Indra, Navantia, Escribano, GMV
Crecen los equipos españoles en la liga de campeones industriales de la defensa europea

Radar Lanza de Indra, que utiliza el ejército español / Indra


Juan José Fernández
Juan José FernándezRedactor Jefe
Reportero.
Profesor en el Master de Periodismo Avanzado – Reporterismo de la Facultat de Comunicació i Relacions Internacionals Blanquerna (Universitat Ramon Llull).
Diplomado por el CESEDEN en Altos Estudios de la Defensa Nacional.
Fue jefe de Información y Reportajes y jefe de Redacción de la revista Interviú durante 19 años.
Un aserto de un famoso informe de KPMG sobre la industria española de la defensa sostiene que por cada euro invertido en ese sector retornan dos euros al PIB. Hay una explicación basada en generación de empleos directos, indirectos e inducidos, compras, ventas, encargos, valor añadido bruto... hilos para el que será un argumento muy usado por este y sucesivos gobiernos en los tiempos de rearme que vienen a Europa.
Por ese camino del 1 por 2 está la última venta que la firma semipública Indra ha hecho en el continente: una versión mejorada del radar S3TSR con el que el Ejército del Aire comenzó sus misiones espaciales desde la base de Morón en noviembre de 2022. El cliente no es un país menor, sino Alemania, que ha importado para su Luftwaffe el sistema español con el fin de usarlo en la detección de objetos que en el espacio puedan poner en peligro a los satélites alemanes.
Los radares espaciales son un producto de primera importancia en un negocio en el que -como señaló Josep Borrell en 2023 acusando a Rusia de acciones hostiles con la basura espacial- Europa se juega 600.000 millones en activos.
Mirando al espacio ha hecho Indra su última compra, Hispasat, y negocia alcanzar la mayoría en el consejo de la operadora de los satélites militares Hisdesat. Cuando, en otoño, esa firma también semipública ponga en órbita el SpainSat NG2, su dueño podrá activar un contrato estratégico: el de proveedor de comunicaciones blindadas para la OTAN.
Liga de campeones
Estos movimientos se producen cuando el Gobierno pone ahora a la vista un viejo plan de promoción de “campeones nacionales” de la industria de la defensa. Pese a lo sonoro de la expresión, se trata de pequeños equipos todavía en una liga de gigantes. Indra facturó 4.343 millones en 2023, mientras la británica BAE Systems facturaba más de 26.900 millones, la italiana Leonardo 12.500, la francesa Thales 9.420 y la alemana Rheinmetall 4.500.
Y sin embargo, las firmas españolas de la defensa están en proyectos estratégicos del rearme de Europa. La electrónica GMV (385 millones de facturación en 2023) está en ocho proyectos de la defensa europea que subvenciona la UE, y lidera uno, Genius, que podría revolucionar la detección de minas y trampas explosivas.
La fabricante de armas Escribano M&E (115 millones) participa en la investigación sobre un nuevo blindado europeo, la intercepción de misiles hipersónicos o la neutralización de drones, entre otros proyectos.
Y Navantia (1.434 millones) es adjudicataria en seis grandes planes navales (entre ellos, el diseño de una corbeta común para Europa) y en diciembre pasado compró los astilleros Harland & Wolf’s para construir buques contratados en el Reino Unido.

Navantia construye los submarinos de la clase S80 pra la Armada. En la imagen, el teniente de navío Antonio Simón opera sus sistemas. Iván Urquizar Europa Press.JPG / Iván Urquízar - Europa Press
Indra es la firma española que más balón toca en esta liga europea. En 2024 se presentó a más de 20 proyectos de los Fondos Europeos de la Defensa, y en 2025 lo hará para otros tantos.
"Se acelera Europa"
La firma que ha ocupado espacios en las portadas en el último mes en un baile de capital y de altos ejecutivos lidera o participa en proyectos alianzas internacionales europeas (como el Eurofighter o el sistema de combate aéreo FCAS), y en planes de toda la UE, las investigaciones de los mencionados nuevo blindado y nueva corbeta, radares espaciales y de defensa antiaérea, entramados de guerra electrónica… y un poco conocido pero vital programa de ciberdefensa, el flanco por el que cualquier gran avance tecnológico de defensa europeo puede caer: “Hoy, todas las tecnologías de defensa dependen mucho de la ciberseguridad”, recuerda Jorge García.
Director comercial de defensa para Europa y Norteamércia de Indra, García ha visto crecer la voluntad europea de defenderse en este entramado de estados con intereses propios. “Al principio hubo dudas sobre si las iniciativas europeas de defensa se mantendrían. Ahora se está acelerando Europa, claramente, y también la inversión propia de los países que la forman”.
Hay un detalle que confirma la evolución. Hace 13 años, Indra fundó su oficina en Bruselas “más que nada mirando a la OTAN”, recuerda García. Ahora son ya 200 millones de euros la facturación acumulada de su compañía en sus contratas dependendientes de la Unión Europea, que suponen una media de entre 50 y 70 millones al año.
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