Prioridad del rearme
El Ejército prevé compras de 2.000 millones de euros en munición de artillería para reponer su arsenal
La cúpula militar trata de almacenar medio millón de proyectiles con los que poder responder a un mes de guerra de alta intensidad
Las últimas adquisiciones de Defensa para sus obuses pesados se concentran en las plantas españolas de Expal-Rheinmetall
La Europa del rearme, entre Rusia y Estados Unidos: así está su poder militar

Disparo con fuego real del grupo de Artillería enviado por el Ejército a Letonia en abril de 2022. / EMAD


Juan José Fernández
Juan José FernándezRedactor Jefe
Reportero.
Profesor en el Master de Periodismo Avanzado – Reporterismo de la Facultat de Comunicació i Relacions Internacionals Blanquerna (Universitat Ramon Llull).
Diplomado por el CESEDEN en Altos Estudios de la Defensa Nacional.
Fue jefe de Información y Reportajes y jefe de Redacción de la revista Interviú durante 19 años.
Durante la guerra de Ucrania, los arsenales del Ejército de Tierra han llegado a momentos de extenuación tales que la artillería española no habría podido mantener más de siete días de guerra de alta intensidad, confirman a este diario fuentes de la cúpula militar. Por eso el Ejército tiene marcado como asunto prioritario llenar los almacenes de munición para "salir de los niveles críticos", según las mismas fuentes.
Cumplir con el estándar OTAN de reservas implica disponer de más de medio millón de disparos de 155 milímetros, el calibre máximo de artillería en la Alianza, para poder reaccionar en caso de conflicto. Eso supone 2.000 millones de euros en compras, del total de 43.000 millones actualmente previstos por Defensa para inversión en programas de armamento.
Se busca munición simple de entre 1.500 y 3.000 euros de coste, según modelos, y otras muy avanzadas, de más de 100.000 euros por disparo, con encargos a tres empresas en España las primeras y en Estados Unidos una buena parte de las segundas. Las fuentes mencionadas no cierran un calendario, pese a la urgencia del rearme: no es solo cuestión de dinero, también lo es de tiempo,. La fuerte demanda obliga a ponerse a la cola ante la industria occidental de defensa. La invasión de Ucrania ha redefinido la guerra de alta intensidad con esquemas de 1918: muchísima artillería. Lotes de 200 toneladas de munición enviados por España a Ucrania en 2022 y 2023 en el buque Ysabel no dieron para más de tres días de combate en el Donbás y Zaporiya.
Allí, en las peores semanas el ejército ucraniano ha disparado 10.000 proyectiles diarios mientras Rusia atacaba con 40.000. Solo en jornadas valle la proporción ha bajado a 2.000/10.000. Y la industria de armamento no ha dado abasto aún, ni en Europa ni en EEUU, para reponer la ayuda donada a Kiev.
Exigencia de la OTAN
El nuevo panorama geopolítico y la hostilidad de Donald Trump hacia sus aliados inyecta premura a esta prioridad del Ejército, pese a la ausencia de Presupuestos Generales. Los europeos quieren llegar en junio a la cumbre de la OTAN en La Haya mostrando cifras de reposición, o al menos contratos, que les eviten reproches norteamericanos por no cumplir con la organización.

Soldados franceses y españoles disparan un cañón del Ejército de Tierra en el ejercicio SteadfastDart25 de la OTAN el pasado 2 de marzo. / Armée de Terre (Francia)
En febrero de 2023, el entonces secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg, hizo un llamamiento acuciante: “La guerra de Ucrania está agotando las reservas de los aliados”, dijo. Y se reactivó un torrente de pedidos… aumentando la cola.
En España es secreto militar el total de proyectiles de artillería disponibles. La norma OTAN -al menos antes de que la necesidad de ayudar a Ucrania rompiera procedimientos internos de la Alianza- fija que los aliados europeos deben tener reservas de munición para reaccionar durante un mínimo de 30 días de conflicto de alta intensidad con Rusia.
Factura para España
Para el caso de España, considerando 180 piezas artilleras en servicio para proyectiles de 155 mm, y 100 disparos al día sin deteriorarse, cumplir del todo el estándar OTAN implica reservar 540.000 proyectiles de los más pesados.
Los precios varían según la calidad y la cantidad del pedido, y también por la demanda: por proyectiles como los de la firma alemana Rheinmetall (dueña de la española Expal, uno de los principales productores europeos) que costaban entre 1.000 y 2.000 euros cada uno antes de invasión de Ucrania, el país agredido ha llegado a pagar 3.300 euros por disparo en momentos de angustia de su ejército, en 2023 y 2024, confirman las fuentes consultadas.

JJF
Hace tiempo que no se cumple el estándar OTAN de reservas. A España, la guerra de Ucrania la pilló sin tiempo para haber recuperado sus arsenales de los recortes presupuestarios de la crisis de la burbuja, explican miembros de la cúpula del Ejército.
La previsión de pedidos de munición se encarece: el Ejército prevé modernizar su sistema de cohetes contra carro y antibúnker Spike por 287 millones de euros, y dotar a sus regimientos de artillería de nuevos proyectiles dirigidos Excalibur. Se trata de munición prácticamente infalible, de 50 kilómetros de alcance y con un CEP (Círculo de Error Probable) inferior a los seis metros. Con ellos el Ejército tratará de poner un parche a la escasez de misiles y a necesidades de disparo preciso a buques desde la costa, o del combate en zonas pobladas, con alto riesgo de daños civiles colaterales.
Una alianza británico-estadounidense (Bae Systems y Raytheon) tiene el práctico monopolio de este producto. La última compra de munición Excalibur por España, en enero de 2023, supuso una factura de 48,2 millones de euros por 271 proyectiles, a más de 170.000 euros.
Stocks clave
Dos mil millones de euros en previsión de compra de munición artillera es tanto como el montante de los dos pactos consecutivos Madrid/Kiev de asistencia militar. Se trata de dotar al centenar de obuses autopropulsados M109A5 del Ejército, y sus 80 -las cifras no son oficiales- obuses remolcados 155/52 del Sistema Integrado de Artillería de Campaña. De los 2.000 millones que están previendo los militares no se excluye la dotación para carros de combate, con calibres menores, pero sí la compra de minas contra carro. Son otros dos stocks fundamentales de los que España ha sacado donaciones a Ucrania.

Armada
La carencia de munición afecta a todos los miembros de la OTAN por sus entregas en esta guerra. Y ha cogido desprevenida a la industria europea de defensa, adaptada al desarme de la postguerra fría. En la propia Alianza Atlántica ha habido una larga época en la que sus analistas consideraban que la artillería masiva era cosa de las guerras del pasado... hasta que Putin se presentó a las puertas de Europa con centenares de baterías y lanzacohetes.
Ahora "hay que ver si la Administración también acelera", explica un comercial de la defensa. En el sector “están las empresas preocupadas por los tiempos de la Administración. No se sabe si aumentarán mucho la demanda y los fondos, pero no el número de funcionarios que los tramitan”.
La industria municionera europea llegó a bajar a producciones de 25.000 proyectiles anuales. Ahora, la ley ASAP de la UE para el apoyo a la producción de municiones se marca como objetivo que para el final de este año las factorías sean capaces de hacer 2,5 millones al año. Ahora "hay que ver si la Administración también acelera", explica un directivo comercial socio de una patronal sectorial de la defensa. En el sector “están las empresas preocupadas por los tiempos de la Administración, los ritmos de estas adjudicaciones, que son lentos por las condiciones legales y de otro tipo que tienen. No se sabe si aumentarán mucho la demanda y los fondos, pero no el número de funcionarios que tramitan y la velocidad que se necesita”.
Municioneros con estrés
En España, las últimas adquisiciones para artillería pesada son muy seguidas. El 25 de noviembre Defensa licitó la compra de un lote de munición de alcance extendido de 155 milímetros por 36 millones de euros (no se publica cuántos proyectiles). Cuatro días antes, compró otro lote del mismo calibre por 3,03 millones. El 29 de octubre, otro por 3,3 millones. El 7 de octubre compró un lote más, por 3,9. Y seis días después compró minas anticarro por 1,1 millones.
En todos los casos se ha hecho el encargo a Expal. El pasado 13 de enero, Rheinmetall hizo público otro contrato de 21 millones de euros para seis plantas españolas de Expal -Trubia (Asturias), Burgos, Albacete, Murcia, Navalmoral y El Gordo (Cáceres)- que deben producir “cantidades de cinco dígitos” de munición de 155 mm, que ha de recibir “en la primera mitad de este año” un cliente nacional no revelado.

Munición de 155 mm usada por el Ejército en la Academia de Artillería de Segovia (izda) y proyectiles e impulsores del mismo calibre fabricados por Ezpal / Fuerza Terrestre y Expal
Comparten el estrés de la demanda las otras firmas de esta facción del sector de la defensa, nunca muy populares y hoy en el ojo del huracán geopolítico. Instalaza, FMG y Nammo han ampliado su capacidad de producción en algunos casos acogiéndose a los 500 millones de euros previstos por la ley SAPA para ayudar a la reconversión industrial de la munición.
En Zaragoza, Instalaza atiende un pedido de lanzagranadas contra carro TR90, con los que Defensa trata de suplir los miles de anteriores lanzagranadas C90, que ha donado a Ucrania, armas de un solo uso y letales para los tanques.
En Palencia, Nammo, noruego-finesa, fabrica granadas y disparos del calibre 30 para el futuro vehículo de combate Dragón 8X8.
Al sur, la Fábrica de Munición de Granada (FMG) espera surtir proyectiles de 120 mm para los carros Leopard y acuerdos para reponer explosivos -tres millones cada lote- para los zapadores del Ejército.
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