El gobierno de la extrema derecha
La desafección política impregna Ripoll tras el fracaso de la moción de censura a Sílvia Orriols: "Nadie mira por el pueblo"
Vecinos del municipio explican a EL PERIÓDICO cómo han vivido los últimos días ante la posibilidad ya frustrada de que la líder de Aliança Catalana fuera relevada en el ayuntamiento
Junts frena la moción de censura en Ripoll para echar a Orriols y la tacha ahora de "inviable"
El texto de la moción de censura a Sílvia Orriols en Ripoll que Junts negoció, pero no llegó a firmar

RIPOLL 19/02/2025 Política. Reportaje en Ripoll tras el fracaso de la moción de censura a Orriols. FOTO de ZOWY VOETEN / zowy voeten / EPC


Gisela Boada
Gisela BoadaRedactora
Licenciada en Periodismo y Ciencias Políticas por la Universitat Pompeu Fabra. Escribe en la sección de política y sigue la actualidad informativa del Parlament y del Partido Popular (PP) en Catalunya.
Ripoll ha amanecido este miércoles con la certeza de que nada va a cambiar, pese a que en los últimos días muchos vecinos estaban convencidos de que podía salir adelante un relevo en el gobierno municipal que desbancara a la alcaldesa de extrema derecha independentista Sílvia Orriols (Aliança Catalana). "Ah, ¿sigue?", pregunta descolocado el dependiente de una carnicería musulmana, sorprendido ante el asentimiento que recibe. "La semana pasada decían que la iban a cambiar", asegura en conversación con EL PERIÓDICO.
Parece convencerse de que la continuidad de una alcaldesa que se declara abiertamente "islamófoba" es una realidad: "Todo está bien, tengo trabajo, todo bien", se repite. Sí que reconoce que le preocupó en su día que dijeran que iban a cerrar su mezquita, pero como le han dicho que Orriols "no puede hacerlo" está tranquilo.

Dos vecinos conversan en el bar 'Esperanza', lugar frecuentado por población magrebí. / zowy voeten / EPC
También sitúa como un tema que genera "preocupación" a su alrededor las dificultades que tienen los inmigrantes para empadronarse en Ripoll, una irregularidad que EL PERIÓDICO publicó hace más de un año. "Tardan mucho, hay mucha espera, pero lo consiguen", explica. No es su caso, pues él esta cuestión la tiene resuelta. A Basima (nombre ficticio), una mujer musulmana que pasea con su hija cerca de la estación, también le incomoda que le pregunten por su situación en el pueblo. "Aquí no hemos notado ningún cambio, dice muchas cosas [Orriols], pero no las hace, pasamos de todo lo que dice", declara. También comenta el tema de la mezquita y el empadronamiento. "Tengo nacionalidad española y ella también [su hija], a nosotras no nos afecta", zanja.

Una de las madres que atiende a El Periódico pasea con su hija por la calle que lleva a la estación. / zowy voeten / EPC
Ambos vecinos forman parte del colectivo más señalado por Aliança Catalana, cuyo discurso islamófobo caló en Ripoll, municipio donde se gestó la radicalización de seis jóvenes que perpetraron el atentado terrorista del 17 de agosto de 2017 en Barcelona y Cambrils, y que mató a 16 personas, además de dejar 160 heridos. Desde entonces, la capital del Ripollès ha sido el laboratorio que ha hecho crecer a la extrema derecha independentista. Ahora, Aliança tiene dos diputados en el Parlament y las encuestas le auguran un crecimiento en las próximas elecciones.
Los cuatro principales partidos de la oposición en el consistorio -Junts, ERC, PSC y CUP- habían encauzado un pacto para echar a Orriols del ayuntamiento, después de que usara la vía de la cuestión de confianza para aprobar los presupuestos, al tener un gobierno en minoría. El desmarque de los posconvergentes el lunes por la noche, cuando el pacto estaba prácticamente cerrado, dinamitó este escenario. Orriols seguirá en el ayuntamiento con unas nuevas cuentas públicas hasta 2027, ya que Junts, por tercera vez, ha impedido que se apartara a la extrema derecha del mando de Ripoll.
"Nos han mareado"
"Los políticos nos han mareado para nada", denuncian cinco madres que acaban de dejar a sus hijos en el colegio. Las mujeres relatan que se sienten "cansadas" por la situación política actual y aseguran que su prioridad es que haya "calma" y que "se mire por el pueblo". Ni aprueban ni desaprueban la gestión de Orriols estos dos años de mandato. A sus ojos, todo sigue igual, pero no culpan de ello a la alcaldesa. Aseguran que la líder ultra no ha podido gobernar por falta de una mayoría en el consistorio y de alianzas políticas. "Se tiene que seguir así y aguantar hasta 2027", comenta una de ellas.

Familiares dejan a sus hijos al colegio en Ripoll. / zowy voeten / EPC
El horizonte está marcado en las próximas elecciones municipales, así coinciden diferentes vecinos consultados a pie de calle por este diario. Para entonces, o Aliança tendrá una mayoría que le permitirá gobernar de forma autónoma, o los ripolleses "castigarán" su política en las urnas. Un funcionario que ha trabajado más de 40 años en el ayuntamiento describe como un "desastre" la situación actual en el consistorio y asegura no haber visto "nunca algo así" durante su carrera laboral, en referencia a la crispación política. El hombre, ya jubilado, dice no compartir la forma de gobernar de Orriols ni su discurso contra la inmigración, pero no ve una alternativa posible ahora. Un gobierno de coalición con fuerzas "tan diferentes" harían a Ripoll "ingobernable", apunta, aliviado por la negociación frustrada de los grupos de la oposición. "No me gusta el actual, pero debemos dejarla hacer", anota.
Entre los vecinos predomina la sensación de que nada puede cambiar hasta que no haya elecciones. Ante la imposibilidad de un relevo, los ripolleses, poco a poco asimilan la continuidad del mandato y rebajan el discurso racista que pregona Orriols desde su llegada. Otro residente explica que no ha votado a Aliança y que no cree que vaya a hacerlo, pero insiste en que no piensa que sea "lo mismo que Vox" porque "no tiene nada que ver". El hombre comenta que no le gusta ningún político y que "todos son iguales", aunque matiza que a la formación de Ignacio Garriga no la cuenta ni como opción democrática, pero a Aliança sí. "Solo persigue una religión que va contra las mujeres", se justifica.

La mezquita donde se creó la célula yihadista del 17-A en Ripoll. / zowy voeten / EPC
La desafección política impregna una localidad que nunca volverá a ser la misma desde los atentados de 2017. En la mezquita donde los jóvenes se radicalizaron, regentada entonces por el imán Abdelbaki Es Satty, se encuentra Ali Yassine, el que era presidente de la comunidad islámica de Ripoll cuando ocurrieron los hechos. Si bien declina hacer declaraciones en nombre de la comunidad que representó -ya no ostenta el cargo- sí explica que su colectivo "está tranquilo" y que todo "sigue igual". Preguntado por las amenazas que ha lanzado la alcaldesa en reiteradas ocasiones contra los seguidores de su religión y el cierre de la mezquita, Ali traslada calma. "No hacemos caso, no lo puede hacer, ya lo ha intentado y ha visto que todo es legal", se reafirma.
El miedo disfrazado
Ripoll sigue siendo un municipio dividido donde la población musulmana es, a ojos de gran parte de la población, un problema, pese a que la población extranjera solo es del 15,66% en el municipio, según datos del Idescat de 2023. Diferentes vecinos han expresado su sensación de "inseguridad" por la llegada de inmigrantes, pero prácticamente ninguno ha reconocido haber sido víctima de algún episodio de delincuencia. Algunos vecinos musulmanes concluyen que no son ellos a los que amenaza Orriols, sino a "los que llegan nuevos". "Esto es consecuencia del miedo que se ha instaurado en Ripoll. El discurso de extrema derecha busca separar entre el 'nosotros y el ellos': es una forma de protegerse, convencerse de que forman parte de esto", argumenta Carme Brugarola, miembro de la asociación Unitat Contra el Feixisme de Ripoll e impulsora de la plataforma Teixim Ripoll.

Una mujer pasea por el centro de Ripoll. / zowy voeten / EPC
Algo sí que ha cambiado en Ripoll. A diferencia de lo que ocurría al inicio del mandato de Orriols en 2023, ahora los votantes de Aliança Catalana reconocen desacomplejadamente su apoyo al partido de extrema derecha. "Antes a la gente le costaba más decir que la habían votado", explica una comerciante en el centro del casco antiguo, quien asegura que cada vez a la gente "le da menos vergüenza" apoyar a este partido. Ella lo hace. "Pero no soy racista", añade. Tampoco independentista.
Ante la crispación que acecha el municipio del prepirineo desde 2017, un comentario se ha repetido entre vecinos con diferentes posturas ideológicas que denuncian cansancio por la parálisis política actual: "Nadie mira por el pueblo".
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