Las cuentas catalanas

Salvador Illa, ante los presupuestos: entre dar cuerda a Aragonès o ponerlo en jaque

La negociación del Govern y el PSC entra en tiempo de descuento con presiones cruzadas entre ambas partes para que una de las dos ceda

Los socialistas buscan proyectar un rol "responsable" al mismo tiempo que quieren ser "alternativa", pero dar su 'sí' implica también alargar una legislatura que tachan de "fracasada"

El líder del PSC, Salvador Illa, en una entrevista con EL PERIÓDICO

El líder del PSC, Salvador Illa, en una entrevista con EL PERIÓDICO / FERRAN NADEU

Sara González

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La margarita sobre si habrá finalmente acuerdo de presupuestos entre el Govern y el PSC está casi quedándose sin hojas. Tres meses después del inicio de los contactos, ambas partes mantienen que hay "voluntad" de llegar a un pacto. Pero los ritmos de esa teórica voluntad no van acompasados. Mientras la paciencia del 'president' Pere Aragonès empieza a agotarse, desde la reunión mantenida en Arenys de Mar Salvador Illa se ha tomado unos días más para la respuesta definitiva, pero la interlocución está ya en tiempo de descuento. El Govern dice que el PSC es quien tiene la vez, pero el PSC responde que es él quien está esperando si el Executiu toma o deja una propuesta de la que no piensan renunciar ni a una coma del cuarto cinturón, el Hard Rock y la ampliación del aeropuerto.

Para el Executiu aprobar las cuentas es una urgencia tanto en términos de gestión en plena crisis de inflación como para demostrar su viabilidad a pesar de su minoría, pero para el jefe de la oposición la decisión tampoco es menor, ya que más allá de sacar pecho de ejercer un rol responsable, aprobar los presupuestos supone también, a la práctica, dar cuerda al Govern de Aragonès, que pretende agotar una legislatura que puede tener vigencia hasta el 2025. De ahí que se esté llevando al límite una negociación que no está exenta de riesgos de descarrilar y que, en caso de que llegue a buen puerto, lo hará con los socialistas exhibiendo que, sin el PSC, no hay gobernabilidad posible.

La semana que viene arrancará marcada por tres huelgas -la de sanitarios, la de la comunidad educativa y la del taxi el miércoles y el jueves- que suponen todo un dolor de cabeza para el Govern. La maquinaria de Palau trabaja a todo trapo para intentar desactivarlas y, al mismo tiempo, poner el broche a unas negociaciones con el PSC que se entrelazan con la competencia electoral. Cuanto más se alargue el calendario, más se acercan las municipales y, por lo tanto, más difíciles son las fotografías con el rival, una imagen que en el PSC entienden que preocupa más a los republicanos que a ellos mismos.

El acto que ha convocado este lunes Aragonès con sindicatos y patronales se enmarca en la estrategia de los republicanos para que los socialistas se sientan presionados a dar ya su 'sí', aunque la ministra de Transportes, Raquel Sánchez, ha replicado que es el Govern quién debe sentir sobre su espalda la presión de poder aprobarlos. Illa ha repetido por activa y por pasiva que él es un jefe de la oposición "responsable" y que su senda es la de la "política útil", motivo por el que ya hace casi cinco meses que tendió la mano a Aragonès para hablar de los presupuestos, un apoyo que fue sistemáticamente rechazado por ERC hasta que el Govern se rompió y los votos de los 33 diputados del PSC empezaron a cotizar al alza.

Desde entonces, por mucho que ya se aprobaran los presupuestos generales del Estado y que se cerrara la reforma del Código Penal, los socialistas catalanes han priorizado "un buen acuerdo" por encima de las "prisas". El acuerdo no llegó, como quería ERC, antes de finales de año. Tampoco durante la primera quincena del mes de enero, con la cumbre hispano-francesa de por medio. Para los socialistas, la grieta entre los independentistas es clave para ganar centralidad y situarse como partido bisagra de los grandes acuerdos. Es por ello que Illa ni ha pedido elecciones ni ha amagado con presentar una moción de censura.

Pero, al mismo tiempo que busca proyectarse como oposición constructiva, los socialistas, que lideran las encuestas, quieren ser la alternativa del Govern y preferirían que las urnas llegaran antes de las generales en las que Pedro Sánchez se juega la reválida. Aunque el líder del PSC recalque que una cosa no es incompatible con la otra, lo cierto es que aprobar las cuentas, aunque sea abanderando un relato de que sin ellos Aragonès no puede hacer nada, implica insuflar oxígeno al Govern de ERC, al que consideran "fracasado" e incapaz de agotar la legislatura. Sin embargo, el 'president' también ha dicho que, en el caso de tener que prorrogar de forma definitiva los presupuestos eso tampoco significaría apretar el botón electoral, una capacidad de resistencia que los socialistas ponen en duda, especialmente si no se aprueban los presupuestos.

¿Quién tiene la vez?

Este fin de semana debería ser determinante para desbrozar el camino final de la negociación. En las últimas horas, el foco ha estado puesto especialmente en el cuarto cinturón, el proyecto que más choque provoca entre ambas partes. El Govern asegura estar esperando la respuesta del PSC a su última propuesta, mientras que los socialistas han replicado que la pelota está en el tejado de Aragonès: o se ejecuta todo este tramo de carretera entre Terrassa y Castellar del Vallès pasando por Sabadell o, ha dicho la portavoz Alícia Romero, no habrá pacto. Illa reafirmará esta posición ante el 'consell nacional' del partido este sábado a la espera de si se produce o no "el gesto" de cesión del 'president'.

"Es inconcebible que por unos flecos no haya presupuestos", ha dejado caer la 'consellera' de la Presidència, Laura Vilagrà, que hace semanas que asegura que ya están todas las partidas presupuestarias acordadas. El Govern se esmera también en subrayar que la interlocución con Junts sigue abierta, aunque todos los actores reconocen que no al mismo nivel que con el PSC. Y si la paciencia empieza a flaquear por parte del Executiu, el temor crece en las filas de los 'comuns'. Su presidenta en el Parlament, Jéssica Albiach, ya ha alzado la voz para advertir al Govern que no ceda a lo que considera "un chantaje" en toda regla del PSC con una carretera, la B-40, que fue diseñada en los años 60.

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