8M

El 8M resiste a pesar de la escisión y el ruido político

El movimiento feminista demuestra su fortaleza en las calles de Madrid, aunque escindido en dos marchas | El ruido político permea, pero no silencia las reivindicaciones de cientos de miles de personas.

Peticiones de dimisión a Irene Montero en una de las manifestaciones del 8M en Madrid

Agencia ATLAS

Violeta Molina Gallardo

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Los feminismos resisten en las calles de Madrid: centenares de miles de personas han querido

manifestarse este 8M

, aunque el movimiento ha vuelto a marchar dividido. La agitación y las desavenencias políticas desatadas torno a la ley trans y los efectos de la ley del 'sólo sí es sí'

han agrietado la unidad, pero no han eclipsado ni silenciado la reivindicación de la

igualdad

.

Dos manifestaciones partían este miércoles de la céntrica glorieta madrileña de Carlos V hacia destinos diferentes: una se dirigía a la calle Atocha, la otra hacia Cibeles. El recorrido parecía una metáfora de la escisión feminista: mismo punto de partida, distintos finales.

Multitudinarias manifestaciones por la igualdad este 8M en las principales ciudades españolas

Agencia ATLAS | Foto: EFE

Multitudinaria ha sido la marcha convocada por la Comisión 8M, la que abogaba por un feminismo inclusivo e integrador de otras causas y quería ser un "espacio de encuentro de los feminismos", sin "dejar a nadie atrás". En ella han participado las políticas de Unidas Podemos y las del PSOE.

Bastante más reducida la del Movimiento Feminista de Madrid, abolicionista de la prostitución, muy crítica con la ley trans y que ha pedido la dimisión de la ministra Irene Montero. A esta han acudido distintas políticas del Partido Popular.

Este miércoles no era el día de las políticas, sino de las ciudadanas que salían a reivindicar sus derechos. Cada una tenía muy claro por qué protestaba. Era el caso de Lucía, de 18 años, que acudía para exigir una mejor respuesta contra la violencia de género. Ella es víctima, acudía a la manifestación con un dispositivo telemático que la avisa si su expareja está cerca.

Mayte y María, mujeres mayores, llevan "toda la vida" acudiendo a las manifestaciones del 8M porque aún "queda mucho por hacer contra el machismo". Viven con "mucha pena" la división del movimiento feminista: "Tenemos casi todo en común", afirman. Ellas iban a la marcha principal, la de la Comisión, aunque comparten el abolicionismo de la prostitución que defienden las compañeras en la otra.

Paz clamaba por "la agenda feminista de toda la vida": por la abolición de la prostitución, contra los vientres de alquiler, la pornografía y la feminización de la pobreza. Participante de la marcha del Movimiento Feminista de Madrid, considera que hay intereses políticos y económicos para bifurcar al feminismo. Beatriz y Carmen, de mediana edad, quieren que la inversión del Estado para causas feministas no vayan a otros colectivos, como el LGTBI.

Inés caminaba junto a su hija Julia, de 8 años, para clamar por la corresponsabilidad en los cuidados, por los derechos de las personas trans, contra las violencias... Se manifiesta desde el 2000 y cuenta que la cuestión trans nunca había generado problemas en el movimiento, sólo en este contesto de "instrumentalización política" del movimiento feminista.

En las antípodas de Inés está Julia, que asegura que "ser mujer no es un sentimiento, sino una condición biológica" y cree que hay que "abolir los géneros".

La joven Yanira se suma a la marcha abolicionista, pero con "sentimiento de culpabilidad" porque comparte reivindicaciones de la otra marcha, sin embargo para ella la prostitución es una línea roja: "Los medios de comunicación nos van a echar la culpa a nosotras, las mujeres, de no estar unidas. Pero esto no tiene solución".

Blanca y Aranea, de 18 y 19 años, acuden por primera vez porque están cansadas de "sentir miedo por la calle". Admiten que no se habían enterado de que el movimiento feminista marchaba separado.

Algunas no tenían claro a qué manifestación acudir, otras desconocían que hubiera dos convocatorias o qué diferencias separaban las dos citas. También había manifestantes que se equivocaban de marcha, pues ambas salían del mismo sitio. Ha sido el caso de las adolescentes Alejandra, Jimena y Celia, que acudían por primera vez a un 8M: "Íbamos a la manifestación inclusiva, queremos denunciar nuestros derechos, pero nos hemos confundido", han confesado a El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica.

A pesar de las diferencias, también ha quedado patente el deseo de muchas de volver a marchar juntas. "La solidaridad entre mujeres salva vidas", se leía en una pancarta. "División es perdición", decía otra. "Juntas somos más fuertes que el ambientador de Stradivarius" o "el patriarcado nos enseñó a ser rivales, pero nosotras decidimos ser aliadas", se veía en otras.

Las jóvenes Ana y Judith preferirían que hubiera una única manifestación y albergan esperanzas de volver a marchar juntas en el futuro: "Al final, todas tenemos el mismo objetivo, pero a la hora de dialogar se disipan. Se necesitan diálogo y educación".

Marta y Laus creen que hace falta más pedagogía feminista, enseñar desde la infancia que "el feminismo es para todas".

En una y otra marcha, carteles similares. "Ni una menos"; "disculpen las molestias, nos están asesinando"; "vivas nos queremos"; "harta de avisar de que llegué viva"; "marcho por las que no pudieron"; "quiero crecer sin miedo"; "el amor no duele",...

El movimiento feminista, soberano, busca sus caminos. En ocasiones, esos caminos divergen, pero la duda queda flotando en el aire: ¿no es más lo que nos une que lo que nos separa?