CASO FEVE

Pedro Sánchez pidió a la ministra de Transportes dimisiones o su propia cabeza

Moncloa pidió a Raquel Sánchez que zanjase con dimisiones la crisis de los trenes para atajar su impacto electoral: entre las opciones, la suya propia

El presidente del Principado de Asturias, Adrián Barbón, y la secretaria de Estado de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Isabel Pardo de Vera, durante una reunión el 24 de enero de 2023, en Oviedo.

El presidente del Principado de Asturias, Adrián Barbón, y la secretaria de Estado de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Isabel Pardo de Vera, durante una reunión el 24 de enero de 2023, en Oviedo. / EP

Vicente Montes

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La política tiene sus reglas y rara vez son las de las matemáticas o la física, que gustan a los ingenieros. La política se ha llevado por delante a Isabel Pardo de Vera, ingeniera de Caminos que concita en la profesión un casi unánime reconocimiento. El martes, técnicos del ámbito ferroviario reconocían la "rara avis" que ella suponía en el mundo de la gestión ministerial. También tenía detractores, entre ellos la consejera de Infraestructuras de Galicia, Ethel Vázquez; las discrepancias entre ambas arrancan, según algunos, de la época universitaria.

A Pardo de Vera se le cruzaron la política, Moncloa y unas elecciones a la vuelta de la esquina. Unas elecciones que ella misma reconocía no la condicionaban a la hora de tomar decisiones, como la de afirmar que era imposible técnicamente llegar con la inauguración de la Variante de Pajares antes de las autonómicas.

Es difícil no intuir en su dimisión la larga mano del presidente Pedro Sánchez. El escándalo del "Fevemocho" había tomado unas dimensiones estratosféricas, y el debate técnico y jurídico de fondo (difícil de explicar simplificadamente, más difícil aún de entender) se había convertido en un "meme" colosal azuzado por el mediático Miguel Ángel Revilla. El hecho de que el presidente asturiano Adrián Barbón, socialista, también empujase en la polémica no aliviaba. Barbón hizo una defensa explícita de Pardo de Vera (refrendada por sectores empresariales y sindicales asturianos) para salvarla de la quema cuando ya le llegaban del Ministerio los ecos de que Renfe la ponía en la picota para quitarse culpas del escándalo. Precisamente ese salvoconducto que Barbón quería otorgarle a Pardo de Vera ponía la diana sobre la propia Raquel Sánchez. La ministra sabía que entre las cabezas en juego estaba la suya.

Algunas fuentes sostienen que desde Moncloa se le dejaron pocas alternativas a Raquel Sánchez: la destitución del presidente de Renfe, Isaías Táboas, era de manual, pero Pardo de Vera había recibido críticas internas de quienes no querían quedarse solos con la responsabilidad. Así que también tenía la ministra la opción de cesar a quien era su número dos. La relación se torció entre ambas las últimas semanas. No gustó a Pardo de Vera que Raquel Sánchez anunciase en el Congreso una fecha probable de apertura de la Variante cuando la secretaria general ya había afirmado que hasta marzo no podría darse con certeza. Moncloa sugirió también destituir a ambos. O que la propia Sánchez dimitiese. A su elección.

Cuando la ministra le dijo explícitamente a Isabel Pardo de Vera, la misma mañana del lunes, que no contaba con su confianza, la ingeniera también ya la había perdido hacia la ministra. Firmó la dimisión de su puño y letra sin esperar a la inevitable destitución.

Hay una evidencia de que la ministra ha ganado tiempo: la elección de los sustitutos de Táboas y Pardo de Vera. Tanto el nuevo presidente de Renfe, Raül Blanco, como el flamante secretario general de Transportes, David Lucas, salen de su entorno y respaldados por Pedro Sánchez. El primero proviene del PSC, con Táboas y como la propia ministra, por lo que Catalunya no pierde. Lucas ya era secretario general de Vivienda del Ministerio y bien conocido por el Presidente. Ninguno de los dos tiene experiencia en materia ferroviaria. Eso sí, son buenos conocedores de las reglas de la política, esas que Pardo de Vera desdeñaba.