Tras su dimisión como vicepresidente del partido

La dirección de Junts maniobra para evitar que Dalmases se quede sin escaño en el Parlament

La cúpula se mueve para que la recogida de firmas que exige su retirada no llegue al consejo nacional con el fin de garantizar la "paz interna" y su condición de aforado

El diputat de Junts Francesc de Dalmases, en un pleno del Parlament

El diputat de Junts Francesc de Dalmases, en un pleno del Parlament / BERNAT VILARÓ / ACN

Júlia Regué

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La crisis se enquista en Junts. Los sectores internos se polarizan, pero la amalgama de pareceres parece acomodarse en la confrontación pese a las llamadas a la "unidad granítica" del secretario general, Jordi Turull. La presidenta del partido, Laura Borràs, suspendida del cargo en el Parlament, encaja la pérdida de su mano derecha, Francesc de Dalmases, en la ejecutiva, de la que fue forzado a dimitir como vicepresidente después de que el informe interno acreditara que intimidó a una periodista del 'Faqs' de TV-3. Pero no está dispuesta a que sea apartado de la Cámara catalana.

Y es que miembros del consejo nacional de JxCat, descontentos con la gestión del caso y con la acreditación de las presiones que ejerció el diputado, empezaron a recabar firmas para lograr un 20% de apoyos con el fin de que este órgano entre congresos votase si Dalmases debía dejar su escaño en el Parlament. Las consiguieron, según fuentes del partido, pero miembros de la dirección levantaron el teléfono para intentar que el 19 de noviembre no se lleve a cabo esta votación.

"Turull vuelve a ceder ante Borràs", critica una fuente de JxCat. La diagnosis es que este movimiento tiene que ver con la vocación de "paz interna", pero, a la vez, con la situación judicial de Dalmases. Si deja de ser parlamentario, pierde su condición de aforado, algo especialmente preciado porque se le vincula a un caso que investiga un juez sobre un presunto desvío de subvenciones de la Diputació de Barcelona.

El núcleo duro de Borràs interpreta que sus detractores han emprendido una caza de brujas, especialmente los 'exconsellers' y el resto de dirigentes que preferían continuar en el Govern: "Está irritada y herida por lo de Dalmases. En posición de combate. No quiere unidad, vive de la confrontación. Y tendrá más poder si no se fija una posición de rechazo a esta forma de hacer", opina una fuente de la formación.

Por un ajustado resultado, un 55,73% frente a un 42,39%, Junts se marchó del Consell Executiu, y se alejó la posibilidad de ruptura, a sabiendas de que los ‘exconsellers’ y los que tienen antecedentes en el PDECat y CDC, no iban a irse. "Han tirado la toalla", afirma un cargo de la formación. Les tocaba digerir la derrota. Y, a Borràs, lucir apoyos. Su agitación en las redes sociales y el giro del partido hacia el choque con Esquerra, sus principales postulados, tuvieron efecto y, según fuentes de la formación, han ganado alrededor de unos 500 militantes -por contra, han perdido 47- desde el divorcio con los republicanos.

El "inmovilismo" de Turull

Y es que varios dirigentes urgen a Turull a que tome cartas en el asunto, tras haberse "puesto de perfil" sobre la salida del Govern y, públicamente, sobre el informe interno. De ahí la recogida de firmas y su intervención en parlarla, según fuentes de Junts. "Borràs electoralmente pierde fuerza, pero dentro del partido, cuanto más pequeño y radicalizado, con una minoría organizada, más peso tiene", reflexiona un dirigente del partido.

Otras fuentes defienden que el secretario general actúa así para garantizar la paz interna y porque sabe que Borràs tiene fecha de caducidad: el juicio (y posible condena) del que está pendiente por presuntamente haber amañado contratos al frente de la ILC, por lo que la fiscalía le pide seis años de cárcel, 21 años de inhabilitación y una multa de 144.000 euros. Y es que mientras la marca resiste (en 29-30 escaños, según la última encuesta del GESOP para EL PERIÓDICO), Borràs es la quinta líder mejor valorada con un 4,2.

"A Borràs se le ha dado un espacio que había perdido en votación interna", añade otra voz, hurgando en que Turull decidió pactar una lista conjunta a la dirección y favoreció que sus candidatos a la ejecutiva –David Torrents y Ester Vallès- se incorporaran después a la cúpula pese a no haber recabado los apoyos necesarios, "algo que está pagando ahora". "Las decisiones se toman por unanimidad porque se evita la votación. Turull evita el conflicto", remacha, denunciando su "inmovilismo".

"Borràs puede generar simpatía en buena parte de la militancia, pero no controla los aparatos del partido", replica otra fuente, anulando cualquier pretensión de la líder de vehicular las decisiones en consulta a las bases, algo que debe decidir antes la ejecutiva. "Turull controla el territorio y el consejo nacional, pero no hará nada que perjudique al partido, para no perder a los votantes que arrastra Borràs", resume.

El núcleo institucional

En el plano institucional, el núcleo duro de Borràs se está desmembrado. Su suspensión la dejó sin opciones de ejercer las funciones adscritas al cargo, salió del foco mediático, y pese agarrarse a la silla, el hemiciclo ya se ha adaptado a la interinidad ante la falta de vías para relevar a Borràs. La vicepresidenta primera, Alba Vergés, terminó echando a cuatro de los seis asesores, siendo dos de ellos sus principales escuderos.

El jefe de gabinete, Salvador Esteve, se convirtió en asesor del área de Cultura de la Diputació de Barcelona -así consta en el registro de personal eventual desde el 15 de octubre- y el jefe de prensa, Pep Elias, fue designado asesor del grupo parlamentario posconvergente. La diputada Aurora Madaula continúa en la Mesa del Parlament, siendo la única representante del partido por la ausencia de Borràs. El otro hombre de confianza, el parlamentario Jaume Alonso-Cuevillas volverá al foco como presidente de la comisión del estatuto del diputado, siendo el encargado, junto al diputado socialista David Pérez, de gestionar una posible sanción a Dalmases, pero no hay riesgo de expulsión. Al menos, no está en manos del Parlament.

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