Crisis entre socios

Aragonès da un golpe de autoridad y cesa al vicepresidente Puigneró tras la ofensiva de Junts

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El Govern, en el aire a la espera de que JxCat decida si rompe el Executiu o si mantiene a sus otros seis 'consellers'

Pere Aragonès cesa a su vicepresidente, Jordi Puigneró

Pere Aragonès cesa a su vicepresidente, Jordi Puigneró. /

Xabi Barrena
Júlia Regué
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Los golpes de autoridad de Pere Aragonès con Junts son contados, pero contundentes. Sucedió con la alineación posconvergente para la mesa de diálogo, hace un año, y este miércoles, con el cese fulminante del vicepresidente Jordi Puigneró, a quien el 'president' no le perdona la "deslealtad" de conocer que Junts le iba a amenazar con una cuestión de confianza, en el debate de política general del martes, y no haberle informado de ello. El jefe del Executiu echa, pues, a la cabeza visible de los posconvergentes en el Govern aunque afirma que el resto de 'consellers' sí cuentan con su confianza, si ellos quieren continuar, claro está. El Govern, pues, se halla en el aire a la espera de que la ejecutiva de Junts decida el jueves a primera hora si mantiene a los otros seis consejeros o si rompe con Esquerra. En un comunicado, han tachado la decisión de "error histórico que pone en peligro la continuidad del proyecto independentista". El puesto de Puigneró queda vacante hasta que sea el propio partido al que le toca el cargo proponga un postulante.

Tras un Consell Executiu extraordinario que se ha alargado durante dos horas y 20 minutos y una reunión posterior de más de tres horas con el secretario general de la posconvergencia, Jordi Turull, el 'president' ha tomado la decisión definitiva alegando "pérdida de confianza" en un momento en que el Govern "debe estar cohesionado" para hacer frente a los efectos de la crisis socioeconómica. Casi la misma razón, evitar la inestabilidad, es la que ha alegado Aragonès para explicar que no piensa en absoluto atender la petición de Junts. Ni las tres exigencias del ultimátum que pasó a mejor vida la semana pasada, ni esta semi-amenaza parlamentaria, que solo depende él convocar. Sabedor de que a cada órdago, Junts se acerca más a una división interna, no cede ni un metro.

Junts tacha el cese de "error histórico" y avisa de que "pone en peligro la continuidad del proyecto independentista"

Según fuentes de Palau, el 'president' ha preguntado a cada uno de los 'consellers' de Junts "si conocían la propuesta de la cuestión de confianza y si estaban de acuerdo con ella", una estrategia audaz para evidenciar la dualidad entre Junts-Govern y Junts-partido, ya que los titulares de los seis departamentos en su poder no están por abandonarlos en bloque, a no ser que la dirección les fuerce a hacerlo.

Inicio granítico

Los 'consellers' de Junts han iniciado la reunión en una posición "granítica" en defensa de la posición del partido, según fuentes de la Generalitat. Pero, con el transcurso de las horas, los representantes posconvergentes "empezaron a mostrar fisuras en su unidad". Solo el vicepresidente Puigneró conocía de antemano que se iba a plantear una cuestión de confianza, algo que molestó extremadamente a Aragonès, por cuanto él había "explicado la vía canadiense tanto al vicepresidente como al propio Turull". Junts desmiente que se hubieran producido tales fisuras.

"Han sido desleales", apuntan los republicanos, justificando que la de Aragonès es una decisión que preferían que hubiera tomado Junts al criticar al Govern y a su líder. Y es que, a juicio de Esquerra, el cese de todos los 'consellers' posconvergentes era la solución que buscan los socios con el objetivo de construir el escenario de que ERC es la "culpable" del divorcio. "Es evidente", apunta una alta voz republicana, "que Junts está buscando la tarjeta roja"".

Esquerra no cederá en las tres exigencias que blande la posconvergencia para afear a los republicanos falta de compromiso con el pacto de gobierno -la unidad en Madrid, la mesa de diálogo acotada a la amnistía y la autodeterminación, y la dirección estratégica-, mientras que JxCat eleva la apuesta. Está por ver si, finalmente, asumen que solo una moción de censura podría echar al jefe del Govern y disolver, a la vez, su equipo de 'consellers', para lo que se requeriría una alternativa con presidenciable sometiéndose a la valoración del pleno.

El 'president' está convencido de que su hoja de ruta pragmática -el diálogo y la negociación- es la única que hoy por hoy está sobre la mesa y que debe complementarse con la vía canadiense para recabar apoyos en la comunidad internacional. Algo que, para Junts, provocó el rápido rechazo de Moncloa y la "soledad" del jefe del Govern, que tan sólo convenció -y parcialmente- a los 'comuns'.

41 de 74 diputados

El argumento posconvergente es que el 'president' desoye, que ha perdido el apoyo de 41 de los 74 diputados que le avalaron -los que suman Junts y CUP- y que está siendo forzado a tomar decisiones. Precisamente, todo lo contrario de lo que opina Esquerra, convencida de que Junts se está rompiendo por dentro con ofensivas que no pueden cumplir porque no saldrán del Consell Executiu. El partido puede resquebrajarse si no logra ganar este pulso y arrancar un gesto de Aragonès que les permita explicar que deben permanecer en el Govern.

De lo contrario, su presión se convertirá, de nuevo, en un bumerán contra las propias filas. De ahí que, pese a la amenaza desde el atril del hemiciclo, las primeras espadas empiecen a rebajar el tono. Lo que está en juego es la estabilidad de un Executiu en convulsión constante, pero también el poder y la influencia para encarar el multiciclo electoral que se avecina.

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