Inmigración
Marruecos quita espacio a futuros asentamientos de migrantes ante Melilla
Rabat ha decidido reabrir las Minas del Rif, en cuyas excavaciones abandonadas se escondían los subsaharianos que asaltaron la valla en junio
Juan José Fernández
Redactor Jefe
Reportero.
Profesor en el Master de Periodismo Avanzado – Reporterismo de la Facultat de Comunicació i Relacions Internacionals Blanquerna (Universitat Ramon Llull).
Diplomado por el CESEDEN en Altos Estudios de la Defensa Nacional.
Fue jefe de Información y reportajes y jefe de Redacción de la revista Interviú durante 19 años.
Marruecos promoverá que se ocupe con excavadoras, camiones, mineros e ingenieros lo que hoy son covachas abandonadas que los migrantes subsaharianos usaban como último refugio en el monte Uixán, en los alrededores de Melilla. Fuentes policiales de la ciudad española confirman a este diario el aviso que han recibido del otro lado de la frontera en la que, el pasado 24 de junio, tuvo lugar el mortal asalto que se saldó con al menos 23 fallecidos por aplastamiento.
Las cuevas del monte Uixán son viejas minas de hierro abandonadas tras el fin del protectorado español, que ahora el gobierno marroquí planea reabrir. En las jornadas previas a al asalto a la valla del 24 de junio -en el que participaron 1.700 migrantes, según recuento del Ministerio del Interior- los gendarmes marroquíes habían asaltado a su vez con sucesivas cargas los asentamientos multitudinarios de subsaharianos en el cercano monte Gurugú, donde se hacinaban miles de candidatos a pisar territorio europeo.
La policía marroquí iba quemando las tiendas de campaña, provocando el desplazamiento de los viajeros al monte vecino, el Uixán, al sur del Gurugú, en cuyas minas abandonadas se escondieron hasta la madrugada del día de la marcha contra la alambrada fronteriza.
Algunos de los asaltantes caminaron 31 kilómetros rodeando el Gurugú para llegar hasta la valla. Tras la tragedia, nuevas razzias de la gendarmería y los mehanis acabaron con la presencia de los migrantes que quedaban en el Uixán, que fueron trasladados a distantes puntos al sur del país.
El negocio
Al otro lado de la valla de Melilla -una ciudad de nuevo sometida a tensión fronteriza- lo llaman Jebel Ouiksane, y para Rabat se ha convertido, interpretan las fuentes policiales consultadas, en el escenario de una oportunidad para intentar eliminar reductos utilizables por la inmigración ilegal, reducir la dependencia de la comarca de Nador del negocio del contrabando con Melilla y competir con nuevas explotaciones de hierro que Argelia ha vendido a China. Las fuentes consultadas no han querido confirmar ni desmentir si de este asunto se habló en el reciente encuentro de alto nivel entre altos cargos de la seguridad de los estados español y marroquí.
El gobierno marroquí ha lanzado un llamamiento a inversores a través de su Oficina Nacional de Minas e Hicrocarburos, que han recogido medios de la prensa local. En esa entidad están registradas las antiguas licencias mineras de la española Compañía de Minas del Rif, fundada en 1908 y disuelta en 1984 por el paulatino agotamiento de las vetas.
Los nuevos precios del hierro y el objetivo político de apartar a Nador del contrabando convierten de nuevo en rentables las minas. Los precios de bonos sobre el futuro del hierro han conocido aumentos de hasta el 25% (diciembre de 2020) o del 16,5% en enero pasado, si bien también un descenso del 17% en julio. El coste de la tonelada métrica de mineral importado de China observa una tendencia de ascenso desde 2005, con algunos altibajos durante la crisis financiera.
Rabat ha dado de plazo a los inversores hasta el 1 de noviembre. Al día siguiente, su Dirección de Minas abrirá plicas para obtener una concesión de 50 años. Y las habrá posiblemente chinas.
De nuevo tensión
Los nervios vuelven a acumularse en este arranque del otoño en torno a la frontera. No es ya solo por la expectativa del establecimiento de una aduana comercial; es, sobre todo, por la lentitud con que los guardas fronterizos marroquís revisan la documentación en el paso de Beni Enzar.
Ocurre al inicio y al final de los fines de semana. Los melillenses que salen de la ciudad forman grandes colas los viernes, pero esas son menores de las que se extienden por los alrededores de Beni Enzar y las calles que flanquean el muello del puerto de Nador.
El pasado domingo eran centenares los melillenses, la mayoría de origen marroquí, que trataban de volver a sus casas en la ciudad española tras esperar en una larga cola hasta altas horas de la madrugada.
En los alrededores del puerto, además, suele formarse una interminable hilera de coches, pese a lo cual, ratifican las mismas fuentes consultadas, Marruecos no aumenta la dotación de agentes para revisar documentación, sino que la reduce en horario nocturno.
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