Negociaciones con ERC
Junts aleja la amenaza de salir del Govern para evitar una fractura interna
El tercer revés a Borràs en las urnas internas del partido alienta a los moderados, que piden contener la ofensiva contra Esquerra para evitar daños colaterales
Júlia Regué
Responsable de la sección de Política.
Graduada en Periodismo y en Ciencias Políticas por la Universitat Pompeu Fabra (UPF), ha desarrollado su carrera profesional en la sección de Política, donde se incorporó en noviembre de 2016. Ha seguido la actualidad política del Parlament de Catalunya y el día a día de varios partidos. También ha colaborado en programas de TV-3, Catalunya Ràdio y RAC1.
Las negociaciones entre ERC y Junts para pacificar el Govern continúan, ya sin el aprieto de los plazos y sin el apuro de una ruptura. La posconvergencia lanzó una invectiva basada en tres exigencias -unidad en Madrid, mesa de diálogo acotada a la amnistía y la autodeterminación; y coordinación estratégica del 'procés'- alegando incumplimientos en el plan de gobierno y fijando como fecha de caducidad el debate de política general que empezará el martes en el Parlament. Un ultimátum que los propios dirigentes del partido han ido diluyendo, ante la negativa de Esquerra a ceder y ante el temor a que las distintas sensibilidades con carnet del partido acaben protagonizando una disputa que haga implosionar a la formación y pierda, por ende, poder negociador ante ERC.
El secretario general Jordi Turull controla las bases, como quedó demostrado en las dos rondas del congreso de la formación y como remató el miércoles barriendo a los afines a Laura Borràs en las elecciones internas, pero la presidenta moviliza a los votantes. "El dúo puede funcionar si van alineados, pero Turull revalida sus apoyos internos", opina un dirigente del partido, que asegura que hoy por hoy solo una minoría en Junts está por romper el Govern debido a la consiguiente pérdida de poder, cargos e influencia. Ahora bien, sí requieren alguna concesión para justificar su permanencia ante las bases más envalentonadas y para forzar a los republicanos a coordinar el mando del 'procés', a sabiendas de que las dos primeras condiciones -Madrid y mesa de diálogo- son una línea roja infranqueable para ERC.
En el cuartel de Junts dibujaron cuatro escenarios antes de lanzar la ofensiva: abandonar el Consell Executiu, quedarse elevando la conflictividad, remodelar el Govern o permanecer. Midieron los tiempos pero, al constatar que se estaban quedando atrapados en su propia amenaza, emprendieron la reculada. "Esta puesta en escena nos ha salido fatal. La presión ahora no la tiene ERC, la tiene Junts. El debate debía ser si ERC cumplía o no el acuerdo de investidura, no si Junts continuaba o no en el Govern", indica un dirigente posconvergente.
Y es que incluso el vicepresidente del Govern, Jordi Puigneró, ha ensalzado este jueves que su partido tiene "vocación de gobierno", para exhibir una voluntad de acuerdo y alejar un posible divorcio. "Una vez pase el debate, decidiremos qué hacemos, pero la consulta se hará sí o sí porque así quedó recogido en la ponencia del congreso, otra cosa es en qué sentido Borràs y Turull dejan caer su voto", apuntan, fijando en el 20 de octubre la fecha para el consejo nacional.
Reducir la conflictividad
Fuentes de Junts aseguran que están negociando 15 propuestas de resolución (cinco de ellas relacionadas con el 'procés') para rebajar la conflictividad y llegar al debate parlamentario con un acuerdo previo, pese a que todavía desconocen el plan para volver a las urnas en un referéndum que el 'president' Pere Aragonès ha prometido exponer en el hemiciclo.
Ante este escenario, los incentivos de ERC para ceder se reducen todavía más. Los republicanos opinan que el dilema en el mundo posconvergente no está en "si se rompe el Govern o Junts", sino en "si salen del Govern o si abandonan y además dejan el partido roto" por ello. "Se pueden arriesgar a una cosa, a partir en dos el Executiu, pero no a romper las dos cosas", remachan.
Se refieren a la dualidad entre Junts-Govern y Junts-partido, porque en el Consell Executiu prima la estabilidad y la gestión, especialmente para 'consellers' de peso como Jaume Giró o Victòria Alsina, partidarios de continuar con la gobernabilidad. "Aunque le pese, Borràs no tiene fuerza para cumplir con su amenaza. Manda Turull, por eso recula", opina un republicano.
Dentro de Junts también crece el aislamiento a Borràs y levantan la voz los que piden a Turull que se imponga, avalado por las urnas internas, a las tesis 'lauristas', sin temor.
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