La hoja de ruta del president
Illa testea su receta para abrir paso a la nueva financiación: más Estado con mano izquierda
Illa defiende la financiación singular en los festejos del 12-O rodeado de presidentes autonómicos del PP
Los presidentes de la Generalitat y el 12-O: del "nada que celebrar" a la participación en los festejos
Illa encara los presupuestos en sintonía con ERC y Comuns tras superar el primer 'round' en el Parlament

El president de la Generalitat, Salvador Illa, este sábado en el Palacio Real durante la recepción con motivo del 12 de octubre / J. J. Guillén / EFE


Sara González
Sara GonzálezPeriodista
Periodista especializada en Política. Autora de 'Per raó d'Estat' (Ara Llibres), 'Cas Mercuri. La galàxia Bustos' (Saldonar) y 'El part dels comuns. Relat del naixement de Catalunya en Comú' (Saldonar)
Entre el magma de mensajes lanzados desde el atril del Parlament durante el maratoniano debate de política general quedó sepultada una afirmación de Salvador Illa que venía a decir que la presidencia de la Generalitat sería el último cargo de su carrera política. Una manera de trasladar a sus rivales que ha venido para quedarse más de un mandato. "Tendremos Illa para rato", comentaban diputados de la oposición con resignación. Tres fotografías en tres días consecutivos dan fe de la receta que trata de aplicar para que su Govern se gane la estabilidad: la del jueves ratificando que sus socios prioritarios son ERC y Comuns con la apuesta por la financiación singular y el impulso a la vivienda pública como argamasa, la del viernes asistiendo a la apertura del año judicial y la del sábado en el desfile militar del día de la Hispanidad en Madrid.
En resumen, más Estado sin atarse la mano izquierda para ir ampliando el perímetro de su centralidad en una Catalunya en la que la agenda material se ha impuesto a la del 'procés'. Illa tratará de exprimir que es el primer president de la Generalitat en más de una década que no viene a hablar de referéndum, sino de servicios públicos. Y sí, también de un reparto económico que mejore las arcas catalanas sin olvidar la solidaridad con el resto de territorios. Antes de ser president fue ministro -un solo año, pero intenso en plena pandemia- y aún mucho antes alcalde, así que conoce los códigos con los que debe moverse en Barcelona y fuera de ella bajo el alegato de que quiere implicarse en la "construcción de una España plural y diversa" que poco tiene que ver con la "desconexión" que buscaban sus antecesores.
Romper bloques más allá de Catalunya
Su hoja de ruta desde que tomó las riendas del PSC hace tres años y medio ha sido la de romper los bloques a pico y escarpa y hacerlo mirando tanto a la izquierda como al flanco moderado. Tiene guiños para las patronales o el Cercle d'Economia y para los sindicatos, a los que promete "no fallar", y las entidades sociales. En el Parlament, su partido esta semana ha defendido la regulación de los alquileres de temporada al mismo tiempo que el Govern acelera la comisión que estudia cómo aumentar la capacidad del aeropuerto de El Prat; exigido a los jueces que apliquen la amnistía y, al díasiguientee, recibir el "agradecimiento" del presidente del TSJC, Jesús María Barrientos. Su agenda se amolda para dar continuidad a la dicha de hacer de la necesidad virtud, ahora con el reto por delante de aprobar nuevos presupuestos con ERC y los Comuns.
Entre sus consellers hay socialistas, independientes, republicanos y posconvergentes y por el despacho en Palau han desfilado en tan solo dos meses desde José Montilla a Quim Torra, además de Artur Mas, Jordi Pujol y Josep Antoni Duran i Lleida. Todo, mientras sostiene que asume el legado de Pere Aragonès, su antecesor, de ERC, y mantiene más de medio centenar de cargos de la anterior legislatura en el 'sottogoverno'. Ha dejado claro que quiere tocar todas las teclas. Y esa cintura que demuestra tener en Catalunya mientras desde la oposición nadie le hace sombra -tanto ERC como Junts están en procesos de redefinirse- es la estrategia que Illa empieza a testear también fuera de ella con el favor, por ahora, absoluto, de Pedro Sánchez.
El principal barón del PSOE
Si algo tienen en mente los socialistas catalanes es que no les vuelva a suceder lo mismo que con el Estatut y la financiación pactada en 2009 cuando gobernaba el tripartit. A diferencia de entonces, el president de la Generalitat es ahora el principal barón con el que cuentan en estos momentos los socialistas a escala estatal, y esa es la carta que va a jugar el también líder del PSC dentro y fuera del PSOE.
Así que, a sabiendas de que el contexto sería hostil para el presidente del Gobierno, este sábado se plantó en los festejos del día de la Hispanidad enarbolando que con él se recupera la relación de "normalidad" con el Estado y la monarquía. Y, al mismo tiempo, rodeado de presidentes autonómicos del PP reacios a la propuesta, defendió en los tradicionales corrillos con los periodistas la financiación singular en los términos y calendario acordados con ERC.

El president de la Generalitat, Salvador Illa, con el presidente andaluz, Juanma Moreno, este domingo en Madrid / Chema Moya / EFE
Menos "ruido" y más nueces
De su etapa como ministro de Sanidad conserva buenos vínculos territoriales, cosa que aprovechará en los próximos meses, pasado el congreso del PSOE de finales de noviembre, con un 'tour' para intentar hacer "pedagogía" de la financiación singular entre sus homólogos autonómicos. Uno a uno. Ya ha levantado teléfonos en estos dos meses. Asegura que va a hacerlo huyendo del "ruido" y centrándose discretamente en las nueces agarrándose a que, por más que critiquen lo que se pide desde Catalunya, nadie defiende que se mantenga el modelo de reparto económico actual.
Lo que evita concretar es por qué vía se garantizará que sea la Generalitat quien "recaude, gestione, liquide e inspeccione" todos los impuestos y cómo se va a sortear el obstáculo, no menor, de no contar con mayoría en el Congreso para modificar la ley orgánica de financiación de las comunidades autónomas (LOFCA). "Esto va a pasar", insiste Illa ante los focos y fuera de ellos. El tiempo dirá si, como prometía el lema que popularizó José Montilla, esas palabras se traducen en hechos.
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