De la misa con Pujol a la firma de una camiseta 'perica': así ha sido el Sant Jordi del president Illa

Un Sant Jordi con las banderas del Palau de la Generaliat a media asta parece un oxímoron en una Catalunya que, cada 23 de abril, se rinde a los pies de la fiesta por antonomasia de los libros y las rosas. Pero a Salvador Illa, que precisamente tanto le gusta presumir de "normalidad", le ha tocado afrontar una Diada excepcional como president, porque inédito es que coincida con un luto institucional, en este caso, por la muerte del papa Francisco. Una imagen resume el ecléctico equilibrio en el majestuoso edificio de la plaza de Sant Jaume: la fuente del Pati dels Tarongers luce ataviada de flores rojas y la 'senyera' que está a escaso metro y medio está coronada por un crespón.

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Que el expresident Jordi Pujol ponga los pies a primera hora en el Palau de la Generalitat da cuenta también del momento insólito. Lo hace para acudir a la misa en la capilla de Sant Jordi por primera vez desde que ha salido del ostracismo público forzado por la causa judicial que aún tiene pendiente con la Audiencia Nacional. De hecho, el propio Illa contribuyó a su restitución cuando se reunió con él el pasado mes de septiembre en la sede donde gobernó 23 años. "Estaba muy tocado por la muerte de Prenafeta", admiten fuentes presentes en la ceremonia.

Nueve 'consellers' y Trapero en la eucaristía

No es Pujol el único expresident en la eucaristía. También han acudido Artur Mas y José Montilla, nueve consellers del Govern, el president del Parlament, Josep Rull, el presidente parlamentario de Junts, Albert Batet y el exconseller y diputado Joan Ignasi Elena como representante de ERC. Este último, de hecho, era el único dirigente republicano que asistía a la misa durante la presidencia de Pere Aragonès. Caprichos del destino -o de la fe-, el extitular de Interior ha coincidido con otra destacada presencia en la misa de esta inusitada jornada: la de José Luis Trapero, el mayor de los Mossos a quien destituyó, pero que Illa se encargó de recuperarlo como director general de la policía.

El president de la Generalitat, Salvador Illa, pasea por el centro de Barcelona acompañado de su esposa, Marta Estruch, el día de Sant Jordi

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Pero Sant Jordi es una fiesta "sinónimo de entendimiento", ha dicho el president en su discurso institucional, que ha empezado con retraso porque al abad de Montserrat, Manel Gasch, que ha presidido la misa, se le ha ido el santo al cielo hablando del papa Francisco. La "fraternidad" que ha predicado en su alocución la ha aplicado Illa a la bendición de las rosas, que ha propuesto compartirla con el president Rull, entusiasta con el gesto. El duelo institucional decretado hace que el ambiente en Palau haya sido el de una festividad contenida, a la sombra de las cámaras. Han acudido, como cada año, geganters, 'pubilles' y 'hereus' o el gremio de panaderos y pasteleros, pero a puerta cerrada.

Illa, en la 'superilla' de los 'selfies'

Al mediodía, y predicando con el ejemplo de participar en iniciativas solidarias como ha pedido también en su discurso, el president se ha plantado en casa de Montserrat Compte, usuaria de la entidad Amics de la Gent Gran, para regalarle una rosa y un libro. Aunque sin duda no ha sido del todo Sant Jordi hasta que ha hecho acto de presencia en el corazón de la ciudad. "¿Es Collboni?", pregunta una señora tratando de buscarse un hueco entre guardaespaldas y cámaras. "¿Es Zapatero?", pregunta otra. No, es Illa en la 'superilla' de la Diada junto a su esposa, Marta Estruch, que hoy hace una excepción en su apuesta por la discreción. Y cuando se percatan de ello, empieza el alud de peticiones de 'selfies'.

"Somos de L'Hospitalet", se ha presentado una pareja de señoras. "Luego dirán que a los jóvenes no nos interesa la política", ha ironizado un chaval acercándose también para ver de cerca al president, que entre saludo y saludo ha tratado de conversar con los representantes del gremio de editores y de libreros. Curiosa la metáfora que ha compartido con él Joan Sala, el editor de Comanegra, para resaltar la singularidad de una jornada en la que gastan en libros incluso los más desafectos a ellos: "Esto es como si un día al año todos los vegetarianos compraran un fuet".

La pasión futbolera

De librero en librero, en un recorrido de tan solo dos esquinas, ha estrechado la mano con el escritor Rafael Vallbona, ha acariciado a una perrita llamada Lluna, lo ha esquivado la exdiputada de la CUP Eulàlia Reguant y ha acabado con dos libros bajo el brazo: 'Candel', de Genís Sinca, y 'Ells no saben res', de Mercè Rodoreda. Pero, casi como por arte de magia, gracias al movimiento rápido de un joven, ha terminado en sus manos una camiseta del Espanyol que, como perico, ha recibido con una sonrisa.

En pleno fervor de firmas, el president ha empuñado un bolígrafo y ha estampado la suya en el atuendo blanquiazul justo en un día en el que él ha lucido corbata azul con lunares rojos. "Cada uno firma lo que puede", ha bromeado un representante político que se lo ha cruzado minutos después. El amor en Sant Jordi puede con todo, menos con las pasiones futboleras.

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