Análisis | Un mes para las elecciones generales
¿Qué precio fijará el independentismo para investir a Pedro Sánchez?
Un presidente al límite: todas las vidas de Sánchez

Pedro Sánchez y Pere Aragonés. / DAVID CASTRO


Júlia Regué
Júlia ReguéResponsable de la sección de Política.
Graduada en Periodismo y en Ciencias Políticas por la Universitat Pompeu Fabra (UPF), ha desarrollado su carrera profesional en la sección de Política, donde se incorporó en 2016. Ha seguido la actualidad política del Parlament de Catalunya y el día a día de varios partidos. También ha colaborado en programas de TV3, Catalunya Ràdio, RAC1 y Ser Catalunya.
El próximo 23 de julio se dirimirá si la decisión de Pedro Sánchez de convocar elecciones generales tras el batacazo municipal y autonómico del PSOE y en pleno verano fue acertada. Pero el éxito o fracaso de su 'todo o nada' no está sólo sujeto a su propio resultado en las urnas, sino al peso que obtengan sus potenciales socios. El independentismo, herido por la jugada que apartó a Xavier Trias de la alcaldía de Barcelona en favor de Jaume Collboni con los votos de los Comuns y el PP, se ve decisivo en el Congreso de los Diputados para aupar (o no) a Sánchez ante un Alberto Núñez Feijóo al que los sondeos otorgan el triunfo.
Tanto, que los equipos de campaña diseñan la quincena dando vueltas al mensaje que lanzó el 'president' Pere Aragonès: hay que "pasar de una dinámica de competencia a una de cooperación" y poner un "precio" conjunto a una investidura de Sánchez. Contra todo pronóstico, fue la CUP la primera fuerza política que abrió la puerta a dar sus votos al candidato socialista fijando como condición la fecha y la pregunta para la celebración de un referéndum sobre la independencia de Catalunya.
En 2019, ese 'precio' fue la mesa de diálogo. Esquerra tenía manos libres en Madrid debido a sus 13 diputados, frente al reparto a cuatro y cuatro tras el divorcio Junts-PDECat y los dos 'cuperos'. Los republicanos arrancaron al PSOE el compromiso de que los acuerdos que salieran del foro entre el Gobierno y la Generalitat se someterían a una consulta para que la ciudadanía de Catalunya los avalara. Pero tres años y medio después de aquello, y con la mesa en 'stand by' tras los indultos a los presos del 1-O y la reforma del Código Penal que suavizó las penas, Esquerra puso en marcha la segunda fase: la del referéndum. De ahí el impulso de un acuerdo de claridad, cuyos trabajos han sido aplazados hasta septiembre, precisamente, por la cita con las urnas de este julio, y la apuesta por la 'vía Montenegro' con la que esperan presionar al PSOE, si repite en Moncloa.
El encargo del 'president' a los partidos fue claro y hay voces en Esquerra que rechazan que desde el Govern se trate de dictar los plazos y las estrategias de los grupos en el Congreso de los Diputados, una actitud que ya afearon al 'expresident' Quim Torra cuatro años atrás. La dirección republicana está convencida de que hay que volver a influir en Madrid y que ese 'precio' incluirá, de un modo u otro, la autodeterminación y un blindaje de la lengua y la cultura catalana, "para que nunca pueda suceder lo ocurrido con el PP y Vox en la Comunidad Valenciana".
El factor Puigdemont
Pero, más allá del escrutinio la noche del 23 de julio, hay otros factores que modularán el cobro que se precisará. Y es que si la negociación entre el PSOE y ERC estuvo marcada por la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) sobre Oriol Junqueras que le reconocía la inmunidad como europarlamentario en contra de los criterios del Tribunal Supremo, esta vez habrá otro fallo que puede alterar el guion y es el del Tribunal General de la Unión Europea (TGUE), que se pronunciará sobre la inmunidad del 'expresident' Carles Puigdemont, el próximo 5 de julio, a pocas horas de la pegada de carteles.
La decisión, sea cuál sea, eleva por sí misma el 'precio' que Junts reclamará a Sánchez, ya de por sí alto tras la desbancada barcelonesa a Trias, apuntan fuentes del partido. Y es que si Puigdemont gana en Europa, será todo un revulsivo pero, si no, se convertirá en un ariete más en una campaña cuerpo a cuerpo con ERC, a quien buscarán responsabilizar de un "fracaso" de la mesa de diálogo.
La posconvergencia asume que la condición pasa por el referéndum, pero puede haber otras según el desenlace de Puigdemont. Creen que la presidencia española de la UE puede ser un escaparate independentista y rechazan 'salvar' a Sánchez aunque eso implique un Gobierno PP-Vox: "Que sepan que no investiremos a Sánchez por miedo a la extrema derecha".
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