Cordón sanitario a la extrema derecha

La moción de censura a Sílvia Orriols en Ripoll, una patata caliente para Junts

Orriols pierde la cuestión de confianza en Ripoll y deja en manos de la oposición su continuidad como alcaldesa

Encuesta CEO: El PSC, Junts y ERC mantienen las distancias mientras Aliança Catalana se dispara

Junts pide replantear el cordón sanitario a la extrema derecha tras abstenerse en una propuesta de Aliança Catalana

La líder d’Aliança Catalana y alcaldesa de Ripoll, Sílvia Orriols, en el Parlament

La líder d’Aliança Catalana y alcaldesa de Ripoll, Sílvia Orriols, en el Parlament / JORDI OTIX

Carlota Camps

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Un mes. Este es el plazo que tiene la oposición en Ripoll para ponerse de acuerdo y desbancar a Sílvia Orriols de la alcaldía, después de que la también líder de Aliança Catalana perdiera la cuestión de confianza que convocó para tratar de aprobar los presupuestos municipales. A diferencia de la Generalitat o el Estado, los gobiernos locales disponen de esta herramienta para aprobar las cuentas públicas y evitar el bloqueo. El mecanismo funciona de la siguiente forma: si la oposición tumba el proyecto presupuestario, el alcalde tiene la potestad de convocar una cuestión de confianza. En caso de perderla, la pelota pasa al tejado de la oposición, que goza de 30 días para ponerse de acuerdo para designar un nuevo alcalde mediante una moción de censura.

En el caso de Ripoll, para reemplazar a Orriols deberían ponerse de acuerdo Junts, ERC, el PSC, la CUP y Som-hi Ripoll. Se trata de una alianza que ya se intentó forjar, sin éxito, tras las elecciones municipales de 2023. En aquel momento, los posconvergentes, que venían de sufrir una dolorosa derrota electoral, tuvieron reticencias a hacer un "cordón sanitario" al partido de extrema derecha independentista. Y también hubo división dentro de la ejecutiva nacional de Junts. La entonces presidenta, Laura Borràs, apostó por dejar gobernar a la lista más votada -la de Orriols-, y la dirección terminó corrigiéndola públicamente.

Ha llovido mucho desde entonces y las circunstancias han cambiado, tanto dentro de la ejecutiva de Junts como en el grupo municipal de Ripoll. Borràs ya no es presidenta de la formación y la candidata de Junts per Ripoll, Manoli Vega, dimitió. Sin embargo, para Junts, Aliança Catalana es una patata caliente que quema cada vez más.

Los pros y contras

A pesar de que los posconvergentes firmaron el cordón sanitario contra el partido de Orriols el pasado mayo, la entrada de la formación de extrema derecha en la Cámara catalana ha hecho replantear la estrategia al partido liderado por Carles Puigdemont. Este cambio de táctica se palpa en la actuación del presidente del Parlament, Josep Rull, que ya no corta las intervenciones de Aliança Catalana en la Cámara cuando identifica discursos de odio y la formación ya no esté de acuerdo con votar siempre contra cualquier propuesta que impulse, como acordaron con el resto de partidos. Durante el debate de política general ya se abstuvieron en un texto de la extrema derecha a favor de declarar la independencia de forma unilateral. Junts cree que estos dos cambios -interrumpir sus discursos y vetar sus propuestas- le acaba dando a Orriols más pábulo y más argumentos para victimizarse.

Sin embargo, a nadie se le escapa que detrás de este cambio de actitud también hay motivos electorales, y ahí se enmarca también la exigencia al Gobierno de que traspase las competencias en inmigración a Catalunya. Según la última encuesta del CEO, en caso de nuevas elección en el Parlament, Junts sufriría un retroceso -se dejaría entre 3 y 5 escaños- que irían a parar a Aliança Catalana y a la CUP. Esta transferencia de votos, que solo se entiende por una coincidencia ideológica de una parte de sus votantes, provoca que cualquiera de las opciones que tome el partido en Ripoll en el próximo mes tenga más riesgos que beneficios. Por contra, para Orriols, la jugada de someterse a una cuestión de confianza tiene más ventajas que inconvenientes.

El serial que empezó el jueves en Ripoll solo tiene dos finales. La primera posibilidad es que la oposición no consiga ponerse de acuerdo. En este caso, Orriols habrá matado dos pájaros de un tiro: tendrá nuevos presupuestos y habrá dejado la oposición local aún más debilitada de cara a las elecciones municipales de 2027. La segunda posibilidad es que el resto de partidos sí consigan ponerse de acuerdo para echar a Aliança Catalana del gobierno municipal. Orriols perdería poder institucional, algo negativo siempre para una formación política, pero también tendría ventajas: podría dedicarse más al Parlament y a la expansión de su partido, y le permitiría reforzar su discurso victimista y contra Junts para seguir arañándole votos.

Para los posconvergentes, en cambio, se trata de una encrucijada endiablada. Que Orriols mantenga una plataforma institucional como el ayuntamiento de Ripoll le da altavoz y capacidad de acción, más aún si a partir de ahora puede obrar con unos presupuestos aprobados. Sin embargo, arrebatarle la alcaldía con formaciones como el PSC o la CUP puede enfurruñar a los votantes que están en la frontera entre ambas formaciones.

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