Apuntes políticos de la semana

El kit de supervivencia de Salvador Illa

La gratuidad de Rodalies y una 'app' sobre las incidencias: las propuestas del Parlament contra el caos ferroviario

Encuesta CEO: El PSC se mantiene en cabeza y la caída de Junts impulsa a Aliança Catalana

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Júlia Regué

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Barcelona
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Salvador Illa cierra la semana política con una inyección de recursos inicial para aguantar sin presupuestos -y está en vías de tratar de conseguir una segunda dosis-; con la primera reprobación a un miembro de su Consell Executiu y con un paquete fiscal que contenta a sus dos socios de investidura, ERC y Comuns. El kit de supervivencia de Illa incluye la gestión de Rodalies, las políticas de vivienda y los avances en un nuevo modelo de financiación para Catalunya; pero, sobre todo, la garantía de que Pedro Sánchez ata su futuro político al suyo. La predisposición del jefe del Gobierno a ceder más competencias y recursos para Catalunya es lo que permitirá a Illa alzarse como un contrapoder a Ayuso, y con ello, Sánchez podrá encarar la disputa electoral de 2027. Pero, a cambio, Illa deberá "poner la cara". Y esta semana ya lo ha hecho.

El president se convirtió en diana en el pleno monográfico del Parlament sobre el caos ferroviario para que todos los dardos se dirigieran a él. Se apresuró a pedir disculpas y admitió que Rodalies "no funciona", pero eso no evitó que los independentistas y el PP le echaran en cara que no se plante ante Sánchez para exigir un servicio a la altura. 

Illa hizo lo que él mismo había pedido a la consellera Sílvia Paneque, "dar la cara", pero evitó señalar a Adif y Renfe como responsables del cúmulo de incidencias, algo que algunos altos cargos del Govern echaron en falta. Hay quien cree que el Executiu está siendo demasiado benévolo y está aguantando más golpes de los que merece para no enturbiar la relación con los gobernantes de los trenes -y, por ende, pisar algún callo en el Gobierno- teniendo en cuenta que el traspaso de la gestión aún está por perfilarse y que más vale no fallar a ERC.

Pero hay otras voces en Palau que defienden que precisamente la estrategia de éxito de Illa es no entrar en el terreno de la confrontación, de ahí que haya dolido la reprobación de Paneque, porque en el fondo encarna un malestar político, pero poco tiene que ver con la gestión de sus responsabilidades, ya que consideran que está "al pie del cañón" y que los problemas actuales tienen que ver con una desinversión histórica. Es cierto que, aunque la oposición arañe, no muerde, porque no hay alternativa que sume en su bancada.

Illa no olvida que gobierna en minoría, pero pone en valor que está cumpliendo los acuerdos con sus socios. Hay pactos a largo plazo que, si no cuentan con Illa en Govern y Sánchez en Moncloa, quedarán en papel mojado –-os principales: el traspaso en inmigración, Rodalies y la financiación singular-, así que ni tan siquiera a Junts le interesa forzar un adelanto electoral, más aún con Aliança Catalana al acecho, como refleja la encuesta del Centre d'Estudis d'Opinió (CEO). Junqueras también pide tiempo para que las filas se calmen. Ya ganó el congreso con prácticamente un 90% de los avales a la nueva hoja de ruta, pero debe arrancar nuevos logros para consolidar su proyecto de colaboración con el PSC.

El Govern se reserva los asuntos más espinosos del mandato para cuando tenga aprobado el suplemento de crédito completo, los 4.000 millones de euros que se ha visto obligado a trocear por exigencia de ERC. Ni más, ni menos. Será después cuando pueda valorar la ampliación del Aeropuerto de Barcelona-El Prat, la recuperación de la apuesta por la Ryder Cup y dilucidar si los inversores del Hard Rock quieren o no propulsar un proyecto que, por ahora, mantienen vivo pese al incremento de la presión fiscal a los casinos. Pero ello deberá ir siempre acompasado a la prioridad de los Comuns, la vivienda; y a la de ERC, las infraestructuras. La financiación se asume que va para largo, y que el ruido es el principal enemigo para su cumplimiento. Y en eso coinciden los republicanos, aunque presionan para que antes del verano pueda haber un calendario detallado.  

Lo que podía leerse hace unos meses como un escollo, es ahora incluso una oportunidad para Illa. Carles Puigdemont es una piedra en el zapato, y dentro del propio Govern creen que lo mejor que podría pasarle al jefe del Govern es que el líder de Junts regrese ya a Catalunya siendo amnistiado. Esto permitiría evitar una fotografía en el extranjero -la amnistía política que pide Puigdemont- y vender su llegada como el principal triunfo de las "desinflamación" del 'procés'.

Pero, a la vez, serviría al PSC para intentar noquear las perspectivas electorales de Junts. Porque Puigdemont debería decidir si continúa en política y aspira a volver a competir electoralmente con Illa sin el tirón electoral que le da seguir en Waterloo, emblema de que el conflicto político persiste, cuando a Sánchez y a Illa les interesa ir a unas elecciones ofreciendo obra de gobierno y más autogobierno; aunque este sea debido a la presión de los independentistas en Madrid.

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