‘Enemigos íntimos’
Pablo Iglesias, exvicepresidente del Gobierno: «Duermo con la camiseta verde que llevé en la hermosa manifestación del TIL»
El político habla de la actualidad, de sus daguerrotipos escritos de los personajes con los que compartió el poder, de los siete años de Pedro Sánchez y de Leire Díez
Los socios de Sánchez se apartan del caso Leire Díez y exigen explicaciones pero mantienen su apoyo al Gobierno
MULTIMEDIA | Quién es quién en la trama de Leire Díez ¿Cloaca del PSOE o sainete?

Pablo Iglesias: "Algunos periodistas tienen mucho más poder que los ministros, vicepresidentes e incluso que el presidente del Gobierno" / Diario de Mallorca


Matías Vallés
Matías VallésPeriodista
Empezando por el final, ¿Leire Díez acabará con el Gobierno?
No, en ningún caso. Este asunto se olvidará en unos días, pero son los resultados de la torpe estrategia de nombrar en puestos clave a ministros conservadores como Marlaska o Margarita Robles, la preferida por la derecha, en lugar de hacer limpieza. Controlando el ministerio del Interior y de Defensa, no tendría sentido encargar la guerra sucia a Leire Díez.
¿Su libro ‘Enemigos íntimos’ es una venganza inaplazable?
No hay propósito de venganza. Todos me dicen que el tono que empleo es respetuoso con figuras con las que he tenido confrontaciones importantes. Quería explicar el proceso de derechización de España a partir de personajes, muchos de ellos progresistas, con los que he tenido una relación más o menos intensa.
A usted le cuesta odiar a alguien por completo.
Si fuera de otra manera viviría muy angustiado, porque he tenido y tengo tantos enemigos que nadie podría odiarlos a todos. Hay que tomarse las cosas con calma, disfrutar de los regalos que te da la vida, tener una familia bonita, disfrutar de salud, tener muchos años por delante. El odio va en dirección contraria a todo eso.
¿No me acaba de recitar una lista de valores burgueses?
Es posible, pero es una enorme suerte que también tuve de pequeño. Vengo de una familia muy de izquierdas, pero por fortuna mi padre pudo hacer una oposición, mi madre trabajaba de abogada. Nunca hubo estrecheces en casa, y podía comprarme lo que necesitara. Poca gente tiene esa posibilidad, así que hay que valorarla y disfrutarla.
Obama se aburrió en la Casa Blanca y Pablo Iglesias se aburrió en La Moncloa.
No sé si Obama se aburriría, pero desde luego que a mí no me divierte el Gobierno, me divierte lo que hago ahora. Dar clase, dirigir Canal Red, presentar ‘La base’, expandirnos a México. Lo otro lo hacía lo mejor que podía, pero no me divertía.
Pienso que usted no ha explicado su salida del Gobierno, no entiendo por qué lo dejó.
Primero porque mi desgaste notable era obvio, para mí y para cualquier observador. No me quedaba mucha vida política útil en aquel momento. Traté de utilizar el patrimonio restante como candidato, para asegurar nuestra representación en Madrid, y lo conseguimos, aunque no fue posible echar a Ayuso. Era evidente que había que dejar paso a otras figuras, más allá de que yo me equivocara en la persona que debía asumir ese peso. A mí se me había gastado la pila.
Ni de bromas se le ocurra decir que periodista es más importante que vicepresidente del Gobierno.
Pero a mí me gusta más, y algunos periodistas tienen además mucho más poder que los ministros, vicepresidentes e incluso a veces más que el presidente del Gobierno. Vivimos en sociedades mediatizadas, que definen el conflicto político principalmente como choque de narrativas. Sigo haciendo política, pero mucho más feliz de periodista que de vicepresidente.
Y menudo regalo le endosó usted a la izquierda con Yolanda Díaz.
Bueno, me equivoqué, pensaba que iba a actuar de otra manera. Era una persona en la que yo tenía mucha confianza, pero después fue por un camino distinto y los hechos están ahí.
¿Fue una buena idea que Irene Montero y usted compartieran Gobierno?
Elegimos a los mejores del partido y a los más preparados. Irene Montero representa hoy la figura más potente política y electoralmente de la izquierda, una persona de 37 años que ha sido ministra, la primera mujer en España en asumir la defensa de una moción de censura, con proyección internacional. Y tiene más experiencia de Gobierno que yo, porque estuvo cuatro años, yo solo uno y poco.
Retrata a un Pedro Sánchez granítico, de acero inoxidable.
No solo lo digo yo, quienes le conocen hablan de la impenetrabilidad del personaje. Su frialdad, su capacidad para no exteriorizar los sentimientos, su manera implacable de actuar que lo convierte en un adversario temible. Nadie daba dos duros por él, y lleva siete años de presidente del Gobierno en una coyuntura bien difícil. Más allá de mi opinión sobre sus ideas y desempeño, es una personalidad de primer nivel.
Feijóo da un poco de pena en su libro con solo una mención, por ocho de Ayuso y tres de Casado.
Feijóo es el resultado del golpe ayusista contra Casado. Su repertorio funcionaba mejor en el particular ecosistema gallego, pero la lista de presidentes del Gobierno es sorprendente desde aquel falangista de provincias llamado Adolfo Suárez.
No logro ubicar una frase suya en que decía que le merecía tanto respeto un voto a Vox como a Podemos.
No recuerdo haberla pronunciado, pero la suscribo.
Podemos era su proyecto pero, ¿tenía usted derecho a crear la desilusión posterior?
Hombre, está bien recordar, y me va a permitir usted una crítica que hago en general, a todos los periodistas que se olvidan de la violencia mediática de la que hemos sido objeto. Nos han perseguido las cloacas policiales, fabricando informes falsos que han ocupados horas de tertulias y portadas de periódicos. Con lo que nos han hecho a nosotros, lo raro es estar vivos todavía. Somos la prueba de que España es una democracia limitada, y de que la corrupción no solo afecta a la política, también a la prensa, la judicatura y las fuerzas de seguridad. Somos víctimas de una trama que ha ido con todo a por nosotros, y que ha conseguido debilitarnos de manera más que notable. Seguramente habremos hecho algunas cosas mal y hemos de autocriticarnos, pero en España se echa en falta la autocrítica del periodismo.
Según su libro, el Rey de derechas es Felipe VI.
Sí. Juan Carlos es una figura más interesada en el dinero y en el sexo que en la política, por lo menos a partir de un determinado periodo. Felipe VI no es como su padre, pero le gusta mucho la política y es conservador. Se le nota en bastantes elementos que cuento en el libro, y su objetivo de que sobreviva la corona pasa por reforzar el bloque monárquico, que es de derechas.
Si Letizia votara, Podemos sería una opción que sopesaría la Reina.
No lo veo. Letizia me cae bien, pero no creo que fuera tan osada de votarnos.
En el libro se escuda usted en el secreto de las deliberaciones del Gobierno pero, ¿Felipe VI boicotea al Gobierno de Sánchez?
Hombre, ‘boicotear’ es una palabra muy grande, pero hay cosas un tanto extrañas. Que la Conferencia Episcopal contraprogramara el homenaje a las víctimas de la pandemia con un acto católico, y que el Jefe del Estado se prestara a asistir, no me convenció mucho. Tampoco me parecieron correctas las formas de actuar de Casa Real en mi viaje con Felipe VI a Bolivia.
¿Se siente frustrado por no haber tenido un encuentro a fondo con Felipe González, a quien retrata en el libro?
En realidad hablamos una vez, en el marco de una comida en el grupo Prisa, donde encendió un habano en un espacio cerrado. Por supuesto que Felipe González me genera mucho interés, es seguramente junto a Francisco Franco la personalidad política más importante del siglo XX. Quizá con Manuel Azaña antes que ellos. González fue una figura determinante en la transición. El hecho de que nos detestara desde nuestro nacimiento impidió una conversación interesante desde la divergencia. La he podido tener con Zapatero o Luis María Anson, a quienes considero amigos.
¿Su libro ‘Amigos íntimos’ sería más breve?
Sería más íntimo. No escribiría un libro sobre mis amigos, lo dejaría para relaciones más personales y menos públicas.
Reserva su máxima crueldad en ‘Enemigos íntimos’ para Manuela Carmena.
Sí, aunque no coincidirán todos los que la conocen, pero nos engañó a muchos. En realidad se hallaba más en las coordenadas ideológicas del PSOE que en las nuestras. Vende la imagen de una abuelita encantadora para ocultar su carácter implacable y autoritario. Llegó a decir que «apenas traté a Errejón», cuando habían fundado un partido juntos.
¿Por qué no hay en ‘Enemigos íntimos’ un capítulo consagrado a Íñigo Errejón, figura indisoluble de Pablo Iglesias?
Sale un montón, es una de las figuras más presentes y por eso lleva foto, pero su presencia es transversal en muchos capítulos y no pensamos que tuviera sentido dedicarle uno concreto. Va apareciendo, como se ve en el índice onomástico.
El votante original de Podemos quería el tándem Iglesias/Errejón, que no querían Iglesias ni Errejón.
Era algo que Errejón sí quería. De hecho, se fue a un congreso con un cartón en el que salíamos él y yo. Aquello fue un discurso mediático, el duro y el moderado. Era una construcción que no correspondía a la realidad, con dos formas distintas de entender la estrategia y la relación con los medios de comunicación. Hubo una figura de Podemos protegida por los medios, y otra atacada.
¿Qué dirá usted si las acusaciones sexuales contra Errejón acaban diluidas, como ha ocurrido con Monedero?
El feminismo ha puesto encima de la mesa que más allá de que determinados comportamientos merezcan un reproche penal, pueden merecer un rechazo social.
Fue usted uno de los participantes en la gigantesca manifestación de 2013 en Palma, contra el TIL de Bauzá, ¿Se puso la camiseta verde?
La tengo todavía. La utilizo aún muchas veces para dormir porque está bastante vieja, pero es XL y muy cómoda para las noches. A ver, espérate que a lo mejor la tengo a mano y te digo lo que pone. Debe estar lavándose, me acuerdo perfectamente de la manifestación, fue en 2013 y muy hermosa.
¿Le sirvió de algo la manifestación del TIL, en vísperas del lanzamiento de Podemos?
Sí. Para un madrileño, salir de Madrid es siempre una experiencia política muy valiosa. Comprender lo que significa el catalán en Balears, y su vinculación con la educación pública, es importante. Me sirvió también para asimilar que la plurinacionalidad va más allá de las tres nacionalidades históricas republicanas. Las realidades insulares, los Països Catalans, lo que significa Andalucía,... Hay que salir de la capital, para desmentir que España es Madrid.
Jaume Asens también ha desvelado que usted interpretó a la guitarra el repertorio completo de Joaquín Sabina por las playas mallorquinas.
Jaume exagera un poco, porque las canciones de Sabina son en realidad bastante difíciles de tocar. Me siento más seguro con Javier Krahe, aunque soy admirador sabinero desde sus discos más antiguos.
¿Aceptaría una invitación a cenar de Donald Trump?
Síiii, vamos, sin duda. Es una figura mediática y lo bueno del periodismo es que resulta fascinante conocer a gente apasionante. Igual que entrevistaría a Adolf Hitler, sería interesantísimo.
Visitamos a Pablo Iglesias en 2035, a los 57 años de edad.
Pues me encantaría tener dinero suficiente para producir series de ficción y alguna película. No sé si lo conseguiré. Son mecanismos narrativos cruciales para fijar el significado histórico y político de los acontecimientos. Me encantaría tener perras para esto, porque hace falta mucha plata. Ya tengo dinero suficiente para vivir bien, pero me falta bastante para lograrlo. Estaré muy contento si ocurre.
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