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Política

La última entrevista con Anna Balletbò, la mujer sin pelos en la lengua

Muere la histórica dirigente socialista Anna Balletbò

Anna Balletbò

Anna Balletbò / PERE GASSO / RG7

Marta López

Marta López

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Hacía días que intentábamos concertar una entrevista y Anna Balletbò me emplazó a conversar por teléfono el pasado domingo por la mañana. Su agenda siempre llena, con desplazamientos a Madrid incluidos, dificultaba encontrar ese momento entre semana, pero "la Balletbò" -como siempre la hemos llamado los periodistas- estaba muy interesada en mantener esta conversación, que iba a versar sobre la mujer en el franquismo, con motivo de la cobertura especial que este diario está haciendo ya desde hace semanas con motivo del 50 aniversario de la muerte de Franco. En esas páginas dedicadas a la lucha de la mujer no podía faltar su testimonio, memoria de una época.

Me pidió que la llamara a las 10 de la mañana, puntual, porque temía que la conversación se alargase -con ella no era extraño- y quería comer en familia. Tenía junto a ella varios libros que había buscado y de los que quería hablar, alguno escrito por ella misma y 'Dona i societat a la Catalunya actual' de Maria Aurèlia Capmany. Estuvimos una hora y media conversando. No fue propiamente una entrevista, un género que se le resistía, pese a que debía conocer porque estudió Periodismo. Porque a ella le gustaba hablar y hablar, perderse en los detalles que enriquecen las historias, salpicar las vivencias de anécdotas personales, que no faltaban en su intensa trayectoria como periodista, política, empresaria y en su carácter de mujer desacomplejada, franca, descarada y directa.

El domingo no fue una excepción. Balletbò se mostró enérgica, vital, apasionada, y eso tras confesar que se había dormido y que la había despertado mi llamada. Ella hablaba y yo tomaba notas e interrumpía de vez en cuando tratando de dirigir la conversación, con poco éxito he de decir. Siendo la situación de la mujer en el franquismo y la lucha de las mujeres inseparables de su experiencia personal, se explayó en este relato. Contó como desde la jefatura de prensa del Colegio de Abogados de Barcelona se hartó de hacer comunicados contra la pena de muerte y como una vez se dirigió a la Sección Femenina que estaba cerca de la plaza Francesc Macià mostando interés en entrevistar a alguien de la dirección y cuando fue reconocida le gritaron: " Usted es nuestra enemiga, se llama Anna Balletbò", antes de echarla malas maneras.

Me leyó algunas de las proclamas de Pilar Primo de Rivera y de Onésimo Redondo sobre la mujer que recogían algunos de los libros que tenía a mano. Y su entusiasmo se desbordaba cuando hablaba de la organización de les les Jornades Catalanes de la Dona que se celebraron en en el paraninfo de la Universitat de Barcelona en mayo de 1976 y como la escritora Maria Aurèlia Capmany llegó a pedir dinero a Jordi Pujol, entonces presidente de Banca Catalana, para financiarlas. "Pero que sean en catalán", recuerda que le dijo.

Nadó a contracorriente en un tiempo que no era nada fácil. Se emancipó en el año 66, cuando tenía 23 años para irse a vivir con unas amigas cuando las mujeres solo se iban de casa para casarse y fue la corresponsal 'secreta' de la BBC bajo el pseudónimo de Lluís Sants. "Todo el mundo los sabía", recordó riendo. Volvió a reír cuando al rememorar como si fuera ayer cuando fue a RNE a pedir trabajo y al jefe de informativos, Alfonso Banda, -"una fascista pero buena persona"- que le dijo que esperaba ver a un hombre le soltó: "Soy mujer pero no me asustan los muertos y cuando tengo la regla no me duele y no falto al trabajo". El hombre se sonrojó.

Así era "la Balletbó". Sin pelos en la lengua. Nos despedimos después de una hora y media. "Gracias por tu paciencia", me dijo.

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