Conflicto en Oriente Próximo

El deseo compartido de los refugiados sirios: "Puede que pasen años, pero la mayoría volveremos"

Más de 60.000 de refugiados sirios en Turquía, el país del mundo que más acoge, ha vuelto ya a su país tras la caída de Bashar al Asad en diciembre del año pasado

Refugiados sirios esperan a cruzar desde Turquía por el paso de Oncupinar, cerca de Kilis, el pasado 12 de diciembre.

Refugiados sirios esperan a cruzar desde Turquía por el paso de Oncupinar, cerca de Kilis, el pasado 12 de diciembre. / KAZIM KIZIL / EFE

Adrià Rocha Cutiller

Adrià Rocha Cutiller

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El tiempo apremia, y Yahrub, un sirio de 50 años de Estambul, debe vender todo lo más rápido posible, conseguir algo más de metálico, cerrar su negocio, limpiar y marcharse. Después de 10 años como refugiado sirio en Estambul en los que ha regentado un pequeñísimo supermercado de productos sirios en la gran ciudad turca, Yahrub vuelve a casa.

"Ahora lo único en lo que pienso es en volver. En un mes espero marcharme ya. Estoy haciendo todos los preparativos. Dos meses máximo. Estoy vendiendo los últimos productos aquí, intentando reparar nuestra casa de Damasco, preparar todo con mis hijos…", dice Yahrub, claramente nervioso pero feliz. "Para mí, Bashar [el Asad, el anterior presidente sirio] ha muerto. Así que lo celebro. Y vuelvo, claro. La idea que tenemos es que yo me vaya primero, y mi mujer y mis hijos se quedarán aquí. Yo estaré allí y, si la situación está bien, ellos vendrán", continúa.

Yahrub es uno entre algo más de tres millones, el número de sirios que, en la actualidad, vive en Turquía, el país del mundo que más refugiados acoge. Tras el anatolio, la lista de países que más refugiados acoge la encabeza el Líbano con 800.000, Jordania con 600.000 y Alemania con medio millón.

Muchos de ellos, ahora, tras la caída de Asad y el fin de 13 años de guerra civil, solo piensan en la vuelta a casa. "En Damasco no sé qué voy a hacer, la verdad. No tengo el dinero para abrir otro negocio, así que no sé. Pero quiero ir seguro… Esa es mi casa, mi vida. Tengo la sensación de que debo volver. Ayudar a reconstruir mi país. Hacer lo mejor para todos los sirios. Por eso quiero volver", dice Yahrub mientras despacha rápidamente a un cliente, que la tienda debe vaciarse por cierre.

Dudas y objeciones

Casi todos dicen lo mismo: a la que puedan, a la que hayan resuelto cómo hacerlo, la gran mayoría de sirios en Turquía volverá a su país. En los últimos años, de crisis inflacionaria en el país anatolio, la población refugiada siria ha sido constantemente culpada de todos los males y acosada al extremo, ya a través de asesinatos personales como, también, de pogromos y violencia local

Los sirios en Turquía agradecen la hospitalidad, la protección institucional que han recibido en la última década. Pero tienen un deseo claro: dejar de ser un huésped a quien echar las culpas para, ahora sí, en un país sin dictadura asadista, ser el anfitrión. 

"Me siento como si la vida hubiese empezado desde cero ahora. Vine a Turquía en 2015, siendo un niño, y en lo único en lo que puedo pensar ahora es en volver a casa", dice Safi, un trabajador sirio de un restaurante del barrio de Aksaray, lleno de tiendas y comercios de refugiados sirios. 

Safi, sin embargo, dice recordar poco de su vida anterior allí porque en Estambul ha sido feliz, pero es incomparable. "De momento no me lo he planteado. No tengo casa allí, y no hay servicios ni apenas electricidad. No tengo nada allí, así que no puedo volver. Pero cuando la situación esté mejor volveré. Seguro. Tu casa es mejor que cualquier otra casa, porque es la tuya", dice Safi, que se impone el límite de un año para empezarlo todo.

Según estadísticas del Gobierno turco, de los tres millones de refugiados sirios en Turquía, cerca de 60.000 han vuelto a su propio país. En las primeras semanas tras la caída de Asad, Ankara lo ponía difícil: quien volviese a Siria perdía su estatus de protección en Turquía, y no podría ya volver. La medida ha sido relajada: ahora, una persona de cada familia puede ir y volver un máximo de tres veces.

Una espera incierta

Así, como Safi, una gran mayoría espera. "Todos estamos igual. Puede que pase un año hasta que la mayoría decidamos volver. Puede que pasen dos. Pero la mayoría volveremos. Porque pausamos nuestras vidas allí. Pero nuestra vida sigue siendo esa, no esta", dice el joven. A su lado, otro trabajador —también sirio, más joven aún— escucha atento antes de añadir: "Yo también quiero volver, pero me da algo de miedo, ¿sabes? Mis padres me trajeron aquí de muy pequeño. He vivido toda mi vida aquí. Pero sí, claro que quiero volver". 

El caso no es único: de los tres millones de refugiados sirios en Turquía, más de 700.000 son niños nacidos en el país anatolio: jóvenes que aunque no tienen la nacionalidad turca, han sido educados durante toda su vida en la educación turca, y hablan turco mejor que el árabe. Muchas familias deciden esperar.

"Mis hijos tienen cuatro y dos años —explica Yahrub—. No estoy loco. No sé qué me voy a encontrar en Siria cuando vuelva. Si voy a poder encontrar una casa decente. Si voy a poder trabajar. Por eso ellos se deben quedar. Pero algo me llama de vuelta a casa. Necesito volver. Necesito ver. Respirar el aire limpio de mi país sin Bashar".

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