Diálogo Estado-Generalitat

ERC avisa de que no se levantará de la mesa de diálogo aunque el PP reconquiste la Moncloa

Los republicanos persisten en que Europa premiará a quien más apoye una solución pactada

Lanzan un aviso a Junts de que todo torpedeo resultará inútil

La portavoz de ERC, Marta Vilalta.

La portavoz de ERC, Marta Vilalta. / EP

Xabi Barrena

Xabi Barrena

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Uno de los cometidos de los cargos políticos es ser diestros en el difícil arte de preparar el terreno ante futuros escenarios para que nadie se llame a engaños. Cuanto más asentada está una prospección de futuro, menos ruido genera cuando sucede. Y esto es exactamente lo que ha hecho ERC en las últimas 24 horas con el mayor logro de su relación con el PSOE, razón por la que la han convertido en una especie de fetiche. Es decir, la mesa de diálogo y negociación para la resolución del conflicto político entre Catalunya y España. En este breve periodo de tiempo, dos estandartes republicanos, el 'president' Pere Aragonès y la secretaria general de ERC, Marta Vilalta, han advertido de que Esquerra no se levantará de la mesa de diálogo ni aun cuando las urnas decreten un cambio de Gobierno y el PP (con o sin el apoyo de Vox) reconquiste la Moncloa.

Tres son los factores que han empujado a uno y a otro a inocular la idea de que ERC no se levantará si el PSOE, con quien negoció la creación de este órgano a cambio de investir a Pedro Sánchez como jefe del Ejecutivo, pierde las elecciones.

El primero es la unísona voz de las encuestas, de todo tipo, pelaje y costeador, que pronostican, eso sí, a todavía 15 meses de las elecciones, un nuevo advenimiento del PP, esta vez de la mano de Alberto Núñez Feijóo.

El segundo es el jugo, más bien escaso, que la Generalitat está obteniendo de esta mesa de negociación. El independentismo, sobre todo el más asilvestrado, tiene un problema con los tempos que le hace exigir que pasen las cosa para ayer. Este problema de manejo de los tiempos de la política es el que genera el fenotipo de 'independentista emprenyat' que se expresa de múltiples formas, como se ha visto en esta semana que se cumplen cinco años del atentado de Barcelona.

La salida al ruedo de Aragonès y Vilalta tiene un punto de dantesco, porque ambos lanzan un mensaje a ese independentismo irredento, el 'abandonad toda esperanza ('lasciate ogne speranza'), que el florentino escribió en la 'Divina Comedia'. Es por tanto, un mensaje, también a sus socios, y sin embargo enemigos, de Govern. A Junts. Por cuanto este partido contiene a parte de este independentismo descontento. Solo a parte.

A pesar de que Junts, en el pacto de Govern, transigiera en que el nuevo Executiu Aragonès se mantuviera en la mesa de negociación, no tardaron a oírse voces del partido de Laura Borràs (encabezadas por ella misma) negando toda credibilidad al foro. Unas voces que han ido subiendo de tono conforme pasaban los meses sin que hubiera resultados palpables de gran calado.

El tercer y último factor es otro postulado político de ERC que, dicen ellos, se sustenta en los contactos internacionales que mantienen fuera de los círculos, pero que, sin desmentir lo anterior, es frecuentemente defendido con el ardor propio de la fe. Se trata del 'no regalaremos la bandera del diálogo'.

A sabiendas de que con el PP (con o sin Vox) la marcha de tortuga actual va a ser frenada en seco, Esquerra se relame con la eventual proyección internacional que tendría que fuera el Gobierno de España el que finiquitara la mesa.

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