Negociación sobre el conflicto político
La mesa de diálogo Gobierno-Generalitat nunca tuvo estructura ni actas para evitar la impugnación
Hoy se cumplen cinco años de la primera reunión del foro que rompió el hielo entre los dos ejecutivos tras el choque de 2017
Aragonès dará una conferencia en Yale sobre el 'procés' y la amnistía
Sánchez y Aragonès: una relación de 4 años con altibajos y beneficios mutuos
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Imagen de la primera reunión de la mesa de diálogo en la Moncloa. / David Castro


Quim Bertomeu
Quim BertomeuPeriodista
Licenciado en Periodismo y en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universitat Pompeu Fabra (UPF). Sigue la actualidad política del Govern, del Parlament de Catalunya y el día a día de los partidos catalanes, sobre todo de ERC.
Fue un soleado día de invierno en Madrid cuando hace justo cinco años, en la Moncloa, se celebró la primera reunión de la mesa de diálogo entre el Gobierno y la Generalitat. Un foro pactado entre el PSOE y ERC que tenía por objetivo iniciar una etapa de deshielo entre los dos gobiernos tras el choque de trenes de octubre de 2017. Un espacio informal que se llegaría a reunir un total de tres veces y que, para facilitar su puesta en marcha, nunca tuvo una estructura definida ni un marco jurídico estable. Según ha podido comprobar EL PERIÓDICO, nunca se elaboraron actas de los encuentros. Transcurrido este tiempo, sus impulsores defienden sus frutos y sus detractores siguen denunciando sus carencias.
La mesa fue una propuesta de ERC cuando, tras las elecciones generales de noviembre de 2019, se vio con la llave de la investidura de Pedro Sánchez. La idea era la siguiente: a cambio de sus votos, se crearía un foro entre los dos ejecutivos para abordar cómo se podía sacar el 'procés' de los tribunales y devolverlo al terreno de la política. Poco después de aquellas elecciones, Pere Aragonès (ERC) se fue en secreto a la Moncloa para verse con el presidente socialista. "Yo le dije, escucha, nosotros estamos dispuestos a hablar de negociaciones de investidura, pero tenemos que abrir un proceso de negociación sobre el conflicto político", revela el propio expresident en conversación con EL PERIÓDICO. Ahora puede parecer fácil, pero entonces las relaciones entre administraciones estaban prácticamente rotas. Solo había transcurrido un mes desde que los líderes del 'procés' habían sido condenados por el Tribunal Supremo a penas que, juntas, sumaban 100 años de prisión.

Imagen de los ministros y los consellers que participaron en la primera reunión de la mesa de diálogo. / David Castro
El PSOE y ERC llegaron finalmente a un acuerdo y la primera reunión de la mesa fue el 26 de febrero de 2020. La puesta en escena sorprendió a más de uno. "Estaba todo preparado hasta el último detalle", recuerda uno de los presentes. Una delegación de ministros esperó a la delegación de la Generalitat en los jardines del palacio y, seguidos en todo momento por una realización televisiva preparada expresamente para la ocasión, entraron juntos en el edificio.
Una vez dentro, se sentaron una mesa larga que acababa en un ventanal por el que sobresalía un almendro florido. Sánchez y el entonces president de la Generalitat, Quim Torra (Junts), presidieron el encuentro. "Tengo recuerdos de forma y de fondo. De forma, una pura escenificación, una foto; de forma, reiterar al Gobierno español -ya lo había hecho personalmente al presidente Sánchez- que el pleito con Catalunya solo se resolvería con el ejercicio de la autodeterminación y la amnistía", recuerda Torra en declaraciones a este diario.
Reiteré al Gobierno que el pleito con Catalunya solo se resolvería con la autodeterminación y la amnistía
Sin rastro del foro
La mesa se llegó a reunir tres veces -2020, 2021 y 2022-, pero nunca dejó ningún rastro por escrito, salvo las notas de prensa. El Govern actual, tras una petición al Portal de Transparència formulada por EL PERIÓDICO, asegura que "no consta" en sus archivos "ningún documento intercambiado entre las partes" en aquellas tres citas ni tampoco "ninguna documentación relativa a las actas".
Aragonès argumenta que, si querían que la mesa se pusiera en marcha, no podían constituir un "órgano formal" que, sin amparo en el Estatut o en la Constitución, hubiera sido "susceptible de impugnación". "En una negociación de un conflicto político necesitas flexibilidad y no puedes estar sometido a una dinámica administrativa. Esto les costó mucho de entender [a los dirigentes del PSOE]", concluye.

Imagen de la tercera y por ahora última reunión de la mesa de diálogo. / Javier Barbancho / Acn
Esa falta de actas alimenta el debate sobre qué se decidió realmente en aquellas mesas de diálogo y si tuvo algún impacto en el 'procés'. ERC y Junts siempre polemizaron por ello y aún discrepan. Torra defiende hoy que la mesa "solo respondía a la necesidad de escenificación de que algo se movía cuando, en realidad, la represión continuaba". Él mismo sería inhabilitado unos meses después. Aragonès no niega que tuviera un fuerte componente de escenificación, pero reivindica que fue un paso decisivo para allanar el camino para desjudicializar el conflicto en otros espacios más reconocibles: el Consejo de Ministros y el Congreso de los Diputados. "Al final hicimos tres reuniones. Salieron los indultos y la reforma del Código Penal y fuimos hacia la amnistía", defiende el dirigente republicano. Uno de los representantes socialistas esgrime que la mesa fue sobre todo la exhibición de la "voluntad" de las dos partes de volver a entenderse tras una época convulsa. "Internamente, sirvieron para ver el ambiente, para establecer complicidades, que fueron muy buenas", rememora.
Le costó mucho de entender al PSOE que se necesitaba flexibilidad y no estar sometidos a una dinámica administrativa
Un sucedáneo con poco futuro
En la primavera de 2024, Aragonès intentó reunir la mesa de diálogo una cuarta vez. Con la amnistía ya en el saco -pendiente de aplicar, eso sí-, la idea era llevar a esa cuarta cita su propuesta jurídica para hacer un referéndum. Contaba con obtener la negativa frontal del PSOE, pero el mero hecho de poder llevarla ya le parecía un gesto político valioso. Sin embargo, tuvo que adelantar las elecciones catalanas por la falta de presupuestos y la mesa cayó del calendario. Tras la victoria electoral del PSC y la salida de ERC de la Generalitat, el foro perdió su sentido.

Aragonès el día que planteó su propuesta de referéndum. / Enric Fontcuberta / Efe
Pese a todo, hubo un último intento para reflotarla. Ese mismo año, tras las elecciones en el Parlament, ERC introdujo en los acuerdos de investidura con el PSC una cláusula para crear una "Convención Nacional para la resolución del conflicto político" donde todos los partidos serían invitados a presentar sus propuestas para abordar el conflicto entre Catalunya y el resto del Estado. Fue visto como un mecanismo sucesor de la mesa de diálogo, esta vez, sin el Gobierno presente. Pero nunca más se supo. Ni el PSC, ni la propia Esquerra, ha mostrado interés en llevarlo a la práctica.
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