TRATADO

Gibraltar se tuerce: las negociaciones se estancan y se preparan ‘planes B’

Fuentes de la negociación se muestran desesperadas por la falta de avances y la inminente llegada del parón por el ciclo electoral: municipales y presidenciales en España y Gibraltar

El Gobierno gibraltareño ya prepara a población y empresarios para un “no acuerdo”

Una familia de La Línea de la Concepción (Cádiz) pasea frente al peñón de Gibraltar.

Una familia de La Línea de la Concepción (Cádiz) pasea frente al peñón de Gibraltar. / JOSÉ MANUEL VIDAL

Mario Saavedra

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En primavera, los actores implicados en la negociación del estatus de Gibraltar tras el Brexit se mostraban optimistas, en público y en privado. Ahora que se acerca el invierno y el cambio de año, con elecciones tanto en Gibraltar como en España y tras nueve rondas negociadoras atascadas en los mismos asuntos (impuestos, gestión de fronteras, base militar), transmiten desazón y fatalismo.

Todo indica que está estancada la búsqueda de un acuerdo para derribar la Verja que separa España del Peñón y crear una “zona de prosperidad” conjunta con Campo de Gibraltar (Cádiz). Hay indicios por todas partes: Gibraltar está preparando a sus ciudadanos y empresarios ante un eventual escenario de “Gibrexit” sin acuerdo; el ministro español de Asuntos Exteriores presiona públicamente a Bruselas y Londres y va a reunirse con los altos cargos de la comarca en unas semanas para informarles de la situación.

Los temas principales que suponen fricción no avanzan, según explican fuentes conocedoras de las negociaciones. Reino Unido considera inaceptable que sean agentes españoles los que controlen el puerto y aeropuerto de Gibraltar, que serían las nuevas fronteras de la zona Schengen y de la Unión Aduanera de la UE. Londres quiere que sean funcionarios del servicio europeo Frontex, algo inadmisible para Bruselas y Madrid. 

La parte española se queja de que Reino Unido ve en todo una cuestión de soberanía. Pretenden los británicos, dicen, mantener la exención del IVA en el Peñón y al mismo tiempo eliminar las fronteras físicas. O mantener los bajos impuestos de sociedades que se aplican ahora. Eso rompería la economía de la zona: todo el mundo iría allí a dar de alta sus empresas (con un tipo impositivo reducido) y a echar gasolina al coche (con menos impuestos y, por tanto, más barata). 

Tampoco ha habido avances en uno de los temas más espinosos: quién y cómo hará el control de entrada de marinos y soldados británicos o del material militar de la Royal Navy en sus bases de Gibraltar. 

Preparaciones para un "no acuerdo"

En estas circunstancias, todas las partes se preparan para el peor escenario. Gibraltar ha publicado este mes una guía (“notas técnicas”) advirtiendo de los efectos para ciudadanos y empresarios en caso de lo que llaman un Resultado No Negociado (NNO, en sus siglas en inglés).

“Debido a la naturaleza sistemática y exhaustiva de los controles que habrá que realizar a todas las personas que crucen la frontera, cabe esperar que se produzcan largas demoras en la frontera, que pueden llegar a ser de varias horas”, prevén. “Los retrasos se agravarán en las horas punta del cruce”. El Gobierno de Gibraltar estima que 30.000 las personas que entran cada día en el Peñón; 15.000, para trabajar. 

En caso de que no haya acuerdo para derribar la valla de separación y trasladar los controles al puerto y al aeropuerto, el Gobierno llanito prevé que más controles, como “el escaneo electrónico sistemático de los pasaportes y el sellado de los mismos, comprobaciones respecto al número de días que se ha permanecido en el espacio Schengen y consultas que podrían dar lugar a interrogatorios más profundos por parte de los guardias fronterizos”. 

Algunas de las principales fuentes de ingreso en el Peñón no se verán afectadas, aseguran. “En lo que respecta tanto a los servicios financieros como al juego online, los dos sectores que más contribuyen a la economía de servicios de Gibraltar”, aseguran por contra que hay “acuerdos de contingencia” para abordar “cualquier problema que pueda surgir” en las empresas que den servicio en la UE.

Fuentes cercanas al Gobierno gibraltareño tratan de quitarle importancia a estos documentos, y los consideran simplemente un ejercicio de responsabilidad para prepararse para el peor escenario. Afean que no haya nada parecido del lado español. 

Pero algo parece moverse también en ese sentido en Madrid. El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, ha convocado a los altos cargos de las comarcas de Cádiz que se verían más afectadas por la falta de un acuerdo, según ha adelantado Europa Sur. Será el próximo 25 de noviembre.

Golpe en la mesa de Albares

Al Gobierno español se le acaba el tiempo para sacar el acuerdo. Quizá se puede intentar aún durante unos pocos meses, pero “el momentum” parece haberse esfumado, apuntan quienes conocen el estado de las negociaciones. Todo se pone políticamente cuesta arriba en el año que entra. En campaña, cualquier “debilidad” para con la otra parte podría ser un riesgo electoral. Y eso tanto para el actual ministro principal, Fabián Picardo, que previsiblemente convocará elecciones en la segunda mitad del próximo año, como para Pedro Sánchez, que debe de hacer lo propio antes de que acabe 2023. Después, un eventual Gobierno del PP con apoyo de Vox (al que apuntan las encuestas) previsiblemente bloquearía el acuerdo. Los de Santiago Abascal mantienen una posición dura sobre Gibraltar. 

José Manuel Albares apremió el pasado viernes a Londres: “Para bailar un tango se necesitan dos y, aunque nosotros tenemos la mejor voluntad y hay una propuesta global al respecto, es necesario que el Reino Unido la acepte”, dijo el titular de Exteriores en una insólita declaración pública, en la que ponía la pelota en el tejado británico tras 13 meses de tira y afloja. 

La embajada británica en Madrid ha declinado hacer comentarios sobre estas declaraciones del jefe de la diplomacia española, pero apunta a que quieren un acuerdo cuanto antes y ven interés de las partes en sacarlo adelante.

Y luego está la inestabilidad política británica. Reino Unido ha tenido tres primeros ministros y tres ministros de Exteriores desde que comenzaran las negociaciones con la Unión Europea, tras el acuerdo entre Londres y Madrid en la nochevieja de 2020 para dar su visto bueno al marco de diálogo. 

Albares también ha metido prisa al vicepresidente comunitario Maros Sefcovic, responsable del equipo negociador europeo. Hay que “intensificar” el trabajo para llegar a un acuerdo que fije el estatuto de Gibraltar tras el Brexit. Fuentes conocedoras de las negociaciones afean a la UE que haya habido un parón entre julio y septiembre de los trabajos para sacar adelante el Tratado. “Quiero ser positivo”, dijo el ministro antes de recordar una frase emblemática de la diplomacia: nada está acordado hasta que todo esté acordado. En ese ese sentido, nada está acordado, y nada evita un “Gibrexit” duro.