Las cuentas de 2025

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El Consell Executiu presidido por Salvador Illa, reunido este martes

El Consell Executiu presidido por Salvador Illa, reunido este martes / Jordi Bedmar / Govern

Sara González

Sara González

Barcelona
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Ahora que ERC tiene nueva dirección, el Govern ya sabe con quién tendrá que negociar los presupuestos de 2025. Sin embargo, el ejecutivo de Salvador Illa no ha salido en tromba a exigir reuniones inmediatas con los republicanos. Al contrario: les conceden tiempo. Es una cuestión de necesidad, porque gobernando en minoría el PSC no tiene en sus manos el control del calendario. Los 20 votos del partido de Oriol Junqueras son imprescindibles y conviene no incomodarlos con prisas que pongan en riesgo la interlocución.

"Necesitan tiempo para reorganizarse. Ellos marcan sus ritmos y tiempos", ha asegurado la portavoz del Govern, Sílvia Paneque, que ha confirmado que no hay ninguna fecha para una primera reunión y que ha esquivado a toda costa trasladar que es urgente que esa cita se produzca. La respuesta no se ha movido ni un ápice de insistir en que el Govern "hace todo lo que puede" y que por eso este martes se ha aprobado la prórroga de los presupuestos de 2023 que le permita "seguir trabajando" a partir del 1 de enero de 2025, además de asegurar que está cumpliendo con lo pactado con ERC y Comuns.

Con las manos atadas

Sí que ha dejado caer, sin embargo, que Catalunya necesita nuevas cuentas porque sin ellas hay programas que no podrán llevarse a cabo. Como ejemplo ha puesto la ley de barrios. O hay nuevos presupuestos, ha dicho Paneque, o no habrá inversión posible, además de dificultar las medidas del plan del Govern que el ejecutivo prevé presentar este viernes para desgranar el rumbo de su mandato. Y es que con la prórroga, avisan, se tendrá las manos atadas para poder ejecutar los acuerdos sellados en la investidura, el principal argumento que esgrimen para emplazar a sus socios prioritarios a no desentenderse y facilitarlos.

Las negociaciones con los Comuns continúan casi semanalmente, en este caso, encalladas en las inversiones sobre vivienda, pero con los republicanos los contactos formales con quienes asuman a partir de ahora la dirección del grupo en el Parlament están por empezar; además de con Junqueras, con quien el president Salvador Illa ya ha intercambiado mensajes y no descarta reunirse en las próximas semanas.

La aspiración en Palau es que con el parón navideño se relaje también la severidad con la que ERC ha hecho referencia a los acuerdos con los socialistas. Desde la sede de la calle de Calàbria avisan de que sin que se cumpla antes todo lo pendiente, desde la quita de la deuda del FLA hasta concreciones sobre la financiación y el traspaso de Rodalies, un nuevo pacto económico con los socialistas no va a ser posible. La lista es larga y densa, y eso dificulta que todo suceda a corto plazo. Aunque se paguen o no estas facturas, en las filas republicanas ya dejan caer, de partida, que la cosa puede ir para largo y que si a ellos les ha tocado esperar con los cumplimientos también al Govern le tocará ahora armarse de paciencia.

A merced del parón navideño

Junqueras necesita exhibir que no se puede dar por descontado que, con él al frente, se pacta fácilmente con los socialistas. De hecho, los dirigentes de su confianza insisten en que se cerró demasiado rápido la alianza que permitió la investidura de Illa y que pilotó Marta Rovira. El discurso se ha ido endureciendo a medida que quedaba constatado en las dos consultas de la militancia que buena parte de ella censura el resultado de los pactos con los socialistas, a los que achacan el descenso sufrido en las urnas durante el último ciclo electoral.

La expectativa inicial del Govern era poder tener nuevas cuentas en vigor el 1 de enero, pero pronto se dio cuenta de que esta previsión se iba al traste con ERC centrada en resolver su crisis interna. Ahora, el objetivo es lograr aprobarlas durante el primer trimestre de 2025, pero visto el tono de Junqueras en Palau prefieren no fijar horizontes. "Lo más pronto que sea posible", ha dicho Paneque dando entender que el calendario está más en manos de la sede de Calàbria que en la plaza de Sant Jaume.