Crisis en la policía catalana

Los mandos de los Mossos apoyan al comisario jefe en su pulso con el número dos

Las fuentes consultadas creen que Josep Maria Estela tiene motivos para desconfiar de Eduard Sallent, a quien perciben como la herramienta que usa ERC para intervenir en el funcionamiento del cuerpo policial

Desde la 'conselleria' de Interior se admite que los altos cargos no han encajado, pero se confía en que aprendan a hacerlo y niegan injerencias políticas en cuestiones operativas

BARCELONA, 20/12/2021.- El conseller de Interior, Joan Ignasi Elena, junto al nuevo mayor de los Mossos d'Esquadra, Josep Maria Estela (d), durante la rueda de prensa en la que han anunciado la destitución del anterior comisario jefe Josep Lluis Trapero y su relevo a cargo de Estela. EFE/Toni Albir

BARCELONA, 20/12/2021.- El conseller de Interior, Joan Ignasi Elena, junto al nuevo mayor de los Mossos d'Esquadra, Josep Maria Estela (d), durante la rueda de prensa en la que han anunciado la destitución del anterior comisario jefe Josep Lluis Trapero y su relevo a cargo de Estela. EFE/Toni Albir / EFE/Toni Albir

Guillem Sánchez

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La mayoría de mandos de los Mossos d’Esquadra apoyan al comisario jefe, Josep Maria Estela, en el pulso que este mantiene con su número dos, el comisario Eduard Sallent. Según las fuentes consultadas por EL PERIÓDICO, casi todos los comisarios perciben a Sallent como el hombre del director general de la policía catalana, Pere Ferrer. Y dan respaldo al plantón de Estela, que ha dicho que no seguirá si Sallent no abandona la prefectura de los Mossos, porque juzgan que el hartazgo del jefe policial tiene que ver, sobre todo, con la voluntad de poner coto a las injerencias políticas de la 'conselleria' de Joan Ignasi Elena. Motivos que no son nuevos, apuntan: son los mismos que, a su juicio, impulsaron la destitución del 'major', Josep Lluís Trapero.

Desde la 'conselleria' de Interior admiten que Estela y Sallent no han encajado, tal como avanzó El País, pero niegan injerencias políticas. "Una policía democrática debe aceptar criterios políticos en temas como gestión de manifestaciones o desahucios" o a la hora de "establecer prioridades" para el cuerpo, como lo es actualmente "la violencia sexual", remarcan. La 'conselleria' no se inmiscuye "en cuestiones operativas" o "investigaciones" en marcha, aclaran. "Estela y Sallent fueron escogidos para trabajar en equipo y deben aceptarlo. Intentaremos que encajen", pero sin echar "pulsos con el Govern", zanjan.

La prefectura coral

Oficialmente, el Govern defendió la destitución de Trapero, 13 meses después de ser restituido, asegurando que quería abrir una nueva etapa en el cuerpo policial, apostar por una jefatura más coral y más femenina. También fueron esos los argumentos que esgrimió la propia cúpula –integrada por Estela, Sallent y la intendente Rosa Bosch– para explicar cómo funcionaría la forma de proceder de la nueva prefectura: "más basada en el trabajo en equipo" y en lograr decisiones "más consensuadas". Pero no ha durado mucho. 

La desconfianza de Estela hacia Sallent ha llegado al extremo de excluir a su número dos del tribunal que, en breve, debe escoger a seis nuevos comisarios. O de entregar a comisarios ajenos a la prefectura la batuta del cuerpo durante sus vacaciones en lugar de dársela a Sallent, una decisión sorprendente. De hecho, la relación entre Sallent y Estela está casi rota desde hace meses y el plantón de Estela frente a los responsables de Interior a quienes exige que aparten a Sallent tampoco es reciente: ocurrió a principios de junio, cuando transmitió que debían alejarlo de la prefectura o, en su defecto, prescindir de él. 

Acercamiento a Trapero

Estela, un comisario arraigado en el territorio, pero menos bregado en los pasillos del poder, no tardó en darse cuenta de que la prefectura "coral" significaba que Sallent estaba tomando decisiones sin su aval porque las había pactado previamente a sus espaldas con Ferrer y con el jefe de gabinete del 'conseller' Elena, Raül Murcia, remarcan los mandos policiales consultados. A Estela no le ayudó a revertir la situación, según subrayan, que apostara por limar asperezas con Trapero tras tomar posesión de su cargo. 

En un encuentro privado, Estela le transmitió a Trapero, que desempeña actualmente funciones de evaluación y análisis y se encuentra apartado de la operativa policial, que contaba con él. Pero a los pocos meses, con la llegada de las galas de las Esquadres –la celebración oficial de la policía– Estela descubrió que, a pesar de que él había dispuesto que Trapero formara parte de la línea de saludo oficial que da la bienvenida a las autoridades, Trapero había sido borrado de la lista sin su consentimiento. Fue una prueba más de que, a pesar de ser el jefe de los Mossos, mandaba menos de lo que indicaba su cargo.  

Cinco jefes en cinco años

La que se presentó en diciembre de 2021 como la primera prefectura coral y paritaria de los Mossos –a Estela, Sallent y Bosch había que añadir la figura de Montse Escudé, en funciones de portavoz– no ha terminado cristalizando en ninguna de las dos cosas. El poder que acumulan Bosch y Escudé es insignificante en comparación con el de Estela y, sobre todo, con el de Sallent. Según las fuentes consultadas, en realidad, la nueva estructura fue más bien el artefacto que ERC diseñó para restituir a Sallent de forma velada. 

Sallent fue jefe de los Mossos hasta que Trapero fue absuelto por la Audiencia Nacional. Durante su jefatura, Sallent se ganó la confianza del director Ferrer. Y ambos, a su vez, cuentan con el apoyo de Murcia, un hombre de la confianza de Oriol Junqueras en la 'conselleria', y también del 'conseller' Elena. Por eso Ferrer siguió al frente de la policía catalana a pesar de ser ungido en ese cargo por Junts. Y, tras destituir a Trapero, apostaron por recuperar Sallent, a quien ven como un comisario más receptivo.

Esquerra no se veía capaz de intervenir en la gestión de los Mossos mientras siguiera en manos de Trapero o de comisarios refractarios a las instrucciones políticas. Así que lo apartaron y, después del 'major', arrinconaron también a mandos como el intendente Toni Rodríguez, o el comisario Carles Anfruns. El primero se negaba a compartir información sobre las investigaciones criminales –muchas de las cuales afectaban al propio Govern– y el segundo no toleraba que se cuestionara por criterios políticos un operativo policial. Ni Rodríguez ni Anfruns tenían problema alguno con Estela, pero sí lo tenía con Sallent, el primero, y con la 'conselleria, el segundo.

Vergüenza

La palabra más repetida por los comisarios con los que ha contactado este diario es "vergüenza". Porque esta nueva crisis, que puede acabar con la destitución o la dimisión de Estela, significaría cambiar de jefe por sexta vez en cinco años y porque lamentan la pobre imagen que los jefes están transmitiendo a los agentes del cuerpo. 

Desde el sindicato Fepol, que representa tanto a agentes como mandos, se muestran "estupefactos con la situación". "La nueva cúpula no ha cumplido todavía un año, es prioritario que, de una vez, haya estabilidad y centrarnos en la nueva Ley de Mossos", subrayan.

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