Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

ENTREVISTA EN 'LE FIGARO'

El rey Juan Carlos: "Ahora que mi hijo me ha dado la espalda por obligación y mis supuestos amigos han desaparecido, veo que nunca fui libre"

El monarca emérito concede una entrevista a Le Figaro con motivo del lanzamiento de sus memorias el próximo 5 de noviembre

MULTIMEDIA | De Franco a Fidel Castro, de su familia a su amante, de Suárez a Pujol: así habla Juan Carlos I de (algunas) personas de su vida

El Rey que no puede volver: dentro de la entrevista más esperada de Juan Carlos I

Sara Fernández

Leticia Fuentes

Leticia Fuentes

París
Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Con aspecto cansado y ayudado por un bastón tras sus múltiples operaciones de cadera y rodilla, el rey emérito, Juan Carlos I, abre las puertas de su refugio en Abu Dabi al medio francés Le Figaro, y rompe su silencio concediendo una polémica entrevista tras años en el exilio. 

“La democracia no cayó del cielo”, asegura el monarca al hablar de la historia de la Transición, uno de los aspectos más importantes de su libro, e insiste que “si pudo llegar a ser rey, es gracias a Franco”. Una declaración que sorprende al periodista francés, quién le recrimina que sus palabras pueden levantar ampollas en España: “¿Por qué mentir, si fue una persona que me hizo rey, y en realidad me hizo rey para crear un régimen más abierto?”. 

El rey emérito defiende la democracia como la "herencia" que dejó a España durante su reinado en su libro Reconciliación, unas memorias de 500 páginas que verán la luz por primera vez el 5 de noviembre en Francia tras ser aplazada su publicación por presiones, ante el temor de Felipe VI del aspecto “sin filtros” de su padre. “Quienes esperen revelaciones trascendentales se sentirán decepcionados”, insiste. 

"Dudé en escribir este libro, pero poco a poco me di cuenta de que los hijos y nietos de mis amigos no tenían la menor idea de Franco ni de la transición democrática que le siguió. Y, sin embargo, ¡desde los años setenta no han pasado tanto! Creí necesario dar testimonio directo de lo que viví durante treinta y nueve años de servicio a mi país".

Sentado entre olivos españoles centenarios en el jardín de su residencia situada en la pequeña isla de Nurai, cedida por el jeque de los Emiratos Árabes Unidos, Mohammed Ben Zayed, Juan Carlos I se muestra melancólico con España. Lugar con el que sueña volver en algún momento. 

"Verse obligado al desarraigo y al aislamiento al final de la vida no es fácil. Estoy resignado, herido por una sensación de abandono. No puedo contener la emoción al pensar en ciertos miembros de mi familia para quienes ya no importo, y especialmente en España, que tanto echo de menos. Hay días de desesperación, de vacío", lamenta. Desde que salió de su país en agosto de 2020, Juan Carlos I apenas ha visto a familia, salvo a su nieto Froilán, que vive con él. En su libro de memorias, quien fue rey de España durante 39 años, desde 1975 hasta 2014, recalca que su expatriación fue voluntaria para "no obstaculizar el buen funcionamiento de la Corona ni a mi hijo en el ejercicio de sus funciones soberanas".

Aunque en su libro deja entrever que la relación entre ambos parece estar rota. “Mi hijo me dio la espalda por sentido del deber”, escribió Juan Carlos. “Entiendo que, como rey, deba mantener una postura pública firme, pero sufrí su insensibilidad”. Se refería a una conversación que mantuvieron en la Navidad de 2020, “encerrada en el silencio de la incomprensión y el dolor”.

Entre nostalgia y decepción, el emérito también deja espacio para reconocer sus errores. Afirma ser “consciente de haber decepcionado”, de estar plagado de numerosas “debilidades”, palabra que repite a menudo en el libro, según Le Monde, y de ser víctima de “errores de juicio nacidos del amor y la amistad”. Precisamente, sobre las “relaciones perjudiciales” que le llevaron más de una vez a ser protagonista de importantes escándalos, Juan Carlos I afirma haber sido “cegado por un cierto séquito malévolo” y haber tenido “la debilidad de confiar en empresarios que me presentaron y de ceder a lo que ahora percibo como presión”, hasta encontrarse “en medio de un embrollo financiero que se me escapaba de las manos”.

Reconociendo, que fue "un grave error" haber aceptado el regalo de cien millones de dólares que le hizo el rey Abdulá de Arabia Saudí en agosto de 2008, pero apunta que "todos los procesos judiciales han sido desestimados" y no se le ha imputado "nada", ni de la acusación de blanqueo de capitales ni de la denuncia por acoso de su examiga Corinna Larsen, a quien tilda de “grave error”. 

“Hubo tres golpes el 23-F”

El capítulo más importante de estas memorias es, sin duda, el fallido golpe de Estado el 23-F. En él, según los medios franceses que han tenido acceso a las primeras páginas del libro, el emérito narra con precisión la traición de uno de sus amigos por más de 17 años, el general Alfonso Armada. 

“No fue un solo golpe, sino tres. El golpe de Tejero, el de Armada y el de los cargos electos cercanos al franquismo. Alfonso Armada estuvo a mi lado durante diecisiete años. Lo quise mucho, y me traicionó. Convenció a los generales de que hablaba en mi nombre”, explica para Le Figaro. 

Una vida marcada por la falta de libertad y la añoranza de no ser “dueño de su destino”. "Sigo debiendo acatar los deseos de la Casa Real y del gobierno actual. En última instancia, mi vida estuvo dictada por las exigencias de España y el trono. Di libertad a los españoles al establecer la democracia, pero nunca pude disfrutar de esa libertad para mí”, sentencia. 

Un líneas para las reinas; Sofía y Letizia

El monarca no pierde oportunidad en dedicar unas palabras de admiración a su esposa, la reina Sofía, a quien llama con cariño “Sofi”. Aunque lamenta que no le acompañe en su vida en Abu Dabi 

Sin embargo, no tiene las mismas palabras de afecto para la reina Letizia, con quien admite tener “un desacuerdo personal”. El rey emérito reconoce que la llegada de la periodista a la Casa Real “no contribuyó a la cohesión de nuestras relaciones familiares”. 

Juan Carlos vive diariamente con la nostalgia de volver a su hogar, y tras una larga charla con los periodistas en su “trocito de España” de su jardín, lanza un mensaje a su hijo Felipe VI: "España no es automáticamente un país monárquico. Es responsabilidad del rey moldear la monarquía cada día”. Tampoco se olvida de la hereda, Leonor, a quie le da un consejo como abuelo y rey emérito: "Que tenga seguridad en sí misma, que cumpla con su deber con simpatía y amabilidad, que sea la garante del respeto a la Constitución Española".

Suscríbete para seguir leyendo