Apuntes políticos
Las encuestas internas del PP revelan que la suma con Vox no da y Feijóo no sería presidente
La cercanía de Abascal a Trump perjudica al partido ultra en los sondeos y, de rebote, también daña los planes del líder popular para alcanzar la Moncloa

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Pilar Santos
Pilar SantosPeriodista
Licenciada en Periodismo por la Ramon Llull.
Empezó en Barcelona en 1997 haciendo la agenda y las farmacias de guardia. Pasó por varias secciones antes de llegar a Política. En 2007, se trasladó a Madrid para cubrir la Moncloa con José Luis Rodríguez Zapatero y, después, con Mariano Rajoy. La información de Exteriores la llevó a más de 40 países. A partir de 2011 sumó la cobertura de la Zarzuela.
Tras la moción de censura a Rajoy, está centrada en el PP y la Casa del Rey.
Colabora en programas de análisis en Telecinco, RNE y Catalunya Ràdio.
Esta semana se han visto destellos de una clase política que en España no acaba de lucir. Carlos Cuerpo, ministro de Economía, y Juan Bravo, vicesecretario de ese área en el PP, dos hombres de buen talante, han mostrado por momentos un entendimiento que hacía pensar que no todo está perdido. Cuerpo y Bravo han sido comisionados por sus jefes, Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, respectivamente, para negociar el paquete de medidas con el que se va a intentar mitigar el impacto de la guerra arancelaria decretada por Donald Trump. El PP ha vivido jornadas de vaivenes: unas horas parecía que la cosa fluía; otras, que la desconfianza había manchado todo. Continúa el miedo a algunos altavoces mediáticos madrileños que estos días alertan del “nuevo engaño” de Sánchez a Feijóo. Hay cosas que no cambian. Eran así ya con Mariano Rajoy y Pablo Casado y, ahora, también.
El zarpazo al tablero internacional que está suponiendo el segundo mandato de Trump ha sorprendido al PP en su propio laberinto con Vox. El partido de Santiago Abascal, que rindió pleitesía al presidente de EEUU acudiendo a su toma de posesión, pasa también por horas complicadas por no poder criticar abiertamente los aranceles que van a perjudicar a agricultores y ganaderos, una de las bolsas de votos del partido ultra.
En sus intervenciones públicas, los dirigentes del PP celebran en ocasiones el embrollo en el que se encuentra Abascal, pero su alegría no es verdadera. Desde que Trump ha empezado a tomar decisiones controvertidas (no solo con los aranceles, también con su nueva estrategia en Ucrania y Gaza), los de Abascal están bajando en las encuestas. Pero esos votos no se están yendo al PP, sino que se están quedando en la abstención. Según datos de los populares y también los que se manejan en otros cuarteles generales de las derechas, en estos momentos, y pese a la batalla en el charco que libran las izquierdas, la suma con Vox no alcanzaría para conquistar la Moncloa. En el promedio de las encuestas, el PSOE no baja del 27% de los votos frente al 32,1% del PP y el 14,6% de Vox.
Los de Abascal consideran que la cuenta empieza a salir cuando la suma de las dos derechas da 49% (ahora, 46,7%). La diferencia entre los dos grandes es escasa teniendo en cuenta la debilidad parlamentaria de Sánchez, los casos de corrupción que afectan a su entorno (José Luis Ábalos, su esposa y su hermano) y el desgaste que supone llevar siete años en el cargo.
Trump, al que Vox no se atreve a criticar, ha abierto una nueva etapa del orden mundial con EEUU diciendo adiós a acuerdos internacionales (en materia de clima, la Organización Mundial de la Salud, la cooperación internacional...) y rompiendo con la historia de acogida del país norteamericano al usar una ley de guerra de 1798 para deportar inmigrantes. Y es con Vox con el que el PP aspira a pactar Presupuestos autonómicos en varias autonomías.
Esta legislatura toca convivir con contradicciones a izquierdas y derechas y Feijóo tiene que hacerlo con Abascal, al que le pide ayuda para cerrar Cuentas autonómicas mientras sus barones le hacen concesiones que contradicen la historia del PP y lo que el PP firma en Bruselas. Esta semana, los conservadores votaron en contra del reparto de los menores inmigrantes que llevan hacinados en Canarias y Ceuta desde el pasado mes de julio.
Los populares llevan ocho años, desde 2017, sin celebrar un congreso ordinario en el que debatir sus pilares ideológicos. Los estatutos dicen que hay que realizar uno cada cuatro años, aunque Feijóo se ha agarrado a que hubo uno “extraordinario” en 2022, que le eligió a él, para decir que no toca hasta el 2026. Lo que sí deja claro el reglamento interno en todo caso, en el artículo 42, es que hay que hacer una convención nacional cada año (salvo en el que hay congreso) para evaluar “las políticas que el partido desarrolla” y ofrecer “orientaciones” y “sugerencias”. Según fuentes de la dirección, Feijóo tampoco tiene en mente organizar una que le obligaría precisamente a aclarar a qué distancia se colocan de Trump/Abascal.
Esta falta de discusión ideológica puede ponerse de relieve aún más después del verano, cuando el impacto de la batalla arancelaria haya llegado de una manera cruda a la economía del día a día. El PSOE tiene en mantillas ahora mismo una nueva convención para preparar a todos sus cuadros “ante la ola ultraconservadora” y de “desinformación” de la que Sánchez lleva advirtiendo meses.
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