Segunda comparecencia de un presidente en una comisión de investigación
Feijóo cruza la línea de someter a Sánchez a la comisión de investigación del Senado para avivar el calvario judicial del Gobierno
En el PSOE se observa la maniobra del líder de la oposición como una muestra de debilidad ante los resultados que las encuestas más recientes arrojan contra el PP

Lucía Feijoo Viera
Un paso más hacia adelante, y contundente, en la oposición a Pedro Sánchez. Un gesto de desesperación ante el panorama de unas encuestas que empiezan a dar señales preocupantes. Es, según se pregunte a unos u otros actores políticos, lo que Alberto Núñez Feijóo realizó este miércoles en la sesión de control al Gobierno, cuando le anunció frente a frente a Pedro Sánchez que el Grupo Popular le llamaría a declarar en la comisión de investigación en el Senado por el caso Ábalos-Koldo-Cerdán, después del informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, que demostró la existencia de pagos en efectivo y en sobres de decenas de miles de euros al exministro de Transportes, José Luis Ábalos, y a su íntimo colaborador, Koldo García.
En cualquier caso, el líder de la oposición cruzó una línea que hasta ahora no se había traspasado, planteando un interrogatorio parlamentario al presidente del Gobierno para avivar el calvario judicial del Gobierno. Solo una vez en la democracia se ha producido algo similar, cuando José Luis Rodríguez Zapatero compareció en 2004 en la comisión de investigación sobre los atentados islamistas del 11-M de ese mismo año. De hecho, y según confirman fuentes del Partido Popular (PP), propondrán que la comparecencia, que como todo lo relativo al jefe del Ejecutivo deberá cuadrarse con su agenda, se celebre después de la nueva declaración ante el Tribunal Supremo (TS) de Ábalos y Koldo, prevista para la semana que viene, y antes de que el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, se siente en el banquillo de ese mismo tribunal para ser juzgado por una presunta revelación de secretos, algo que ocurrirá a partir del 3 de noviembre próximo. La comparecencia de Sánchez, de cuadrar correctamente las fechas, será la segunda quincena del presente mes de octubre.
En el PP, donde se subraya la contundencia del paso dado, se argumenta tirando de símil que "por mucha vacuna de última generación que fabrique Moncloa, no nos podemos inmunizar ante la corrupción". Y al mismo tiempo se subraya que el PSOE no ha enseñado aún los extractos bancarios que demuestren que, como sostienen estos días los portavoces socialistas y gubernamentales, esos pagos cuadran con las cantidades adeudadas en concepto de gastos de representación a quien además de ministro fue secretario de Organización en Ferraz, cargo en el que en 2021 le sucedió Santos Cerdán, hoy en prisión preventiva en la cárcel de Soto del Real (Madrid).
A partir de ahí, quedan por conocer los detalles de esa eventual comparecencia, dando por supuesto que Sánchez no solo acudirá a la misma en la Cámara alta, a lo que está obligado por la Constitución, sino que se someterá a las preguntas de los senadores, algo, esto último, que sí podría optar por eludir sin incumplir norma alguna. El PP no desvela sus cartas, entre ellas qué senador o senadora llevará la voz cantante del interrogatorio, o si incluso serán varios quienes lo hagan, como ha ocurrido con otros comparecientes en esa misma comisión, por la que recientemente desfiló, por ejemplo, la presidenta socialista de la Comunidad Foral de Navarra, María Chivite.
"Ánimo, Alberto"
Sánchez ya se había mofado en el pasado de la posibilidad de que el primer partido de la oposición le llevase al Senado, incluso retando a los populares a hacerlo. Y este miércoles recibió con una sonrisa sarcástica el anuncio de Feijóo, y aprovechó los últimos diez segundos que le quedaban de intervención para espetarle un "ánimo, Alberto", con el que pretendió zanjar con idéntico sarcasmo la trifulca parlamentaria. Mientras que fuentes del PSOE consideran que el líder del PP no hace otra cosa que un movimiento desesperado ante unas últimas encuestas que si bien no le niegan la posibilidad de gobernar sí que le empañan un tanto el horizonte triunfal que de aquí a las próximas elecciones generales parecía abrírsele. Y en eso parece incluso coincidir, desde el antagonismo, Vox, donde vinculan el movimiento de Feijóo al cálculo, cuando hace tiempo que el PP podrían haber optado por llevar al presidente a la comisión de investigación que, no en vano, fue impulsada por los populares, merced a su mayoría absoluta en el Senado.
Lo cierto es que el movimiento del PP, aun audaz ("empieza el rock and roll", se empieza a oír entre bromas y veras en los círculos populares) no está exento de riesgos. Sánchez no es novato, a estas alturas de su ya dilatada trayectoria política, en ninguna lid, tampoco en la de la dialéctica parlamentaria, y de una u otra forma, y aunque los senadores de la derecha traten de reconvenirle, jugará a sacar a relucir los casos de corrupción de los populares como arma de defensa. Con especial atención a la trama Gürtel, la que justificó su moción de censura contra Mariano Rajoy de 2018, y al procesamiento por fraude fiscal contra el novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.
De lo que a nadie le caben ya dudas es de que, superado el ecuador de la legislatura, las relaciones entre Sánchez y Feijóo siguen evolucionando hacia peor, y que la decisión del líder popular de llevarle a una comisión parlamentaria para dar explicaciones sobre los casos de corrupción que salpican a su Gobierno y a su entorno es un paso más que ahonda ese camino.
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