Conferencia de Illa

Aragón y Catalunya: diez años de gobiernos dándose la espalda y siglos de historia compartida

La última reunión entre un presidente aragonés y un 'president' de la Generalitat se remonta a 2016, con Lambán y Puigdemont en Barcelona. Las comunidades vecinas mantienen una potente relación comercial y social

EN DIRECTO | Illa comparte su modelo territorial en Zaragoza en un desayuno informativo de Prensa Ibérica

El expresidente de Aragón, Javier Lambán, recibido por el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, en Barcelona, en 2016.

El expresidente de Aragón, Javier Lambán, recibido por el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, en Barcelona, en 2016. / EFE / QUIQUE GARCÍA

Laura Carnicero

Zaragoza
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Siglos de historia compartida escriben las relaciones de vecindad de Aragón y Catalunya. Pero los últimos años no han sido los más prolíficos en encuentros, diálogo ni acuerdos políticos. La última reunión bilateral entre un presidente del Gobierno de Aragón y un 'president' de la Generalitat de Catalunya se remonta a 2016, entre el socialista Javier Lambán y el independentista Carles Puigdemont.

En la última década, los dirigentes de ambas regiones se han dado la espalda, pero las relaciones económicas y sociales enraizadas entre catalanes y aragoneses han seguido un camino fructífero e interdependiente.

Este viernes, el 'president' de la Generalitat, Salvador Illa, visita Zaragoza para participar en el Desayuno informativo organizado por El Periódico de Aragón y EL PERIÓDICO, del Grupo Prensa Ibérica, bajo el título 'Prosperidad compartida', a las 9.30 horas en el restaurante Aura, en el que conversará con el director del diario aragonés, Ricardo Barceló, en un acto que contará también con la participación de la ministra portavoz y líder del PSOE en Aragón, Pilar Alegría.

Los asuntos que competen e interpelan a ambas comunidades se cuentan por decenas. Desde el ámbito del patrimonio con el conflicto de los bienes de Sijena por cerrar próximamente en el Supremo; los acuerdos para la prestación de servicios públicos entre Huesca y Lérida; la compraventa de viviendas; los proyectos comunes en el Pirineo, como los fallidos Juegos Olímpicos de Invierno; la apuesta por las infraestructuras y la conexión de la terminal marítima de Zaragoza con el puerto de Barcelona; el legado que guarda el Archivo de la Corona de Aragón; la implantación de grandes empresas catalanas en territorio aragonés, como BonÀrea; y el gran debate que atraviesa todo lo demás, como la financiación autonómica.

Los lazos comerciales

A nivel comercial, Catalunya es a la vez el principal cliente y proveedor de Aragón. Según el último Boletín Trimestral de Coyuntura publicado por el Gobierno de Aragón, Catalunya concentra el 38% de las ventas y el 46% de las compras aragonesas, con un flujo de intercambio de bienes y servicios de 18.269 millones de euros.

Es también el principal mercado exterior si se tiene en cuenta al resto de países, no solo a las comunidades autónomas, y duplica la cifra de negocio del principal cliente extranjero, Francia (3.032 millones). Para Catalunya, Aragón es su segundo mayor mercado exterior, ya sea por ventas intrarregionales o internacionales, detrás de Francia, con un importe de 10.585 millones.

Tradicionalmente, los aragoneses han optado por las costas catalanas para adquirir sus segundas residencias vacacionales. Según los últimos datos disponibles, la Comunidad Valenciana ha escalado hasta el primer puesto, pero Catalunya se mantiene en segundo lugar.

Según datos del Ministerio de Transportes, en 2022 se registraron 291 transmisiones inmobiliarias en Castellón cuyos compradores residen en Zaragoza, frente a las 203 que hicieron en Tarragona. En el primer trimestre fueron 63, el triple que en la demarcación catalana.

Y en los últimos años, el gigante catalán BonÀrea ha apostado por Aragón y, en concreto, por Épila, para desplegar el "principal proyecto logístico de su historia" con una inversión de 400 millones de euros que ya ha superado su ecuador, y emplea a 250 personas.

Las tensiones políticas

Mientras las relaciones económicas y sociales se mantienen estrechas entre ambas sociedades, las relaciones políticas entre sus dirigentes se han ido enfriando, especialmente, desde el desafío independentista que culminó con el referéndum del 1 de octubre de 2017, y los posteriores debates sobre la amnistía de los presos catalanes, así como las negociaciones del Gobierno de España con los independentistas catalanes para sacar adelante la investidura o los sucesivos presupuestos generales del Estado.

En los ocho años de Gobierno de Javier Lambán en Aragón, su postura crítica con el independentismo catalán, con la ley de amnistía y los indultos marcaron las relaciones a todos los niveles, tanto con la Generalitat como con la Moncloa.

El único proyecto común que fracasó antes de nacer fue la candidatura conjunta para los Juegos Olímpicos de Invierno de 2030 entre el Gobierno de España, la Generalitat de Catalunya y el Gobierno de Aragón. Las reuniones a varias bandas no fructificaron, y el Ejecutivo de Lambán denunció desde el inicio que la candidatura no se estaba conformando "en pie de igualdad".

El símbolo del desencuentro se produjo cuando en una reunión prevista a cuatro bandas, con el CSD, el COE la Generalitat de Catalunya y el Gobierno de Aragón, el representante aragonés anunció que no iba a asistir, pero se mantuvo su silla vacía para la foto dejando constar sus discrepancias en torno al proyecto.

En la actual legislatura, el presidente de Aragón, Jorge Azcón, sigue marcando distancias. Más, si cabe, que su predecesor Lambán. El popular se ha plantado en contra de cualquier debate sobre el sistema de financiación autonómica que parta de un "privilegio" a Catalunya, insiste en reivindicar la "igualdad" de todos los españoles que proclama la Constitución y ha elevado al Supremo y al Constitucional el asunto del reparto de menores migrantes entre comunidades autónomas al considerar que hay un trato desigual para Catalunya y el resto de comunidades autónomas.

Además, ha rechazado la quita de la deuda para Aragón, que partía de un acuerdo inicial entre el Ejecutivo central y ERC, que incluso anunció el propio partido catalán antes que el Gobierno.

Así, Aragón y Catalunya cumplen una década de desencuentros políticos. Pero las relaciones sociales y económicas entre ambas regiones se mantienen tras siglos de vecindad.

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