Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

Un diputado de Sumar acude al Congreso con una camiseta deportiva en apoyo de Palestina y recibe críticas de la oposición por su look: "Piojoso y perroflauta"

Fue el encargado de defender una iniciativa legislativa popular (ILP) que buscaba derogar la ley que considera la tauromaquia como patrimonio cultural

Nahuel González en el Congreso.

Nahuel González en el Congreso.

Alexandra Costa

Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El Congreso de los Diputados no es solo un foro para el debate legislativo, sino también un escenario donde cada gesto, palabra y atuendo puede convertirse en un poderoso símbolo político. Así lo demostró este martes el diputado valenciano de Sumar, Nahuel González, quien subió a la tribuna no solo con un discurso, sino con una declaración de intenciones impresa en su camiseta. Su elección de vestimenta, una prenda deportiva con el lema "Palestina lliure", durante un debate sobre la tauromaquia, encendió un acalorado enfrentamiento que trascendió el Hemiciclo para inundar las redes sociales, evidenciando la profunda polarización de la política española y el choque entre la formalidad institucional y las nuevas formas de activismo.

Una intervención con doble mensaje: antitaurina y propalestina

El contexto de la intervención de Nahuel González era ya de por sí significativo. Fue el encargado de defender una iniciativa legislativa popular (ILP), respaldada por más de 600.000 firmas, que buscaba derogar la ley que considera la tauromaquia como patrimonio cultural. Sin embargo, antes de sumergirse en los argumentos contra las corridas de toros, el diputado utilizó sus primeros minutos para dirigir la atención hacia Oriente Próximo. Con un tono firme, envió un mensaje de solidaridad a los activistas de la "Flotilla de la Libertad" y reiteró la condena de su grupo a lo que calificó como "genocidio" en Palestina.

Este preámbulo no fue casual; estaba directamente conectado con la prenda que vestía. Su discurso inicial sentó las bases para que su camiseta no fuera vista como una simple elección de moda, sino como una extensión de su posicionamiento político. Al vincular la defensa de los derechos de los animales con la de los derechos humanos del pueblo palestino, González tejió un relato en el que la reivindicación era el hilo conductor, tanto en sus palabras como en su imagen. La ILP, finalmente, fue rechazada, pero el impacto de su intervención ya se había desplazado del contenido de la ley a la controversia por su atuendo.

El atuendo de la discordia: entre la protesta y la "falta de respeto"

La prenda en cuestión era una camiseta de estilo deportivo, similar a la de un equipo de fútbol, con el lema en catalán "Palestina lliure" (Palestina libre) estampado en el pecho. Esta elección rompió deliberadamente con el código de vestimenta no escrito del Parlamento, un espacio donde tradicionalmente impera el traje y la corbata. La reacción no se hizo esperar. En las redes sociales, se desató una tormenta de críticas desde sectores de la derecha y defensores de la tauromaquia, que vieron en su informalidad una falta de respeto a la institución.

Los comentarios iban desde reproches sobre el decoro —"Ir bien vestido y acorde al lugar en el que estás es una muestra de respeto"— hasta insultos directos y descalificaciones personales. Términos como "piojoso" y "perroflauta" se viralizaron, intentando caricaturizar al diputado y, por extensión, a la izquierda que representa. La camiseta se convirtió así en el catalizador de un debate más amplio sobre los límites de la protesta visual dentro de las instituciones y sobre si la formalidad es un requisito indispensable del respeto parlamentario o una barrera que aleja a los políticos de la ciudadanía.

La respuesta del diputado: el insulto como medalla de orgullo

Lejos de amilanarse o pedir disculpas, Nahuel González afrontó la polémica de cara, utilizando los ataques como un altavoz para reforzar su mensaje. En su cuenta de Twitter, respondió a sus detractores con una declaración que transformaba los insultos en una medalla de orgullo. "El sector taurino y los sionistas llamándome 'piojoso y perroflauta' por subir a la tribuna a defender a los animales con esta preciosa camiseta (...) solo me llena de orgullo", escribió. Con esta maniobra, no solo se reafirmó en sus convicciones, sino que identificó a sus críticos como adversarios ideológicos, enmarcando el debate en una lucha de valores.

Su respuesta evidencia una estrategia política clara: la de no ceder terreno en la batalla cultural y utilizar la provocación como una herramienta para visibilizar sus causas. Para González y su formación, la indignación de sus oponentes es la prueba de que el mensaje ha calado hondo. El episodio, por tanto, trasciende la anécdota para convertirse en un claro ejemplo de cómo una simple prenda de ropa puede dinamitar un debate, exponer las fracturas ideológicas de un país y reafirmar la identidad política de un representante que prefiere ser calificado de "perroflauta" a renunciar a sus símbolos.