Las claves del balance, partido a partido
Illa cumple 100 días con la oposición a raya, pero sin los presupuestos garantizados
El president ha iniciado su mandato sin sobresaltos y trata de asegurarse la estabilidad con ERC y Comuns
Illa reta a Junts a apoyar los presupuestos en Catalunya y en España tras criticar su Govern en minoría: "Colaboren"
El Govern de Illa y la Moncloa ya diseñan el calendario de la financiación singular

El president de la Generalitat, Salvador Illa, este miércoles en el Parlament. / Quique García / EFE
Quim Bertomeu / Carlota Camps / Gisela Boada / Sara González
Salvador Illa cumple este sábado 100 días al frente del Govern. Poco más de tres meses en los que presume de haber apaciguado la política en Catalunya, de haber normalizado las relaciones institucionales y de haber desplegado una agenda centrada en lo que los suyos denominan "las cosas del comer". Del reto de construir 50.000 pisos públicos en seis años a acelerar que los Mossos alcancen los 22.000 agentes. Del impulso al traspaso de Rodalies al del proyecto de ampliación del aeropuerto de Barcelona-El Prat.
Sin embargo, el Executiu aún no tiene claro si podrá aprobar la ley más importante el año, la de los Presupuestos de la Generalitat de 2025. Tiene que esperar a que ERC resuelva su proceso de renovación intenta -el 30 de noviembre- para entrar de lleno en la negociación. Pero eso no impide, al menos por ahora, que el president presuma de estabilidad pese a tener un gobierno en minoría -42 diputados de 135- y al tener la oposición está todavía reposicionándose en el arranque de la legislatura.
Los próximos meses serán clave. No solo para el futuro de las cuentas, que si las consigue aprobar darán cuerda a Illa hasta la mitad del mandato, sino porque de cómo se desarrolle la financiación singular dependerá si este aparente oasis es solo un espejismo. Pero, por si acaso la mayoría de la investidura con ERC y Comuns falla en algún momento, el Govern tiende puentes a derecha e izquierda para tratar de tejer alianzas aunque sean con carpetas puntuales.

El líder de Junts, Carles Puigdemont. / EP
Durante estos primeros 100 días, Junts ha tratado de hacer equilibrios. Su intención desde el primer momento fue presentarse como la alternativa al Govern de Illa, pero los posconvergentes saben que una estrategia basada únicamente en atacar al Executiu y en negar toda posibilidad de pactos es sinónimo de aislamiento y pérdida de influencia política.
Es por esto que el partido liderado por Carles Puigdemont -que ha rechazado el cargo formal de jefe de la oposición y sus prebendas- asistió el viernes a la reunión con el Govern para abordar los presupuestos. Aunque ha dado portazo a cualquier negociación formal, es significativo que haya aceptado entablarse.
Los posconvergentes han tendido la mano al Executiu en el Parlament para recuperar la "centralidad" y "compartir prosperidad". Seis meses después de las elecciones, Junts ha cambiado de tercio, pero solo el tiempo dirá si existe alguna posibilidad de llegar a acuerdos puntuales con Illa.

El president de la Generalitat, Salvador Illa, con el presidente del grupo de ERC en el Parlament, Josep Maria Jové / ACN
Todo en ERC es provisional hasta que el 30 de noviembre sus militantes elijan al nuevo líder del partido. Esto explica que, en el primer tramo de mandato, los republicanos no se hayan mostrado especialmente beligerantes con Illa. Antes deben solventar su caos interno y después fijar un nuevo rumbo que incluya qué clase de oposición quieren ser.
La provisionalidad de Esquerra afecta directamente al Govern porque los republicanos no pueden tomar una decisión sobre si apoyan los presupuestos hasta que tengan a una nueva dirección.
Todos los aspirantes a liderar las filas prometen que serán duros con el PSC e incluso amagan con intentar dejar caer al Govern. Sin embargo, es dudoso que a alguno de ellos le interese de verdad romper a corto plazo y forzar unas elecciones. El partido está demasiado debilitado como para afrontar con garantías una cita con las urnas. Salvo sorpresa, a la nueva ERC le interesará aprobar los primeros presupuestos de Illa y ganar tiempo para recuperarse.

La líder de los Comuns en el Parlament, Jéssica Albiach, este miércoles en el Parlament. / David Zorrakino / Europa Press
Pese a ser el socio minoritario del Govern, los Comuns son clave para Illa. Están dispuestos a arrimar el hombro siempre y cuando se les permita imprimir su sello en la legislatura, que han proclamado que tiene que tener la vivienda como prioridad. Esta próxima semana se reunirán con el Departament de Economia para tratar de desencallar el gasto que debe incluirse en esta materia en los presupuestos.
Pero, más allá de la inversión, los Comuns piden también regulación para poner coto a quienes negocian con la vivienda y el turismo. Han abocado al Govern a acelerar el régimen sancionador contra el incumplimiento de los topes de los alquileres y han urgido a hacer todo lo posible para regular los alquileres de temporada, pero también a incrementar impuestos como el de la tasa turística y a actuar para eliminar ya los beneficios fiscales a proyectos como el Hard Rock. De la ambición que demuestre Illa en estas carpetas dependerá que el grupo que lidera Jéssica Albiach solicite entrar más adelante en el Govern.

El nuevo president de la Generalitat de Catalunya, Salvador Illa, es felicitado por el el líder del PP de Catalunya, Alejandro Fernández, tras el pleno del debate de investidura. / KIKE RINCÓN (Europa Press)
El PP catalán trata de reivindicarse como la fuerza de la oposición en Catalunya sosteniendo que, mientras Junts sea socio de Pedro Sánchez en el Congreso, son la única formación que puede fiscalizar al Govern de Illa en el Parlament. Este relato, y también el de que el Executiu está "secuestrado" por ERC y los Comuns, lleva al grupo liderado por Alejandro Fernández a acusar al nuevo president de "falta de autonomía" y de "depender" en exceso de los independentistas. Ponen como ejemplo de esta dependencia que Illa no ha podido aprobar aún los presupuestos porque ERC no ha resuelto su crisis interna.
Los populares quieren hacer calar este argumento con repetidos reproches al día a día del Govern y a través de la dureza en los discursos de Fernández en el hemiciclo. Pero hicieron una excepción con la gestión reciente del temporal de la DANA y evitaron trasladar a Catalunya la tensión PP-PSOE que hay a nivel estatal. Tendieron la mano a Illa y no criticaron su actuación, pese a que desde la dirección de Génova las directrices eran otras.

La líder de Aliança Catalana, Sílvia Orriols, en su debut en el Parlament. / Zowy Voeten
La ultraderecha tanto de Vox como de Aliança Catalana tiene poco recorrido legislativo en el hemiciclo por el cordón sanitario que le han impuesto todos los grupos parlamentarios, salvo el PPC. Pero esto no les impide marcar oposición mediante intervenciones centradas en la islamofobia y la vinculación constante entre inmigración y criminalidad. Ambos partidos permiten a Illa rivalizar con los discursos de odio -más ahora que el presidente del Parlament aboga por no interrumpirlos-, y mostrar la imagen de que planta cara a la extrema derecha con réplicas y argumentos contundentes.
Las últimas debacles electorales sufridas por la CUP han llevado a los anticapitalistas a modificar su estrategia y su organización interna, apostando por tener más verticalidad en la toma de decisiones y liderazgos más duraderos. El partido quiere dejar atrás los maximalismos del pasado y aspirar a más cuota de poder en todas las instituciones. Sin embargo, la aritmética actual del Parlament no les deja en una posición relevante. La modificación del reglamento de la Cámara les ha permitido salir del grupo mixto y tener más voz y capacidad de actuación, pero no son indispensables ni para formar una mayoría de izquierdas ni una mayoría independentista.
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