Y tras este ruido, ¿ahora qué?

¿Quién sobreviviría a la publicación de conversaciones de su móvil? Es una de las preguntas y conclusiones que han marcado las conversaciones de esta semana una vez que el diario 'El Mundo' publicó el cruce de mensaje de Pedro Sánchez y José Luis Ábalos.

Unos mensajes sin más repercusión penal -por ahora- que la confirmación por escrito de las tareas políticas que Sánchez encomendaba a Ábalos en el partido. ¿O va a sorprender ahora que no le gustaban las críticas de Lambán y de Page, incluso las de Vara?

Pero estas conversaciones han molestado aún más a Sánchez porque alimenta el ruido político que tanto detesta. Y la evidencia de que las filtraciones periodísticas interesadas le enfadan porque le hacen perder el control del relato, la agenda política.

Ese fue el sino que acompañó al Gobierno de coalición en la pasada legislatura, con un Podemos que jugó a lograr réditos políticos a partir de filtrar interesadamente rumbos y medidas que tomaba el Ejecutivo. Una estrategia que sin el mismo éxito ha intentado emular Yolanda Díaz desde que asumió el liderazgo de Sumar.

Con la estrategia de cargar contra la filtración de esas conversaciones –algo que en otros momentos han utilizado en su beneficio propio– en La Moncloa no han sabido salir de este ambiente. El presidente dejó pasar la oportunidad en el Congreso de zanjarlo y aclarar su posición ante el rescate de Air Europa.

Y por su lado, Feijóo ha convocado el congreso del PP y admitido que no estaba con el partido preparado para afrontar unas elecciones que repetidamente demanda. ¿Quién sabe si Sánchez puede aprovechar esta situación interna de los populares para convocar a los ciudadanos?