Cumbre en Perpinyà
Junts deshoja la margarita: los pros y los contras de todos los escenarios que maneja con Sánchez
Junts someterá a votación de la militancia si retira el apoyo a Sánchez
Sánchez llega a un acuerdo con Alemania para avanzar en la oficialidad del catalán en la UE tras el órdago de Junts

Carles Puigdemont, Jordi Turull, Josep Rull y Míram Nogueras, durante la reunión de la permanente de Junts en Bélgica

Dos meses después de que Carles Puigdemont anunciara que en otoño pasarían "cosas", Junts entra en fase decisiva coincidiendo con la entrada del primer cambio de tiempo y la caída de las primeras hojas. El líder posconvergente ha convocado a toda la dirección en Perpinyà, tal y como avanzó EL PERIÓDICO, para decidir si rompe o no con Pedro Sánchez. El domingo deliberará con el núcleo más duro y hará una primera propuesta sobre cómo proceder, que el lunes se compartirá con el resto de la ejecutiva y que, posteriormente, deberá avalar la militancia.
El análisis de la situación dentro de la cúpula es claro: la fase de negociación abierta con el PSOE en noviembre de 2023 no ha dado los frutos esperados. Dos años después de la investidura del presidente socialista, la formación tiene la sensación de que el cesto está demasiado vacío como para poder vender a sus electores que mereció la pena pasar del 'no surrender' y de decir que a Sánchez no le comprarían "ni un coche de segunda mano", a reunirse con sus negociadores una vez al mes en Suiza.
El balance, a día de hoy, es que la ley de amnistía no ha permitido el regreso de Puigdemont a Catalunya, que la delegación de competencias en inmigración no ha superado ni el primer trámite en el Congreso y que el catalán sigue sin ser oficial en Europa. Ninguna de las tres cuestiones depende exclusivamente del PSOE, pero Junts cree que los socialistas podrían haber hecho más. Este viernes hubo un primer movimiento de calado para tratar de calmar las aguas: Alemania firmó una declaración en la que se comprometía a "abrir un diálogo" para avanzar en la oficialidad del catalán en la UE. La respuesta de los de Puigdemont, de momento, ha sido el silencio.
Tras varios ultimátums y prórrogas, el partido necesita marcar un punto de inflexión en la relación y que sus avisos no acaben como el cuento de Pedro y el lobo. Sobre la mesa, la formación tiene varios caminos para evidenciar que ha llegado "la hora del cambio", como verbalizó este miércoles la líder del partido en Madrid, Míriam Nogueras, desde dar por rota la negociación con el mediador internacional y hacer un boicot parlamentario, hasta sumarse a una moción de censura instrumental. No son excluyentes los unos con los otros, pueden producirse más de uno a la vez, e incluso podrían transitar de un escenario al otro en función de cómo evolucione el órdago.
Las reuniones mensuales en Suiza con presencia de un mediador internacional fueron uno de los máximos logros de Junts en 2023. El documento firmado con el PSOE era más una lista de desacuerdos que de puntos en común, pero los posconvergentes consiguieron que los socialistas aceptaran que en aquel espacio se podía hablar del referéndum y de concierto económico. Además, supuso un reconocimiento político a la figura de Puigdemont.
Sin embargo, muy pronto los posconvergentes empezaron a denunciar que el discurso y los acuerdos alcanzados en el país helvético no se correspondían con el día a día en el Congreso. Además, el foro sufrió un batacazo con el encarcelamiento del principal negociador del PSOE, el exsecretario de organización Santos Cerdán. Pero más allá de los nombres, el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero también ha tenido un papel muy preponderante, la sensación de los independentistas es que la mesa no da más de sí. Una de las rupturas más factibles es que el expresident de por terminado el conocido como pacto de Bruselas y se levante de la mesa de negociación.
Romper el espacio en Suiza tiene un coste evidente para Junts, el de perder un espacio que les costó mucho armar y que les ha dado protagonismo mediático cada vez que se ha producido un encuentro. Pero si no hay un cambio en las votaciones en el Congreso, difícilmente se verá un punto y aparte en las relaciones. Desde el inicio de la legislatura, la formación avisó de que negociaría "pieza a pieza" y que sus votos no podían darse nunca por descontados, por lo que un paso más sería votar 'no' por sistema a todas las iniciativas planteadas por Sánchez.
Un boicot parlamentario sería una forma de marcar un antes y un después, pero tiene varios hándicaps. El primero es que si se somete a votación alguna propuesta positiva para los catalanes, será difícil para Junts rechazarla. No apoyarla podría tener costes electorales, y votar al lado del PSOE provocaría problema de coherencia ante militantes y electores. Además, el partido liderado por Puigdemont podría caer en la irrelevancia, ya que su principal poder institucional está en el Congreso. En Catalunya no forman parte de la mayoría que sustenta al Govern y a nivel municipal el ayuntamiento con más peso que lideran es el de Sant Cugat.
Sánchez no puede prescindir de los siete votos de Puigdemont, puesto que no existe una mayoría alternativa, pero puede seguir en el Gobierno sin presupuestos y sin aprobar nuevas leyes. Dirigentes posconvergentes han dicho en más de una ocasión que si un presidente no es capaz de sacar adelante unas cuentas, lo lógico sería dimitir, pero no han reclamado nunca abiertamente unas elecciones anticipadas.
Junts podría guardarse la carta de exigir unos nuevos comicios en caso de que Sánchez empiece a perder votaciones en la cámara baja. Sin embargo, si esta situación se alarga en el tiempo podrían quedar atrapados por su propio discurso. Además, las encuestas no auguran un buen resultado al partido de Puigdemont, que justamente busca con este nuevo pulso un revulsivo en pleno pulso con Aliança en Catalunya. Una convocatoria anticipada de elecciones en el Congreso podría restar aún más relevancia política a la formación si sus votos no son necesarios para conformar una nueva mayoría.
Finalmente, la opción más rupturista y a la práctica la única que puede hacer caer realmente a Sánchez es la de sumarse a una moción de censura instrumental para convocar elecciones. Por este motivo, el partido ha evitado en las últimas semanas cerrar la puerta a esta posibilidad, siempre que el candidato no sea Alberto Núñez Feijóo. El primero en poner esta vía encima de la mesa fue el vicepresidente del partido, Antoni Castellà, pero se refirió a ella como un "escenario teórico" que podría darse en función de como reaccionara Sánchez a la ruptura de las negociaciones, y varias fuentes consultadas por este diario coinciden en que no será la primera opción, ya que tiene varios inconvenientes.
Junts no puede convocarla por su cuenta al no tener los diputados necesarios para hacerlo, una décima parte del hemiciclo. Necesariamente, tendría que aliarse al menos con el PP para presentarla y sumar los votos de Vox posteriormente. Además, aunque el candidato automáticamente llamara a las urnas, sería presidente hasta la composición de un nuevo ejecutivo, un proceso que podría alargarse durante meses. Difícilmente encontraría un nombre de consenso y tendría costes para todos los integrantes de la operación.
Puigdemont prometió un otoño caliente y no hay duda de que así será, lo que queda por saber es cuánta leña está dispuesto a echar al fuego.
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