto se lo hice notar al alcalde. Cuando cerró el acuerdo con el Ministerio de Fomento, lo felicité y le dije, "escucha, finalmente se tiene que encontrar una solución a todo esto. Ahora tienes que coger por el cuello a la Generalitat y obligarla a implicarse en la transformación de todo el suelo de las vías que se liberarán en el centro". Hay un segundo tema, un segundo reto, que es la utilidad que tiene para el transporte público la estación céntrica en estos momentos y que en el futuro no se pierda. Y hay elementos muy virtuosos que son, en definitiva, la liberación de las vías del centro y la intermodalidad, que es un gran valor en sí.

Un momento de la celebración del acuerdo entre el ayuntamiento y el casino Menestral / JORDI CALLOL
El alcalde Jordi Masquef ha conseguido desencallar la reforma del Menestral y la venta de la Escuela de Hostelería a la Generalitat. Son dos temas que navegaron por aguas diferentes. ¿Qué le dice el desenlace de todo ello?
Ha sido una excelente noticia, una excelente noticia, porque yo creo que los espacios de sociabilidad, no solo heredados, sino también que se ponen al servicio de la sociedad del presente, son cada vez más imprescindibles. En una sociedad donde tanta gente está sola y vive sola, hacen falta espacios de sociabilidad, por una parte, que permitan estar juntos, hacer cosas, y por otra, que abran espacios de formación, de educación, vinculados a la música, al teatro, como ha sido históricamente el Casino, como es la Catequística o el Cercle Sport. Supongo que ha despertado la felicitación unánime de todo el consistorio y de la gente. En cuanto al caso de la Escuela de Hostelería, lo he seguido, y yo solo te quiero decir una cosa: creo que esta ciudad ha sido injusta, en general, con la familia Miquel. Todas las ciudades medianas de Catalunya se pelearían por tener una familia así. Se pelearían. Los alcaldes les darían la Hoja de Figuera, la Medalla, lo que quieras, todo lo que quieras, de todas las distinciones. Aquí, no sé si por exceso de proximidad, no se les ha apreciado nunca lo suficiente y demasiado a menudo ha habido un vuelo gallináceo sobre algunos proyectos que beneficiaban a la ciudad.
En esta etapa democrática, el Govern de la Generalitat solo ha tenido dos consellers empordaneses: Narcís Oliveras y usted. ¿Vivir lejos del poder central es un freno a la proyección de los políticos de comarcas?
¡Es posible! Mira, esto siempre lo decía como conseller y me gustaba mucho provocarlos: es curioso que en el Empordà yo soy un político de ciudad y en el Parlament soy un político de pueblo. ¡Y con el sentido más despectivo, eh! Y bueno... A ver si esto se corrige en el futuro. Yo creo que precisamente ahora, con la figura de Jordi Masquef, podemos pensar en algo importante para más adelante. Es muy buen político y, teniendo en cuenta que Junts per Catalunya tiene muy buenos alcaldes y pésimos parlamentarios, pues estaría muy bien que pudiera hacer una carrera fuerte. Él y otros muy buenos alcaldes que hay en la demarcación de Girona y en el conjunto de Catalunya.
Sería un pecado que, habiendo sido consejero de Cultura, no le preguntara por el enredo de Sixena, por el cual fue imputado. ¿Este revisionismo político de la ubicación del patrimonio tiene sentido?
Es realmente increíble e inexplicable que este litigio que arranca como mínimo en los años ochenta con el presidente Pujol, aún nos tenga como nos tiene, con consecuencias judiciales, quizás penales, espero que absolutorias y no condenatorias. Yo aún tengo dinero depositado como fianza y estoy pendiente de juicio. Se explica por esta incapacidad de hacer la política desde la razón y pasarla a hacer solo desde la emoción del sentimiento. La discusión de fondo que hay es: ¿qué es mejor, que el patrimonio esté en su municipio, su pueblecito de origen o es preferible que haya museos nacionales que hagan una propuesta interpretativa? Este es un debate que no se hace.
El 1-O usted asistió a las votaciones en la pista cubierta del colegio Joaquim Cusí de Figueres. ¿Se esperaba que el Procés acabara como acabó? En su caso, juzgado y pasando por la cárcel de Estremera.
Es una experiencia muy traumática. Yo tengo un muy buen recuerdo de aquel momento y creo que este país se puede sentir orgulloso del 1 de Octubre. Personalmente, me hago dos reproches, porque me sabe mal haber puesto en peligro a la gente, yo firmé la convocatoria para tensar la cuerda, habíamos de plantar cara al gobierno del presidente Rajoy. Por una parte, esto me llena de orgullo, la sociedad catalana respondió magníficamente. Pero, por la otra, visto cómo fueron las cosas, veo cómo expusimos a mucha gente a la agresión de la policía, me sabe mal, en definitiva, no fuimos vectores de concordia, sino de enfrentamiento, y eso un gobernante no lo debe hacer nunca. El otro reproche que yo hago es el que vino después. Así como del 1 de octubre todo el mundo puede finalmente presumir, fue un acto de afirmación nacional y democrática, yo pedí en un mitin en la plaza del Gra que había que ir y que teníamos que ser firmes. Pero es evidente que lo que vino más tarde fue un gran error que aún no hemos corregido del todo. Mi paso por la cárcel lo deberíamos preguntar a la Carmen Lamela, la jueza del momento, que lo debía hacer muy bien porque la acabaron ascendiendo, era magistrada en la Audiencia y la hicieron magistrada en el Tribunal Supremo.
El 26 de octubre de 2017 dimitió del Gobierno. Su acción dio pie a todo tipo de interpretaciones, traidor, cobarde, botifler... ¿Se siente maltratado, aún? ¿Cómo es su relación con el presidente Puigdemont?
En primer lugar, con el presidente Puigdemont hemos mantenido una relación de amistad hasta hoy. En Figueres, no sé cuando yo no estaba delante, pero cuando estoy, la relación con todo el mundo, antes y ahora, siempre ha sido y es excelente. Las personas que yo identificaba como amigas, lo continúan siendo. En Catalunya creo que se ha producido una reparación total: ¿Ha habido alguien que haya conmemorado la Declaración Unilateral de Independencia (DUI)?
Junts acaba de romper palos con el PSOE. ¿Qué piensa?
Con los vientos conservadores que corren por Europa, seguro que para Junts era muy incómodo mantenerse al lado de un gobierno que tiene la agenda que tiene: pro Palestina, reducción de jornada laboral, más impuestos a autónomos y sucesiones... Es una agenda legítima, pero muy a la izquierda. Junts no podía estar cómodo, han leído los tiempos. Creo que Junts, siendo el partido que es, tiene que poder pactar tanto a derecha como a izquierda. Esta debe ser su vocación, solo fiel a su programa.
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