Nueva etapa

Las 6 claves del congreso de Junts: del regreso de Puigdemont a la nueva etapa de negociación

Puigdemont pasa página del 1-O y ordena Junts para recuperar poder desde la centralidad

Auge y caída de Laura Borràs: de la presidencia de Junts a quedar relegada en la fundación

¿Quién es quién en la nueva dirección de Junts capitaneada por Puigdemont?

La candidatura la dirección de Junts per Catalunya liderada por Carles Puigdemont y Jordi Turull

La candidatura la dirección de Junts per Catalunya liderada por Carles Puigdemont y Jordi Turull

Carlota Camps

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Barcelona
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El congreso de Junts en Calella ha certificado el inicio de una nueva etapa en el partido. No solo por el regreso de Carles Puigdemont al frente de la dirección del partido, que a su vez pone fin a la anomalía de que fuera el máximo líder sin ostentar ningún cargo orgánico. También porque supone un aterrizaje de los resultados de las elecciones catalanas del pasado, un segundo puesto sin mayoría independentista que solo les permite liderar la oposición. Ahora, con una nueva dirección y habiendo actualizado su hoja de ruta, los posconvergentes se disponen a recuperar el poder y a hacerlo desde la "centralidad", mientras buscan abrir una nueva etapa del 'procés' sacando rédito de sus siete diputados en Madrid y negociando con el Gobierno.

A pesar de que Puigdemont no lanzó la toalla públicamente cuando vio los resultados de las urnas aquel 12 de mayo, en la sala de máquinas del partido se empezó a gestar el cambio de rasante. Los posconvergentes pusieron toda la carne en el asador, una lista encabezada por Puigdemont y una ley de amnistía a punto de caramelo que les permitía hacer más creíble la promesa del regreso de su líder a la Generalitat. Sin embargo, los resultados quedaron cortos. Junts puede presumir de ser el partido hegemónico del independentismo, tras la caída estrepitosa de ERC y la CUP, pero esto no es suficiente para llegar al poder. La dirección de Junts es consciente de que necesitan llegar a más gente y están convencidos de que la vía es recuperando la "centralidad" y con un partido más "ordenado".

Es una idea que han repetido varios dirigentes durante todo el cónclave, la necesidad de tener un partido "fuerte", "organizado, "cohesionado" y que sea "previsible y de fiar". En resumen, que se aleje de las turbulencias que han pesado durante sus primeros cuatro años de vida y más atrás si se tienen en cuenta los intentos anteriores de ser un 'movimiento', como se intentó con proyectos como La Crida. Con este congreso, Puigdemont recupera el partido como "herramienta", pero buscará abrirlo a más públicos. La nueva dirección del partido ya incorpora cuatro personas que hasta ahora no eran militantes, entre ellas Antoni Castellà, de Demòcrates, que será vicepresidente, y la idea es seguir con este proceso de "apertura" tratando de seguir los pasos de Junts pel Sí.

El congreso de Calella también será recordado por ser la despedida de Laura Borràs como presidenta del partido. Aunque Puigdemont aseguró que su intención era dejar la primera línea política, finalmente ha decidido volver a coger las riendas y apartar a quién él mismo aupó en su momento.

Dos años después del pacto entre Borràs y Jordi Turull para repartirse la dirección y evitar el enfrentamiento, Turull ha ganado el pulso. Ni Borràs ni sus afines tendrán puestos destacados en la nueva cúpula, aunque la hasta ahora presidenta se ha asegurado un puesto como presidenta de la Fundación FunDem, el 'think thank' de Demòcrates que ahora pasará a ser el espacio de pensamiento de Junts per Catalunya. Los 'borrasistas' tenían dos vicepresidencia y la secretaria de organización, puestos con los que ya no cuenta en la actual ejecutiva. Turull, en cambio, ha conseguido incluir en la organización a varios de sus afines.

Esto, a priori, debería sofocar las turbulencias que ha vivido el partido desde su creación en 2020. Sin embargo, tendrá que pasar un tiempo para ver como funcionan los nuevos engranajes internos, ya que la mitad de los dirigentes que forman la ejecutiva son de nueva incorporación y hay cuatro nombres que hasta ahora no eran ni militantes. También se combinan corrientes ideológicas, desde los conocidos como 'posibilistas' como los exconsellers Victòria Alsina y Jaume Giró, hasta representantes de la corriente de izquierdas como Oriol Izquierdo o Assumpta Cros.

También el cónclave ha servido para demostrar que el hiperliderazgo de Puigdemont sofoca cualquier crítica. Las únicas enmiendas peliagudas que llegaron al congreso, que pedían listas abiertas para poder valorar personalmente cada miembro de la nueva dirección -y poder emitir votos de castigo- o que rechazaban al doble militancia, fueron descartadas nada más empezar el congreso y con un apoyo muy amplio a las tesis de la dirección. Como contra partida, cabe destacar que la participación de la militancia en la elección de la nueva cúpula ha sido baja. Solo un 43% de los afiliados al partido ha tomado partido en la votación, que ha recabado más de un 90% de apoyos.

El adiós a Borràs, que se autodenominaba como "hija del 1-O", también permite otra lectura: Junts ha abierto una nueva etapa en la que priorizará la negociación por encima de las vías unilaterales. El hecho de que Puigdemont haya pedido no "caer en el error de no reconocer que estamos en una nueva etapa política" o que haya hablado de "salir a jugar un nuevo partido", significa que, en parte, el partido del expresident ha decidido empezar a pasar página de 2017.

También la ponencia política, aprobada con un 99% de los votos de los asistentes al cónclave, buscaba afianzar la negociación con el PSOE. Es cierto que lo hace con retórica y dejando claro que no regalarán los votos al PSOE, cuando se habla de "mantener en tensión" al Gobierno o de "plantarse" ante los incumplimientos", pero no se prevé una ruptura. No al menos a corto plazo. Y por mucho que se habla de "pasar a la ofensiva", actualmente Junts no gobierna en ninguna institución donde pueda poner en práctica esta unilateralidad.

Junts también ha aprovechado el encuentro para empezar a poner encima de la mesa algunas de las cuestiones que consideran que deberán marcar su agenda política en los próximos tiempos: inmigración, seguridad, reducción de los impuestos o vivienda. Y lo ha hecho de forma desacomplejada. Los posconvergentes consideran que estos temas han quedado en segundo plano en los últimos tiempos y que el contexto actual, con un crecimiento de la extrema derecha en toda Europa y también en Catalunya con Aliança Catalana, les obliga a tenerlos en cuenta. Que el emplazamiento del congreso fuera Calella no fue casual, Marc Buch, su alcalde, fue uno de los primeros dirigentes de Junts en poner la cuestión sobre la mesa hace más de un año.

La nueva hoja de ruta del partido ya habla directamente de que el catalán sea un requisito para "renovar los permisos de residencia y trabajo", pero durante el congreso se ha abordado la cuestión abiertamente y marcando diferencias tanto con Aliança Catalana como también con partidos como la CUP o los Comuns. Se ha abordado y se ha hecho sin tapujos, asegurando que los posconvergentes son los únicos que plantan "cara al buenismo y a los xenófobos" o a los "partidos que prefieren que los jóvenes ocupen a que sean inquilinos o propietarios".

Por contra, una de las cuestiones que ha quedado más enterrada en el congreso ha sido la unidad independentista. Puigdemont ha hablado de recuperar la idea de Junts pel Sí, pero más como una OPA al resto de partidos del 'procés'. La hoja de ruta del partido habla de crear una "entidad paraguas" para volver a rehacer puentes entre las fuerzas independentistas, pero esta idea se ha escuchado más bien poco en el cónclave, posiblemente a la espera ver de como se reconfigura ERC en su congreso de finales de noviembre. Lo que sí se escucharon, especialmente en la apertura del congreso, fueron críticas a los republicanos por su obra de govern desde que Junts abandonó el ejecutivo de coalición. Turull fue el encargado de defender la decisión de salir, que en su momento dividió el partido, y se preguntó de qué había servido a los republicanos tanta cuota de poder, teniendo en cuenta su situación actual de pérdida de apoyos y ruptura interna.