Acto en el Palau de la Generalitat
Illa promete situar la memoria democrática en la "primera línea" del Govern ante un "autoritarismo que avanza"
Las entidades memorialistas proponen un edificio alternativo para alojar a la policía de la comisaría de Via Laietana
El PSC defiende que la crisis en el PSOE "no afectará" al Govern de Illa

El president de la Generalitat, durante el acto de homenaje a los deportados a los campos nazis / David Zorrakino / Europa Press


Sara González
Sara GonzálezPeriodista
Periodista especializada en Política. Autora de 'Per raó d'Estat' (Ara Llibres), 'Cas Mercuri. La galàxia Bustos' (Saldonar) y 'El part dels comuns. Relat del naixement de Catalunya en Comú' (Saldonar)
La importancia de mantener viva la memoria, de que el horror vivido ni se banalice ni caiga en el olvido, para tratar de evitar que se repita en el futuro. Este ha sido el hilo conductor del acto de homenaje a las personas deportadas a los campos de concentración nazis que se ha celebrado en el Palau de la Generalitat con motivo de los 80 años que se cumplen de su liberación con el fin de la Segunda Guerra Mundial. El president Salvador Illa ha tomado la palabra ante familiares de fallecidos y supervivientes, así como de las entidades memorialistas, para sellar el compromiso del Govern con situar la memoria democrática en la "primera línea" de su acción política ante un "autoritarismo que avanza se mire donde se mire".
Antes, en medio de la solemnidad del Saló de Sant Jordi han resonado las voces de algunos descendientes de los que pagaron con sus vidas la defensa de la democracia. De la de Llibert Villar explicando cómo su padre jamás regresó tras pasar 11 meses en los campos de Mauthausen y de Gusen, a la de Carme Rei, sobrina de Conxita Grangé -de la que la Generalitat conmemora este año el centenario de su nacimiento- hablando de la espiral de silencio que durante décadas operó en España sobre lo vivido por más de 9.000 españoles, 2.000 de ellos catalanes, que pasaron por los campos. Un mutis en el que ha hurgado también la catedrática de español en el Amherst College, Sara J. Brenneis, que ha proclamado que es "más urgente que nunca" escuchar los testimonios de los supervivientes, una labor en la que, ha subrayado, fue determinante la contribución de la periodista Montserrat Roig.
Illa ha defendido como un "acto de justicia necesario" el homenaje celebrado teniendo en cuenta el actual contexto mundial, donde la extrema derecha es ya la tercera fuerza en el Parlamento Europeo y en el que la barbarie en Gaza y en Ucrania continúa. Ha recordado también cómo el multimillonario Elon Musk "frivolizó con el saludo nazi" y después de él muchas otras personas se sumaron a reproducirlo como si fuese "un acto de rebeldía" y banalizando lo que significaba.
Llegar a los jóvenes
"Tener memoria es entender de dónde venimos y dónde no debemos volver nunca", ha advertido, además de avisar de que "la memoria es frágil y vulnerable" y que por eso hay que cuidarla y procurar que llegue a los jóvenes para que "la hagan suya". Defender la memoria, ha resumido, es tanto como defender la propia democracia. "La libertad, la paz y los derechos que hoy tenemos no son un regalo divino, sino que tras ellos hay el sufrimiento de miles de personas", ha sostenido, además de hacer un llamamiento a combatir "la maldad" existente mediante el "recuerdo" y la "esperanza".
La libertad, la paz y los derechos que hoy tenemos no son un regalo divino, sino que tras ellos hay el sufrimiento de miles de personas
Para ello, ha recordado que el Parlament está trabajando para aprobar después del verano la ley de memoria democrática de Catalunya y que la Generalitat se ha sumado a la conmemoración de los 50 años de la muerte de Franco con un programa específico de actos. También el conseller de Justícia i Qualitat Democràtica, Ramon Espadaler, ha hecho referencia a los "escalofriantes" datos que apuntan algunas encuestas, como la del Institut de Ciències Polítiques i Socials del año pasado que apunta que el 16% de los varones de entre 18 y 25 años considera que, en determinadas circunstancias, un régimen autoritario puede ser "preferible" a uno de democrático.
El bastón de Marina Rossell
"Que no se olvide, de generación en generación, transmitir lo que vivimos, porque muchas generaciones de jóvenes no se hacen cargo de que hubo campos de concentración", ha pedido ante el auditorio una Marina Rossell que ha puesto de nuevo voz al sufrimiento rememorando lo que les cantaban a los que estaban a punto de ser exterminados. Lo ha hecho con su bastón de cerezo en mano de Castellet i la Gornal, el pueblo de donde nació, que además de marcar el ritmo, es para ella símbolo de peregrinación. Una metáfora también del éxodo forzado que tuvieron que emprender unos republicanos que, como ha recordado la periodista Montserrat Armengou, libraron una lucha "altruista y colectiva".
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