Empieza el debate del estado de la nación

Sánchez busca recobrar el pulso tras el golpe del 19-J

Pasará “a la ofensiva” en una cita a la que la Moncloa confiere máxima relevancia y en la que opondrá su gestión socialdemócrata a la de los “recortes” del PP

La tensión con UP se ha relajado, pero sigue pendiente la comisión de seguimiento del pacto. Díaz buscó el cuerpo a cuerpo en el pasado Consejo de Ministros

Primer debate de la nación bajo mandato de Sánchez tras 7 años sin celebrarse

Primer debate de la nación bajo mandato de Sánchez tras 7 años sin celebrarse. /

Juanma Romero

Juanma Romero

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El Gobierno lleva semanas, meses, sin lograr escapar de una espiral a la baja. Los problemas, las crisis, se iban encadenando. La salvación por la mínima de la reforma laboral y del decreto anticrisis, la guerra de Ucrania, los repetidos choques entre los socios, Pegasus, la inflación sin tregua… Y el desastre de las elecciones andaluzas del 19-J, claro. Las urnas que se convirtieron en un terrible ‘shock’ de realidad para el PSOE, aunque también para el espacio a su izquierda. Apenas la semana grande de la cumbre de la OTAN, a finales de junio, sirvió para reposicionar a Pedro Sánchez, para pulir y reforzar su perfil internacional y proyectar la imagen de España.

En la Moncloa y en el partido son conscientes de que algo falla, aunque están convencidos de que en el año y medio que queda de legislatura (“mucho o poco, depende de cómo se administre”, recordaba una diputada socialista) conseguirán resituarse. Ganar primero las autonómicas y municipales de mayo y después las generales. Batir a los sondeos que ya sitúan al PP primero. Por eso es clave comenzar a recuperar la iniciativa.

Y el momento, indican, es ahora.

Con el debate del estado de la nación, que arranca este martes en el Congreso y que se prolongará hasta este jueves. El primero en más de siete años. Una cita a la que el presidente confiere máxima importancia, y que en su equipo, como defendía en este periódico el ministro Félix Bolaños, consideran “una oportunidad” para que explique las medidas adoptadas hasta ahora y las que restan por tomar. Sánchez pasará pues “a la ofensiva”, al “ataque”, anticipan los suyos.

El presidente quiere lanzar el mensaje de que su Ejecutivo sigue teniendo como premisa la defensa de las “clases medias y trabajadoras”, y también de los más vulnerables

Es seguro que anunciará “nuevas medidas económicas” y de otra índole, como también avanzó Bolaños a este diario, con las que poder marcar agenda y lanzar el mensaje de que su Ejecutivo sigue teniendo como premisa la defensa de las “clases medias y trabajadoras”, y también de los más vulnerables, de “los que más sufren las consecuencias de la guerra de [Vladímir] Putin”. Un mensaje reforzado tras el 19-J: imprimió un giro a la izquierda —la desmovilización de las bases progresistas fue crucial en el resultado, según el análisis de Ferraz— y denunció la presión de “poderes oscuros” y de la derecha “económica”, “política” y “mediática”. No le van a “quebrar”, advirtió.

En la Moncloa apuntan que el líder socialista desea “elevar el perfil institucional del debate, frente a un PP que solo habla de la anécdota”, de si Alberto Núñez Feijóo “se va a sentar al lado de [su número dos] Cuca Gamarra”, ya que es senador, pero no diputado. Así, Sánchez confrontará el “modelo socialdemócrata” de salida de la crisis, que “protege a la mayoría social”, como ocurrió “durante la pandemia y ahora con la guerra”, frente al modelo conservador del PP, “que recortó y dejó a la gente a su suerte” cuando le tocó gestionar la crisis financiera que arrancó en 2008.

“Horizonte de profundidad”

El presidente, continúan en su equipo, hará valer asimismo su hoja de ruta de “transformación y modernización del país, y de ampliación de derechos”, aportará “medidas concretas” y establecerá “un horizonte de profundidad de la legislatura”. Es decir, que reiterará la idea de que “queda mucho por hacer” aún y de que agotará su mandato. Que llegará a diciembre de 2023, en definitiva.

El Ejecutivo atraviesa el momento "más crítico y crucial" de la legislatura, aunque al menos ha logrado descongelar las relaciones con ERC, importantes para su agenda legislativa

Pero en la sala de máquinas del poder no se engañan. “Este es el momento más crítico y crucial de la legislatura”, admite un ministro. Los sondeos que pintan un PP al alza continúan, crece la sensación de que la gestión del Ejecutivo “no cala” y que hay que reforzar la “pedagogía”. Sánchez sí ha logrado comenzar a descongelar la relación con ERC, socio capital y necesario para que cada votación en el Congreso no se convierta en una agonía. La interlocución está en vías de normalización tras la reunión de Bolaños con la ‘consellera’ Laura Vilagrà del pasado viernes, preludio de la que él mismo mantendrá con Pere Aragonès en la Moncloa el próximo día 15 de julio

La tensión con UP se ha relajado, pero sigue pendiente la comisión de seguimiento del pacto. Díaz buscó el cuerpo a cuerpo en el pasado Consejo de Ministros

El debate servirá para medir la temperatura con los socios parlamentarios. Pero también la cohesión del propio Gobierno. PSOE y Unidas Podemos siguen aún enfrentados por el aumento del gasto militar que Sánchez comprometió ante los aliados de la OTAN.

“La urgencia no era tanta”

El pasado martes, el Consejo de Ministros vivió una enorme “tensión”, según el relato de varios ministros socialistas. Dado que no era posible abrir debate sobre el crédito extraordinario de casi mil millones de euros para Defensa (el tema estaba en el ‘índice verde’), Yolanda Díaz expuso la queja de los morados cuando se abordó el primer trámite del Gobierno para avanzar hacia la adhesión de Suecia y Finlandia a la OTAN. La vicepresidenta segunda, la única que intervino de su espacio, confrontó directamente, fue dura. Tanto, prosiguen las mismas fuentes, que sorprendió y molestó al ala socialista y al presidente, quien defiende que el liderazgo de la política exterior es terreno exclusivo suyo y que no ha de negociarlo con sus socios.

La continuidad de la coalición no está en juego ahora mismo, pese a las fricciones internas, y lo reconocen socialistas y morados

La tensión ha bajado, pero no hay fecha aún para la comisión de seguimiento del pacto. “Se ve que la urgencia [de UP] no era tanta”, ironizan en la Moncloa, deslizando que Díaz buscó el choque para marcar perfil tres días antes del lanzamiento de su plataforma, Sumar.

La continuidad de la coalición no está ahora mismo en juego. No lo plantea Unidas Podemos (“Nada va a romper el Gobierno, no hay alternativa”, afirmaba Díaz este mismo domingo en ‘El País’), ni tampoco los socialistas, pese a las continuas fricciones internas y pese a la mayor preocupación que se apreciaba en el partido tras el último choque. Es un debate sin demasiadas salidas, ya que incluso tras una convocatoria anticipada de elecciones, que no se contempla, Sánchez seguiría necesitando a los morados para seguir en la Moncloa. Y el presidente tiene como prioridad continuar con su agenda de reformas, para lo que necesita del apoyo de los diputados de UP.

La oportunidad de la ley de memoria

La votación de las resoluciones el jueves, en la última jornada de debate, también evidenciará los apoyos externos del Gobierno. Son mociones de orientación política, pero que llegarán justo como antesala de algo que sí importa, mucho más, al Ejecutivo: los Presupuestos Generales del Estado para 2023. El escollo del gasto militar lo tiene Sánchez dentro de la coalición, pero también fuera de ella con sus socios de izquierdas.

En el PSOE y en el Gobierno hay expectación por los posibles cambios, pero aún no se sabe qué movimientos hará Sánchez

Los socialistas siguen desplegando la geometría variable, aunque Bildu ha venido a ocupar un lugar central en las alianzas parlamentarias. La última muestra ha sido la ley de memoria democrática, que este jueves votará el pleno del Congreso para que siga su tramitación en el Senado. El pacto con la izquierda abertzale, muy criticado por la derecha (hasta el punto de que enturbió el homenaje institucional a Miguel Ángel Blanco en Ermua, a los 25 años de su asesinato por ETA), también ha suscitado malestar en algunos barones, como el castellanomanchego Emiliano García-Page y el aragonés Javier Lambán —ambos muy lejanos a Ferraz, no obstante—, y en el expresidente Felipe González. El momento de relanzar la norma, concedían este domingo los estrechos colaboradores del jefe del Ejecutivo, quizá no no había resultado ser el más idóneo. “Tenían que haberlo visto. Iba a pasar”, apuntaban en la cúpula del PSE tras el tributo en Ermua al edil popular matado por la banda.

El debate de la nación llega también con un PSOE en alerta. Se barruntan cambios, pero nadie, ni siquiera el círculo más cercano a Sánchez, sabe a ciencia cierta si los habrá, ni en qué dirección irán, ni qué profundidad tendrán y si alcanzarán a Gobierno y partido o a ambos (y también al grupo). Esta segunda larga semana de julio quizá sirva para ofrecer pistas. Solo quizá. Ya el año pasado él dejó claro que busca sorprender y que no atiende a las cábalas. Ni a las apuestas internas y externas, por mucho que corran. “Hay que medir todo bien, ver qué falla y qué no. A pesar de todo lo que ha ocurrido, estamos en un 25% de estimación de voto. Ni tan mal, aunque no nos confiamos”, señalan en el primer anillo de poder de Sánchez.

Por lo pronto, el líder socialista quiere pasar página y dar un golpe sobre la mesa para invertir las tendencias. El peligro es que la legislatura haya entrado en un punto de no retorno. En la Moncloa están convencidos de que no.

Suscríbete para seguir leyendo