Fiesta de la Rosa

Salvador Illa y Jaume Collboni se conjuran para echar a Aragonès y Colau: "A más PSC, menos lío"

El líder socialista hurga en la división del independentismo y le recuerda que el 1-O no tiene "nada que celebrar"

Santos Cerdán acusa a Feijóo de actuar con "mala fe" y lo reta a hacer público su sueldo

Salvador Illa y Jaume Collboni en la Fiesta de la Rosa del PSC

Salvador Illa y Jaume Collboni en la Fiesta de la Rosa del PSC / Jordi Cotrina

Sara González

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Hace seis años que el PSC ligó su suerte a la de Pedro Sánchez. Aquel Miquel Iceta desgañitándose en la Fiesta de la Rosa de Gavá con su ya mítico "¡Pedro, mantente firme, líbranos de Rajoy" marcó un punto de inflexión en la tendencia descendente de un socialismo catalán mermado por el 'procés'. Exactamente 2.190 días después, Sánchez ya no está en la oposición, sino en la Moncloa, y el PSC, ahora con Salvador Illa al frente, es la primera fuerza política en Catalunya. Pero la espina clavada sigue siendo la de llegar a la presidencia de la Generalitat, un hito que consideran que tocarán con la punta de los dedos si primero conquistan el otro lado de la plaza de Sant Jaume: la alcaldía de Barcelona.

"Que la fuerza nos acompañe", ha pedido Jaume Collboni afianzando su rol de alcaldable des de la Fiesta de la Rosa. El aquelarre por excelencia de inicio de curso del PSC, que este año ha recuperado la asistencia multitudinaria tras la pandemia y que ejerce de prólogo de las elecciones municipales, ha sufrido la baja inesperada del presidente Pedro Sánchez, que a primera hora anunciaba que había dado positivo en covid. La alteración del elenco en el escenario ha tenido como consecuencia que el foco se centre en la batalla del próximo mayo. Tanto Illa como Collboni han abogado por "abrir una nueva etapa" que acabe con la presidencia de Pere Aragonès por un lado y con la alcaldía de Ada Colau por el otro.

Los socialistas se erigen en la alternativa estable a los gobiernos que "crean problemas" en lugar de "solucionarlos" y que quedan atrapados en sus crisis internas en lugar de encargarse de la que afecta a los ciudadanos. "A más PSC, menos lío", ha resumido Collboni, que se ha esmerado en contrarrestar el runrún constante según el cual está en jaque su candidatura. Hoy eran muchas las voces socialistas que daban por descontado que esta vez tampoco habrá cambio. Está previsto que sea ratificado en noviembre y, aseguran, las encuestas internas le son favorables. "Hagámoslo juntos", ha añadido mirando a los ojos de Illa. "Juntos lo haremos", ha recogido el guante Illa como forma de blindar el tándem.

"Menos lío" para ellos significa acabar con la "división, el enfrentamiento y la parálisis" del Govern de la Generalitat y garantizar "seguridad, estabilidad y progreso" en Barcelona, donde los socialistas gobiernan de la mano de Colau pero, al mismo tiempo, la dan por agotada. El primer secretario del PSC ha preparado el terreno ante una semana marcada por el debate de política general y el quinto aniversario del 1-O, una efeméride en la que, ha insistido, un independentismo más dividido que nunca no tiene "nada que celebrar". A su juicio, los que impulsaron el referéndum tienen que "reflexionar para no repetir unos errores" que trajeron a Catalunya el momento "más álgido de enfrentamiento y división" y la manera de pasar página es convocar el diálogo entre partidos catalanes. Es la enésima vez que hace esta petición a Aragonès.

Desde el escenario, los socialistas catalanes han puesto su empeño en espolear la "marea socialista" que aseguran que se avecina, a pesar de que Sánchez sienta cada vez más de cerca en las encuestas el aliento del PP de Alberto Núñez Feijóo. Para el PSOE, que en las autonómicas y les municipales de mayo del 2023 se juega el pasaje de la continuidad en la Moncloa, Catalunya vuelve a ser determinante y por eso Barcelona está señalada en rojo. Consciente de los deberes que recaen sobre sus espaldas, Illa ha cargado duramente contra los populares, a los que ha acusado de no tener "nada de patrióticos" e incluso de moverse por "mala fe". "No es patriótico enfrentar territorios ni bajar impuestos a los que más tienen", ha criticado a raíz de la batalla fiscal que los barones populares han abierto con la supresión del impuesto de patrimonio en Andalucía.

"Mala fe y oscurantismo", ha añadido el secretario de organización del PSOE, Santos Cerdán, que le ha tocado llenar el vacío que ha dejado Sánchez. Desde Gavá ha lanzado un órdago al líder del PP para que haga público su sueldo. "No nos dio explicaciones cuando paseaba con narcotraficantes, ni de cómo ha multiplicado su patrimonio por tres. Tampoco las da por su sueldo", se ha quejado insistiendo, como lo ha hecho Sánchez durante la semana, que el PP se dedica a "proteger a los que más tienen" y a "dar la espalda a la mayoría de los ciudadanos".

O derecha o izquierda

Para el líder de los socialistas catalanes la encrucijada ante la nueva crisis que cae a plomo en los comedores de todas las familias por la inflación y el desenfrenado coste de la energía vuelve a situarse entre la receta de la derecha y la de la izquierda. O el "sálvese quien pueda" o el de intentar "no dejar a nadie atrás". Tirando del manual que se vio obligado a desplegar durante la gestión de la pandemia como ministro de Sanidad, Illa ha pedido afrontarla con "esperanza, unidad y confianza" en la receta desplegada por Sánchez. Se trata también, ha dicho, de salir de los despachos y de estar en la calle comprobando con sus propios ojos lo que necesita la gente.

Que se avecinan meses complicados en la calle ha quedado constatado en la concurrida Pineda de Gavá. El tradicional fortín de celebración socialista con arroces, migas, fideuás y butifarras ha contado con una banda sonora no invitada: la de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y el Sindicat de Llogateres, que han aprovechado que la cúpula socialista en bloque estaba allí para echarles en cara que no se frene la sangría de los desahucios y que la nueva ley de vivienda, que tildan de "neoliberal", no regule el precio de los alquileres. Sus proclamas a las puertas del recinto se han mezclado con la defensa desde el atril que los socialistas han hecho de su llamado escudo social. Al escenario no ha subido esta vez ningún ministro. Ni Miquel Iceta, ni Raquel Sánchez, de quien precisamente depende la ley de vivienda o las Rodalies, eternamente en el punto de mira por las múltiples incidencias que acumulan.