ELECCIONES EXTREMADURA
Las contradicciones de Podemos tras pactar con IU en Extremadura: del rechazo total a abrazar la coalición
El riesgo de ruptura de la federación extremeña de Podemos fuerza a la dirección nacional a romper su propia estrategia

La secretaria política de Podemos, Irene Montero, y la diputada Martina Velarde, a las puertas del Congreso. / Diego Radamés

Podemos enmienda su propia hoja de ruta diseñada hace meses en la cúpula nacional. El partido había apostado por ir a todos los comicios con su marca, exigiendo a IU su salida del Gobierno central para plantear cualquier pacto y rechazando marcas blancas como las que inundaron hace una década cientos de administraciones públicas. El intento por blindar a Irene Montero en su carrera hacia las elecciones generales impuso una estrategia que sacrificaba los territorios para ganar fuerza a nivel nacional. Pero el adelanto electoral en Extremadura ha volado por los aires esta apuesta y el partido ha tenido que aceptar un acuerdo con IU que rompe todas las condiciones previas, en lo que ya se puede considerar como la excepción extremeña.
Este caso supone una enmienda a la totalidad de lo que Podemos había defendido hasta el momento. El partido lleva meses justificando su decisión de no pactar en Andalucía. Uno de los principales argumentos era que es "incompatible" mantener su oposición al Gobierno central con una campaña electoral donde convivan con ministros -de IU- de ese mismo Gobierno. En mayo, la secretaria general, Ione Belarra, reclamó la salida de IU del Consejo de Ministros como condición previa para poder plantear alianzas. La apuesta era firme. Montero llegó a dar plantón a actos de homenaje a Julio Anguita para no coincidir con el líder de IU, Antonio Maíllo. En el caso extremeña, la primera condición impuesta no se cumple.
Tampoco se cumple otra de las máximas de la cúpula de Podemos, que había expresado su intención de acudir a las urnas con su propia marca después de la experiencia de Sumar, donde fueron con otras siglas y quedaron finalmente relegados. En este caso, tampoco se cumple este requisito que exigen en el escenario andaluz, donde han optado por no dar continuidad a la marca Por Andalucía. En Extremadura en cambio, sí continuará Unidas por Extremadura, pese a que las siglas no contienen el nombre de Podemos, en una nueva contradicción a la hoja de ruta emprendida por la cúpula estatal.
La marca extremeña lleva funcionando siete años, y a esto se une el liderazgo de Irene de Miguel, que trasladó su voluntad por continuar con esta coalición con IU. La apuesta decidida de la dirigente territorial por dar continuidad a Unidas por Extremadura, la coalición con IU que lleva 7 años en marcha, fue determinante y obligó a la cúpula estatal a avenirse a sus condiciones. El rechazo de esta coalición y la imposición de la marca Podemos hubiera implicado un elevadísimo riesgo de escisión, lo que implicaría la pérdida de capital político en uno de los pocos territorios donde tienen presencia.
Este riesgo que tiene ciertos paralelismos con Navarra, donde la candidatura amplia de 2022, Contigo Zurekin, también logró buenos resultados y consiguió formar el único Gobierno de coalición autonómico donde está Podemos. La hoja de ruta emprendida en Madrid llevó a su líder autonómica, Begoña Alfaro, a dar un paso atrás en la organización, y ahora existe la amenaza de que dé continuidad a la marca en los próximos comicios, pero ya completamente desvinculada de Podemos.
La excepción extremeña
Extremadura es el territorio que, con Navarra, mejor resultados obtuvo en las últimas autonómicas de 2023, cuando Podemos sufrió una debacle general y desapareció de territorios clave como Comunidad Valenciana o Madrid, además de perder todos los gobiernos regionales salvo el de Navarra. Extremadura rompió la tendencia y mantuvo los cuatro diputados que habían cosechado en 2019. Hay quien vincula los buenos resultados directamente con la coordinadora de la federación extremeña, Irene de Miguel, que se ha consolidado como una rara avis dentro de la organización.
La dinámica de Podemos en los últimos años ha pasado por relegar la organización a nivel territorial en favor del férreo núcleo duro de Madrid. A lo largo de los últimos años, han situado a dirigentes afines a dirigir las distintas federaciones para mantener control férreo sobre los territorios y ante la fuga de cargos que se produjo a partir de 2017, cuando el partido se bunkerizó tras la batalla de Vistalegre 2 frente a Iñigo Errejón. No fue así en el caso de Extremadura. De Miguel es de las pocas políticas autonómicas que lleva en la organización desde la primera cita electoral a la que Podemos concurrió, en 2015. Por entonces fue elegida diputada y en 2020 tomó las riendas de la federación extremeña.
Desde entonces De Miguel siempre ha mantenido cierta independencia de la dirección estatal, y ha apostado por un discurso pegado al territorio, lejos de la hoja de ruta que Podemos llevaba a desde Madrid al resto de federaciones a través de cargos de confianza. En 2023 además, en plenas turbulencias con Yolanda Díaz, De Miguel fue una de los pocos cargos que apostó públicamente por un acuerdo con Sumar, en una coalición que finalmente se dio y permitió revalidar el Gobierno de coalición.
A día de hoy, Podemos Extremadura es la única federación que reivindica su autonomía política respecto al aparato, aunque hasta ahora ha logrado mantener una convivencia más o menos pacífica dentro de la organización, sin plantear pulsos públicos a la cúpula de Podemos. Un pulso que, en privado, sí ha logrado ganar.
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