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La desinformación y la manipulación informativa nos llevan a las puertas del infierno. / Generador de imágenes de la IA de BING para T21/Prensa Ibérica, desarrollada con tecnología de DALL·E.
Que los políticos desinforman no es ninguna novedad, ni siquiera lo es el hecho que repiten las mentiras. Lo que sí es nuevo es saber cuántas veces son capaces de repetir una desinformación que ya ha sido verificada, y qué estrategias usan para hacerlo. Justo esto es lo que han estudiado los periodistas Irene Larraz, Ramón Salaverría y Javier Serrano-Puche autores de 'Combating Repeated Lies: The Impact of Fact-Checking on Persistent Falsehoods by Politicians', un estudio pionero que cambia el foco de análisis del 'fact-checking'.
Los autores han revisado 1.204 desinformaciones verificadas por Newtral, miembro como Verificat de la International Fact-Checking NetworkI (IFCN). Un total de 299, una de cada cuatro, hacían referencia a afirmaciones repetidas al menos en una ocasión. De estas, un 44,9 % se repitió dos o más veces, un 18,3% se repitió tres o más veces, y un 11 % más de siete veces.
Mismo dato, diferentes formatos
La repetición no es literal, sino que los políticos se valen de cinco estrategias, según los investigadores, con las que consiguen reforzar las afirmaciones en el tiempo. Ajustan datos y ubicaciones geográficas para adaptar el discurso a diferentes contextos, presentan un mismo dato en diferentes formatos (por ejemplo, cifras absolutas y porcentajes), desinforman de un mismo tema desde distintos ángulos, centran el discurso en aspectos muy concretos y hacen muchas afirmaciones.
Estos hallazgos chocan con las conclusiones de un estudio realizado por Reuters en 2016, que concluye que el principal propósito del 'fact-checking' es promover un discurso público basado en hechos verídicos. Los autores defienden, pues, que “es esencial responsabilizar a los políticos para corregir sus declaraciones o, como mínimo, evitar que repitan la desinformación”. Si esto no pasa, los 'fact-checks' pierden eficacia y la desinformación se convierte en propaganda, según otro estudio de 2017.
Verdad por familiaridad
Aunque el estudio no aborda directamente las motivaciones políticas para desinformar, el tema ha sido ampliamente estudiado. En ausencia de información adicional, la audiencia tiende a basar sus creencias en aquellas afirmaciones que le son familiares. En otras palabras, si las han escuchado antes, probablemente sean ciertas, una idea que se ha demostrado en investigaciones de varios países desde los años 90. Además, un estudio de 2013 demostró que la desinformación continúa influenciando la manera de pensar y de decidir de la gente, aunque haya sido desmentida, un hecho agravado por las redes sociales, según afirman varios estudios.
Carles Pont, director del Máster en Comunicación Política e Institucional de la UPF, explica a Verificat que “una de las premisas en comunicación es que tú tienes que hablar, aunque sea mentira, porque algo quedará”, y en política la narrativa “va minando al adversario”. En esta línea, la experta en comunicación política Cristina Perales asegura que “para un político, asumir una contradicción o un error resulta en deslegitimación” por lo que no es una práctica común. Afirma que existe una “falta de responsabilidad pública de ser fieles a una interpretación honesta” de la realidad.
La respuesta de las entidades verificadoras
La investigación expone que las entidades de ''fact-checking' no tienen una estrategia clara para afrontar la repetición de desinformación. Ramón Salaverría, coautor del estudio, explica a Verificat que “recomendaría que los verificadores añadieran a sus desmentidos un historial de las ocasiones en las que un político o un partido han repetido cierta falsedad, junto con la relación de desmentidos publicados”.
“La idea de fondo es dejar patente la reiteración en la falsedad, algo que, como indicamos en nuestro estudio, revela que no se trata de un error, sino de un acto deliberado y consciente de engañar”, añade. Irene Larraz, primera autora del estudio, añade que analizar “qué medidas podemos tomar los 'fact-checkers'” es una de las principales líneas de investigación a seguir. “En función del objetivo, si es conseguir una rectificación pública o evitar la repetición, la actuación puede variar”, concluye.
La repetición de desinformación no es algo que ocurra solo en España. Larraz explica que medios de otros países como el Washington Post, en Estados Unidos, y Full Fact, un medio de 'fact-checking' británico, tienen contadores de falsedades repetidas para exponer a los políticos. El primero persigue la exposición, y el segundo busca una rectificación, detalla la experta.
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