Crisis reputacional

Los cinco retos de la comisión de ERC que investigará la polémica de los carteles contra los Maragall

Medio año después de que estallara el caso, el partido aún no ha conseguido dar una explicación oficial y argumentada sobre lo que ocurrió

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ERC despide al responsable de la investigación interna sobre los carteles de los Maragall

Joan Tardà, Elisenda Alamany y Oriol Junqueras en una imagen de archivo.

Joan Tardà, Elisenda Alamany y Oriol Junqueras en una imagen de archivo. / Quique García / EFE

Quim Bertomeu

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Barcelona
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ERC puso en marcha el sábado la Comisión de la Verdad que, bajo la batuta del exdiputado Joan Tardà, tiene encargada la misión de aclarar de una vez por todas el turbio asunto de los carteles difamatorios contra los hermanos Maragall que se idearon desde dentro del propio partido. Desde que estalló el caso, en julio del año pasado, el partido no solo no ha conseguido dirimir bien las responsabilidades internas sobre el asunto, sino que el problema se ha enquistado y se ha convertido en una severa crisis reputacional para la organización. La comisión que ahora empieza a caminar tiene, al menos, cinco grandes retos.

Varias sedes de ERC en Barcelona amanecieron el 8 de marzo de 2023 con carteles con la cara de Pasqual Maragall y Ernest Maragall con el lema 'Fuera el Alzheimer de Barcelona', la enfermedad degenerativa que desde hace años afecta a Pasqual, el expresident de la Generalitat. Lo que parecía una acción anónima de mal gusto, resultó ser un acto de falsa bandera: el partido lo ideó para captar la atención y generar solidaridad hacia Ernest, entonces candidato a la alcaldía con malas perspectivas electorales. La justicia investigó como responsables a tres jóvenes de Igualada. Los exoneró de cualquier delito y archivó la causa, pero apuntó que cumplían órdenes. Fueron, por lo tanto, los ejecutores, pero no los ideólogos.

El partido abrió entonces una investigación interna, realizada por el responsable de ética, que señaló a cuatro personas en diferente grado de responsabilidad. Un militante de la Anoia que contactó con los tres jóvenes investigados; el exjefe de comunicación Tolo Moya -que declaró que solo era un "cabeza de turco" para tapar a los verdaderos responsables- y los exestrategas de comunicación Sergi Sabrià y Marc Colomer. Esa investigación avivó los recelos entre la facciones del partido, que se culpan mutuamente de lo ocurrido, y nunca se concluyó. No hubo nunca sanciones, ni expulsiones y todo quedó en el limbo. Luego se abrió una segunda investigación, de la que nunca se ha dado a conocer nada más. Para añadir más picante, Junqueras despidió al responsable de las investigaciones cuando en diciembre retomó el control del partido.

Esta polémica también destapó que ERC tenía una estructura en la sombra que había hecho más campañas de propaganda encubierta como la de los carteles. Por ejemplo, contrataron a unos mariachis para que fueran a tocar a la sede de Junts un día de mucha tensión en el partido de Puigdemont y en el que había muchos periodistas apostados en la puerta. En esta estructura, a la que se referían internamente como "la B", trabajaban varias personas que, para no dejar rastro que les vinculara directamente a ERC, facturaban los servicios prestados no al partido, sino a empresas próximas que tenían un vínculo comercial con la organización. El auto judicial que archivó la causa citaba la compañía Relevance Marketing S.L. Aún quedan muchas incógnitas por resolver de esta cuestión.

Los polémicos carteles de los hermanos Maragall.

Los polémicos carteles de los hermanos Maragall. / Cedida

Cuando estalló el caso en julio, ERC salió a pedir disculpas a través de su entonces portavoz, Raquel Sans. El problema es que, como nunca se ha llegado al fondo del asunto, la cuestión sigue siendo para ERC una crisis reputacional que no ha parado de minar su credibilidad. Es por esto que la Comisión de la Verdad también quiere ser un ejercicio para pedir un perdón oficial y definitivo a la sociedad catalana. El partido se ha dado dos meses para investigar el asunto y someter a votación las conclusiones en el congreso que tiene previsto celebrar el 15 y el 16 de marzo en Martorell. El objetivo es dar por zanjado el asunto, a poder ser para siempre, ese fin de semana.

La Comisión de la Verdad es una promesa electoral que Junqueras hizo durante la campaña de las elecciones al liderazgo del partido. El problema es que no está prevista en los estatutos de ERC y no tiene fuerza sancionadora. Es por esto que podrá investigar el asunto, pero no podrá decidir ni las sanciones ni las eventuales expulsiones de militantes. No podrá completar la jugada. Esto lo hará la Comisión de Garantías, que ejerce de 'tribunal' de la formación. Como es una situación nueva, está por ver si esto genera duplicidades o disfuncionalidades. Los sectores críticos del partido ya han protestado por ello.

Esta comisión tiene un último reto que, en la situación de fractura interna actual de ERC, se presume difícil: que sus conclusiones sean aceptadas por todos los militantes del partido. Es decir, tanto para los partidarios de la actual dirección, los junqueristas, como para el principal sector crítico del partido, Nova Esquerra Nacional. El problema que ha habido hasta ahora es que las dos facciones se acusan mutuamente de ser las responsables del asunto y, en función de a quién señale la investigación, alguna de las dos partes podría tener incentivos para no considerarla válida. Desde el primer día andan a la greña con esto y parece complicado encontrar una salida óptima para todas las partes enfrentadas.

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