Negociación económica

El Govern acusa al PSC de condicionar los presupuestos a proyectos ajenos a las cuentas

Los socialistas han puesto sobre la mesa desencallar el cuarto cinturón, la inversión del Hard Rock y la ampliación del aeropuerto y ven aún lejos un acuerdo que el Executiu quiere sellar la semana que viene

El 'president' Pere Aragonès y el jefe de la oposición, Salvador Illa, conversan en el Parlament

El 'president' Pere Aragonès y el jefe de la oposición, Salvador Illa, conversan en el Parlament / QUIQUE GARCÍA / EFE

Sara González

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Dijo el presidente de ERC, Oriol Junqueras, en una entrevista en EL PERIÓDICO que la prueba del algodón que determinaría si el Govern puede aprobar los presupuestos de la Generalitat con el PSC sería el compromiso de los socialistas con la reforma de la malversación. El desenlace de esta negociación es cuestión de días, casi los mismos en los que el 'president' Pere Aragonès tiene previstos aprobar las cuentas catalana. Eso sí, si logra cerrar un acuerdo. Porque sus potenciales socios, y muy especialmente los socialistas, avisan de que no está tan claro que ese momento esté cerca. Salvador Illa no solo ha puesto encima de la mesa la controvertida inversión del macrocomplejo de ocio Hard Rock de Vila-seca y Salou, sino también la ampliación del aeropuerto y, ahora, el cuarto cinturón, proyectos que no solo incomodan a ERC, sino que son rechazados de plano por los 'comuns',

Fuentes del Govern avisan de que "no se puede mezclar" en la negociación de las cuentas "temas que no son de presupuestos", es decir, que no tengan un impacto directo en los números que se manejan para el 2023. Aunque el PSC defiende que sí que se trata de proyectos estrechamente vinculados. En el acto con Pedro Sánchez de este domingo, Illa ha advertido que están solo al principio de la negociación, que ni tan solo han llegado "a la mitad", una afirmación que colisiona con la expectativa del Govern de dar el primer visto bueno al proyecto de presupuestos la semana que viene para que estos aterricen en el Parlament antes de que acabe el año. Con este calendario como objetivo, se ha incrementado el ritmo de reuniones tanto con el PSC como con Junts y los 'comuns'. El acuerdo firmado el lunes pasado con sindicatos y patronales pretendía ser un empujón definitivo a modo de presión sobre los potenciales socios.

Pero Illa no se siente interpelado por esa agenda. De hecho, insiste en que él no es el responsable de que se demore la aprobación de las cuentas, puesto que tendió la mano a finales de agosto mientras el Govern la ha rechazado de forma sistemática. Por eso ahora, ha advertido, no va a negociar a "golpe de volante" y a "trompicones" con un Executiu al que acusa de "trabajar poco", no planificar, tener "demasiada prisa y nervios" y una actitud poco ambiciosa y "opaca" que abona la desconfianza. El jefe de la oposición sostiene que en su interlocución económica con el Govern no interfieren otras carpetas, tampoco la mesa de partidos catalanes, a la que ha vuelto a invocar este domingo. Pero fuentes republicanas aseguran que, aunque no la pongan como condición 'sine qua non', los socialistas han colado en las conversaciones el foro de grupos del Parlament que llevan reclamando toda la legislatura y que afean al 'president' que no haya cumplido con el compromiso de convocarlo.

Aunque es con los 'comuns' con quien las conversaciones están más avanzadas y se han sellado ya algunos pactos sectoriales en materia energética y de transporte, En Comú Podem continua hurgando en la "poca ambición" que atribuyen al ejecutivo catalán en materia de salud y vivienda. Jéssica Albiach ha elevado los decibelios este fin de semana para advertir a Aragonès de que "no le temblará el pulso" en rechazar los presupuestos si "dan la espalda" a la situación límite en la que se encuentra la atención primaria, a la que reclaman que hay que destinar un 25% de la asignación del Departament de Salut. El 'conseller' Manuel Balcells ha fijado que este hito se alcanzará en dos o tres años.

Los 'comuns' aseguran no estar preocupados por el hecho de que el PSC esté planteando una batería de proyectos que colisionan ideológicamente con ellos porque el Govern en ningún momento les ha trasladado que sean una condición para las cuentas. En todo caso entienden que es Aragonès quien deberá desmarcarse de esa agenda socialista que también comparte Junts pero que es incompatible con los 'comuns'. En todo caso, las propuestas de los dos grandes grupos de la oposición ponen en jaque las previsiones del Executiu. Los socialistas dan por hecho que llegará el acuerdo, el quid de la cuestión es cuándo, porque en la fecha también hay intereses que chocan. Los unos por encarrilarlo todo antes de comerse las uvas. Los otros porque se quieren cobrar caro tantos meses de rechazo.

Llegada la fecha límite que maneja por ahora el Govern, Aragonès puede encontrarse ante la dicotomía de tirar por la calle de en medio aunque no tenga todos los apoyos atados -con el riesgo de toparse con una enmienda a la totalidad que ponga los presupuestos en riesgo- o bien andar con pies de plomo aunque esto suponga asumir que tendrá que retrasar sus planes. Los que tienen que garantizarle la mayoría le advierten de que, si se da el caso, opte más bien por lo segundo.

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