Cónclave de la formación

ERC valida el 'triunvirato' dirigente de Junqueras, Rovira y Aragonès

La militancia republicana apoya en un 87% la lista oficial y permite a presidente y secretaria general alcanzar los 15 años al frente del partido

La secretaria general de ERC, Marta Rovira, con una foto de Oriol Junqueras detrás.

La secretaria general de ERC, Marta Rovira, con una foto de Oriol Junqueras detrás. / Jordi Cotrina

Xabi Barrena

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Tantas vueltas y comparaciones hechas con el 'modelo PNV' y, al final, ERC ha hallado su propio camino en cuanto al liderazgo del partido. Tantas vueltas dadas con la bicefalia entre partido y Govern, buscando meter a la formación republicana en el vestido del peneuvista, cuando la solución era más fácil: un 'triunvirato'. Y la militancia, convocada a las urnas este domingo, ha dado su apoyo a la cúpula republicana: 50,2% de participación y un 87% de apoyo a la única lista presentada, la oficial.

Y es que, a la hora de simplificar algo tan complejo como el liderazgo de una fuerza política, toda combinación de dos elementos dejaba fuera un tercero, igualmente importante. Por ejemplo, cuando la inercia de los primeros años llegó a asentar, pasado el 1-O de 2017, que el dúo monopolizador del poder en ERC era el formado por Junqueras y Rovira, se dejaba fuera de la ecuación al líder republicano dentro del Govern.

Cuando se quiso incluir en la oración la derivada del Executiu, es decir, a Pere Aragonès, el tándem dirigente del partido se personificó en Junqueras, elidiendo a quien, con el presidente encarcelado, sostenía la maquinaria. Es decir a Rovira.

Y si de bicefalias va la cosa, las propias decisiones internas del partido no ayudaron a entender sobre qué cimientos se construía el liderazgo republicano. En las horas difíciles para el partido en que la dupla dirigente se hallaba intramuros, con Rovira en Suiza y Junqueras, encarcelado, ERC validó una dupla extramuros, la compuesta por Aragonès, en el nuevo cargo de coordinador del partido, y la vicesecretaria general, Marta Vilalta.

En la duplicación de cargos, en la que Aragonès era una especie de mini-Junqueras y Vilalta, una mini-Rovira, había implícito, obviamente, un mensaje sucesorio, de futuro. Varias voces han reconocido por los pasillos de la sede republicana de Calàbria que la derivada judicial del ‘procés’ había obligado a adelantar el lanzamiento de los jóvenes liderazgos republicanos a la primera fila de la arena política. Tanto Junqueras como Rovira son 'veteranos de primer año' y, en el curso de una vida política ‘normal’, ni Aragonès, ni Vilalta, ni tantos otros se habrían encontrado en noviembre del 2017 con la tarea de sacar adelante el partido.

Además, cuando se creó la dupla extramuros parecía que el encarcelamiento de Junqueras iba para largo. Lo mismo para la residencia suiza de la secretaria general. 

El espacio mediático

Los hechos, sin embargo, han ido fijando su propio rumbo y ha abierto otras muchas posibilidades, mucho más flexibles que las siempre rígidas consignas que se diseñan sobre el papel. Así, los primeros meses de Aragonès como ‘president’ coincidieron con los últimos de Junqueras en la cárcel, ocupando, por tanto, un espacio mediático y político por encima del que correspondía, en el contexto del partido. Además, Rovira, siempre, pendiente de que una sobreexposición en los medios pudiera perjudicar su situación en la confederación helvética, se mantuvo en esa segunda fila que a muchos hizo creer que no llevaba la manija del partido.

Junqueras, además, se ha tomado unos meses de suave aterrizaje a la Catalunya de 2021, políticamente bien diferente de la de 2017, empezando por su propio partido. Súmese a esto que la cara visible republicana del enfrentamiento de ERC con Junts ha sido el propio ‘president’ para explicar, más allá del cargo, el crecimiento en el ascendente de Aragonès en el partido.

¿Y Vilalta? Ella es la que cubrió el silencio mediático de Rovira, amén de llegar hasta donde las videoconferencias helvéticas ni llegan, ni llegaban. A medio camino de la decisión personal y de los intereses de partido, a Vilalta se le ha apartado del camino del Govern, ni que sea porque alguien tenía que mantener la luz de la sede de la calle de Calàbria abierta. 

Los planes de futuro

El devenir de los acontecimientos, además, abre nuevas opciones de futuro y redondean la clave sucesoria prevista hace años. Con la reforma de los estatutos del partido, según la cual el tiempo en la cárcel o en el extranjero por causa judicial no se contabiliza dentro de ese periodo de 12 años consecutivos al frente del partido, Junqueras tiene cubierta su nueva presidencia hasta 2026. Rovira, habida cuenta que el reloj no se ha detenido, ni se sabe.

En paralelo, ERC y PSOE empiezan a emitir en la misma longitud de onda en cuanto a la reforma del delito de sedición. Casi descartado que se elimine del Código Penal, su tipificación podrían hacer descender sustancialmente los años de posible condena. Ello beneficia, sobre todo, a Junqueras, más que a Rovira, por cuanto sobre la 'número dos' todavía pesa la sombra del delito de rebelión que forzaría a su detención y seguramente a su encarcelamiento preventivo hasta que las instancias judiciales amoldaran formalmente su acusación a la sentencia del juicio del 1-O, en la que ningún acusado fue condenado por rebelión. Eso significa un periodo indeterminado de prisión.

En cambio, si se reduce la posible condena por sedición, todas las sentencias del 1-O deberían ser revisadas a la baja. La condena de prisión es ya testimonial, desde la promulgación de los indultos, pero queda la inhabilitación, la pena que impide, por ejemplo, a Junqueras (y a todos los otros) optar a un cargo electo, que, en el caso del presidente republicano, vence el 5 de julio del 2031.

Dicho de otro modo, los hechos van conduciendo hacia un retorno a a plenitud de facultades legales de Junqueras y, a la larga, de Rovira. Por lo que la salida del republicano de la presidencia del partido, a menos que se retoquen de nuevo los estatutos, sería menos traumática para el entramado republicano.

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