Infraestructura estratégica

Aeropuerto de Barcelona-El Prat: el debate semántico sobre ampliar o modernizar

Se bautice como se bautice, solo hay dos opciones para hacer crecer las instalaciones aeroportuarias en el delta del Llobregat

Aviones despegan de la pista 25L, sobrevuelan la zona de la marisma de Les Filipines - Remolar.

Aviones despegan de la pista 25L, sobrevuelan la zona de la marisma de Les Filipines - Remolar. / Ferran Nadeu

Cristina Buesa

Cristina Buesa

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En 2019 se superaron los 52 millones de pasajeros. La pandemia frenó esa progresión, pero los expertos alertan que, entre este año y el que viene, podrían producirse nuevamente estos momentos de saturación, que generan retrasos, molestias a los usuarios y aerolíneas insatisfechas. El aeropuerto de El Prat tiene dos pistas paralelas, que son las que se usan habitualmente, una larga en el lado montaña (07L/25R) y otra más corta en el lado mar (07R/25L). Hay una tercera, la pista transversal (02/20), operativa en los vuelos nocturnos. Con esta configuración, con esta capacidad operativa, no se puede aumentar el número de vuelos intercontinentales.

En las últimas semanas, supuestamente en la recta final de la negociación de los presupuestos de la Generalitat, la discusión entre ERC y el PSC ha tenido a debate tres proyectos de infraestructuras de muy distinto calado. La continuación de la B-40 o cuarto cinturón, la instalación de Hard Rock en el Camp de Tarragona y, despejados los dos primeros, de forma más insistente, la ampliación del aeropuerto de Barcelona. No obstante, obviando la realidad de lo que se puede o no se puede hacer en este espacio, los políticos republicanos y socialistas discuten ahora el término, la palabra, el concepto, con el que bautizar lo que ambos aceptarían por escrito en un eventual pacto.

Ruido sobre los vecinos o alargar

En 1999, el plan director de la infraestructura aeroportuaria establecía que se trabajaría con pistas independientes, es decir, con despegues y aterrizajes por una u otra pista. Así, ‘cabían’ hasta 90 operaciones por hora. El conflicto apareció cuando, al usar la pista larga para que las aeronaves despegaran, los vecinos de Castelldefels y Gavà Mar se movilizaron para protestar por el ruido, lo que provocó que se reconfigurara el sistema y que, como mucho, actualmente se puedan hacer 78 operaciones por hora.

El espacio natural en el que se encuentra el aeropuerto, en pleno delta del Llobregat y con numerosas figuras de protección ambiental que lo preservan, condiciona cualquier proyecto de ampliación, modernización, renovación o el concepto con el que decidan bautizar la cosa. No obstante, solo hay dos alternativas: o se cambia la configuración actual de las pistas (con la contaminación acústica que trae aparejada) o bien se alarga la pista más corta en 300 o 500 metros para que puedan usarla los aviones de gran capacidad y se alcancen las 90 operaciones por hora deseadas (y en este caso se afecten los humedales anexos).

Tal como recoge el estudio del Institut d'Estudis Catalans (IEC) publicado el año pasado sobre el debate del aeropuerto, tras analizar cómo está diseñado, cuál es la necesidad de protección del entorno y, sin olvidar la preocupación por el crecimiento sostenible en plena crisis climática, solo existen estas opciones. Tocaría hablar con los ayuntamientos, ya que se afectaría a unas 15.000 personas de 8.000 viviendas de la zona, insonorizar los edificios que se sitúan a 2.500 metros de la pista larga. O bien alargar la corta, propuesta en su día de Aena que generó movilizaciones y el rechazo de ERC.

Foment del Treball, a la suya

Mientras, en Foment del Treball, los lunes de cada 15 días se sigue reuniendo la comisión para debatir la fórmula que debe permitir el crecimiento del aeropuerto de El Prat. A cuatro meses escasos de las elecciones municipales, es más que previsible que se recrudezca el debate en Barcelona sobre la conveniencia de ampliar la infraestructura. A pesar de que tanto el gestor aeroportuario como la ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez, han insistido hasta la saciedad que las inversiones en la infraestructura deberán esperar al próximo Documento de Regulación Aeroportuaria (DORA), más allá del 2026.

La comisión, que funciona desde septiembre sin informar públicamente de los avances, sigue escuchando a los comparecientes. Están evaluando la oferta de Aena que les explicó en su momento la directora de Planificación de la empresa, Elena Mayoral, y también han escuchado a representantes de Fira de Barcelona, concejales del área metropolitana, técnicos aeroportuarios.

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