Consecuencias de la sentencia

Los vetos cruzados dificultan el relevo de Laura Borràs en la presidencia del Parlament

Sentencia a Laura Borrás: condena, reacciones y comparecencia de la expresidenta del Parlament, en directo

El clima electoral y el hecho de que en el reglamento no se fije una fecha límite para su sustitución amenaza con alargar el bloqueo al frente de la institución

La ex presidenta del Parlament, Laura Borràs

La ex presidenta del Parlament, Laura Borràs / Andreu Dalmau/EFE

Sara González

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¿Quién substituirá a Laura Borràs como presidenta del Parlament? Esta es la pregunta que desde hace semanas resuena por cada recoveco de la institución. La diferencia es que, ahora, sentencia en mano con veredicto de condena, se abre oficialmente la batalla por la sucesión entre los partidos políticos. No se prevé un acuerdo a corto plazo por los vetos cruzados que existen entre las fuerzas políticas, así que difícilmente se procederá de forma inminente a la elección de una nueva presidencia. Un escenario que se mezcla con la campaña de las elecciones municipales y que amenaza con alargar la insólita interinidad en la que está sumido el Parlament desde el pasado mes de julio con el riesgo de que acabe siendo una cotizada pieza de intercambio en la maraña de acuerdos postelectorales.

En realidad son los tres principales partidos -ERC, PSC y Junts-, los que disputan a partir de ahora una triangular para intentar desbloquear la situación una vez la Junta Electoral Central (JEC) intervenga para despojar a Borràs de su escaño y, por lo tanto, quede definitivamente fuera del Parlament. En el reglamento no se fija ningún calendario que les obligue a llegar a un acuerdo antes de una fecha límite, a pesar de que siempre se ha procedido a relevar con celeridad los cargos que con anterioridad han quedado vacantes en la Mesa que gobierna la Cámara.

La pugna ERC-Junts

El pacto entre ERC y Junts por el que Pere Aragonès fue investido 'president' y Borràs elegida como presidenta del Parlament saltó por los aires desde el momento en que se divorció el Govern. Ahora, para los posconvergentes es prioritario mantener ese cargo, el segundo más importante en rango institucional en Catalunya. De hecho, son minoritarias las voces que dentro del partido han apuntado a la posibilidad de dejar vacía la silla de la presidencia a modo de protesta -lo ha hecho Aurora Madaula o el 'expresident' Quim Torra- y ya hay nombres, como los de las alcaldesas Anna Erra y Marta Madrenas, que se barajan desde hace meses como alternativa.

Incluso el pasado mes de julio, antes que ERC, PSC y CUP votaran la suspensión de Borràs en la Mesa, hubo miembros de la dirección de Junts que reclamaron a la presidenta del partido que fuera ella la que renunciara al cargo. No lo hizo ni antes ni después, una vez despojada de sus funciones, y el secretario general, Jordi Turull, ha apoyado en todo momento esa decisión que ha dejado el liderazgo del Parlament en manos de la republicana Alba Vergés como vicepresidenta con funciones de presidenta.

ERC asumió esa función con incomodidad y recelos y ahora ve en la negociación del relevo de Borràs una oportunidad para rehacer puentes con Junts, más aún ante unas elecciones municipales en las que los pactos serán clave para retener alcaldías. Además, la beligerancia de los posconvergentes contra el Govern en el rol de oposición ha dificultado la vida parlamentaria de los republicanos. Lo que sí subraya Esquerra es que la presidencia debe recaer en un dirigente independentista, una afirmación en la que insisten ante el temor de que el PSC se postule para hacerse con el puesto.

La maniobra del PSC

¿Intentará el grupo de Salvador Illa, que tiene tantos diputados como ERC, presidir el Parlament? Los socialistas no lo descartan, pero aseguran que no es su "prioridad". De entrada, consideran que son los independentistas los que deberían deshacer el embrollo que consideran que ellos mismos crearon. Otra cosa es que, ante la imposibilidad de resolver sus discrepancias y un bloqueo que se alargue en el tiempo, el PSC intervenga con el argumento de "recuperar un prestigio" de la institución que señalan que hace tiempo que está dañado. A principios del curso político, el jefe de la oposición llegó incluso a fijar un ultimátum para que se substituyera a Borràs, una presión que cayó en saco roto ante la falta de mayoría política y un mecanismo reglamentario sólido para forzar un relevo.

En lo que sí que confluyen tanto el PSC como Junts es en que la presidencia de la Cámara catalana no puede recaer también en ERC. "Ya gobiernan la Generalitat con una minoría de tan solo 33 diputados, sería demasiado que, además, se quedaran con el liderazgo del Parlament", sostienen fuentes socialistas. Ante esta tesitura, no es descartable que fuerzas como la CUP y los Comuns intenten intervenir para tener un papel decisivo para decantar la balanza. Los anticapitalistas ya han dejado claro que su apuesta es impedir que un partido "del 155" se quede con el cargo. Y el grupo que encabeza Jéssica Albiach ya ha avanzado que en ningún caso apoyarán una presidencia de Junts y que la institución tiene que tener un liderazgo de sello "progresista".

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